viernes, 26 de noviembre de 2010

PERO SI ESTAMOS TAN BIEN, ¿POR QUÉ NOS SENTIMOS TAN MAL?

La Republica democrática no es tan democrática como pensábamos. Mientras unos se desgañitan gritando por todos los medios que el país crece: “El año del 2021 puede ser el paso del Perú al primer mundo” (Alan García, julio 2010). La brutal realidad nos golpea el rostro. Las desigualdades y exclusiones progresan en los cuatro puntos cardinales de ese Perú que sólo está en la afiebrada imaginación de García. Lo cierto es que la Republica de la democracia representativa ha dejado de ser útil en la sociedad peruana. Por donde se la vea esa “democracia” hace agua. Se hunde en el pantano de la incompetencia y la corrupción.

Cesar Hildebrandt, en un ensayo que reproducimos más abajo, se pregunta: “¿Por qué si somos un país que crece a tasas espectaculares, seguimos, en muchos aspectos, en un estado de barbarie?” Y se responde: “a mi leal saber y entender: porque esta riqueza provisoria que nos anima la vida es otro ciclo de eso que algunos han llamado "prosperidad falaz". / Fuimos ricos guaneros, ricos algodoneros, ricos azucareros, ricos salitreros, ricos caucheros, ricos anchoveteros y hemos sido siempre ricos mineros.”

Hildebrandt limita su diagnóstico, no quiere ir más allá. Nos describe rápidamente la historia de la República Peruana pero no se atreve a expresar lo que es evidente a todas luces: La crisis del Estado Republicano. La república burguesa nació anómala. Nuestra burguesía nunca se puso la camiseta del Perú. Heraclio Bonilla hace más de 30 años, al estudiar el proceso de formación de la burguesía, concluyó que la política de la clase dominante es “cada vez más burguesa a condición de ser cada vez menos nacional”[1]. El proceso de desnacionalización de nuestra burguesía lo comprobamos con mucha nitidez en el curso de las últimas décadas. El saqueo del país es propio de fuerzas extranacionales. La burguesía peruana no se siente peruana. El Perú es apenas un botín en la guerra de mercados.

En el Perú el utilitarismo lo domina todo. “El asunto no es sólo vender piedras sin moler y tener más plata” dice Cesar Hildebrandt. El año pasado, Michael Porter, el gurú de la competitividad, nos visitó e hizo serias críticas al “modelo peruano”. Señaló en aquella ocasión “que a pesar del crecimiento de los últimos años, el país era demasiado dependiente de las exportaciones de materias primas con poco valor agregado”. La respuesta del stablishment fue una avalancha de “críticas furibundas a Porter”, “se le dijo que no conocía el país, que su análisis era sesgado y, también, que algunas de sus cifras eran falsas.” Esa es la razón que Humberto Campodónico, destaque como “una grata sorpresa que Michael Porter esté nuevamente en el Perú invitado al CADE 2010 con la conferencia «Una nueva estrategia económica para el Perú». Pareciera que va tomando fuerza la idea que el actual crecimiento económico no es sostenible, tal cual, en el largo plazo.” [2] No parece sino es una realidad el conflicto entre dos enfoques en el terreno de la economía. De una parte, un enfoque privilegia las ventajas comparativas, el camino de la “prosperidad falaz” basado en la exportación de materias primas a que hace alusión Cesar Hildebrandt. Y de otra parte, se pone el acento en las ventajas competitivas en el desarrollo nacional.

Gastón Acurio en una entrevista de Milagros Leiva Gálvez sostiene que el Perú no puede ser copia de “Francia o Estados Unidos. Tenemos que mirarnos hacia adentro, reconociendo nuestra multiculturalidad y viéndola como una oportunidad, como una ventaja competitiva frente al mundo. Somos un país de muchas razas y de muchos pueblos que deben reconocerse y admirarse mutuamente.” Somos un país de muchas potencialidades no somos un mendigo sentado en un banco de oro. Cesar Hildebrandt cree que en “el Perú actual se ha dejado de soñar”. Y no le falta razón; pero, sólo, en lo que se refiere a la clase dominante que hace mucho ha dejado de ser clase dirigente. El utilitarismo, y desesperación por enriquecerse, de la élite les impide soñar. Soñar es crear un mundo mejor. Soñar es el motor de las transformaciones sociales. Soñar es un proceso mental en el que se produce una reelaboración de la información almacenada en la memoria. Soñar despierto es reelaborar en el imaginario el futuro. El utilitarismo castra esa capacidad de soñar. Y un pueblo que no sueña no tiene futuro.

La política no es un monólogo es antítesis, es antagonismo; es la expresión concentrada de las contradicciones en el terreno de la economía. La política, como todas las cosas, tiene fundamentalmente dos polos. El polo de la burguesía se ha encargado de envilecer, de prostituir, la actividad política. El polo de los trabajadores la ennoblece, la dignifica, la eleva cuando es revolucionaria. “La polí­tica – decía el maestro Mariátegui – es hoy la única grande actividad creadora. Es la realización de un inmenso ideal humano. La política se ennoblece, se dignifica, se eleva cuando es revolucionaria.”[3] Y como hacer política es pasar del sueño a la obra, de lo abstracto a lo concreto. La política en el Perú del siglo XXI está por reinventarse.

Tacna, 26 Noviembre 2010
EBM

[1] Guano y Burguesía en el Perú, Heraclio Bonilla, Instituto de Estudios Peruanos, 1974, Pág. 171.
[2] Véase en http://tacnacomunitaria.blogspot.com/2010/11/cade-2010-el-regreso-de-porter.html
[3] JCM, La Escena Contemporánea, Henri Barbusse, Pág. 158




César Hildebrandt
Semanario "Hildebrandt en sus trece"


Me inquietan algunas preguntas.

Las preguntas son estas:

¿Por qué si somos un país que crece a tasas espectaculares, seguimos, en muchos aspectos, en un estado de barbarie? ¿Por qué si vamos siendo ricos tenemos la educación que tenemos, los modales de cerdo que hacemos padecer a los demás, la radio casi analfabeta que consumimos, la televisión excrementicia que nos persigue, la prensa banal, cuando no delictiva, que leemos? ¿Por qué si nos va tan bien no podemos tener una ciudad amable y limpia, sin el tráfico que nos secuestra horas interminables? ¿Por qué tenemos, al mismo tiempo que grandes inversiones, una policía mayormente podrida, un poder judicial siempre sospechoso, unos congresistas que avergüenzan, un Tribunal Constitucional desprestigiado por meterse donde no debe y fallar a veces a destajo?

En suma, ¿por qué ahora, cuando muchos dicen que ya pertenecemos a la clase media del mundo, parecemos más primitivos que nunca?

La respuesta no es difícil, pero pocos la quieren cantar.

Y es esta, a mi leal saber y entender: porque esta riqueza provisoria que nos anima la vida es otro ciclo de eso que algunos han llamado "prosperidad falaz".

Fuimos ricos guaneros, ricos algodoneros, ricos azucareros, ricos salitreros, ricos caucheros, ricos anchoveteros y hemos sido siempre ricos mineros. Lo que nunca hemos tenido es orden, respeto y educación, fomento de las artes, ética laboral, justicia y sentido del prójimo.

Ahora creemos que somos más país porque las cifras están en azul y el dólar baja. Es una miseria de visión la que nos reduce al dinero, al PIB, la balanza de pagos. Eso es derrocar al alma y prescindir de lo que nos hace más humanos: los valores.

Releo los párrafos anteriores y compruebo, gustoso, que no son fashion, que suenan anacrónicos, que vienen de la más amplia minoría. ¡Qué bien! ¡Cuánto me alegra! Me moriría de la pena si lo que escribo se pareciera, aunque fuese de perfil, a la "prosa" periodística moderna.

Estoy, también en esto, en mis trece. Nadie me va a convencer de que para estar a la moda tienes que renunciar a pensar, tienes que apagar tu ira, tienes que pertenecer al colectivo del optimismo de las barras bravas.

No tengo ganas de aplaudir después de oír este concierto. Es música que ya conozco y sé a dónde nos conduce.

Oigo la radio, escucho a esos periodistas convertidos en iletrados con el esfuerzo de los años, leo las miserias embrutecedoras de la prensa popular, advierto los silencios de la gran prensa, compruebo la tele y me digo: por lo menos, en cuanto a periodismo se refiere, hemos desmejorado.

Preveo, como todos, el 2011 y me imagino el dilema. ¿Será Keiko? ¿Será Castañeda? ¿No nos mereceríamos algo mejor ahora que estamos, como dice García, con la proa al primer mundo? Entonces me digo que, en cuanto a políticos y representación, tampoco somos mejores que antes.

¿Somos mejores en educación? Las cifras son rotundas y las pruebas internacionales también: no hemos subido de nivel.

¿Hemos rebajado la corrupción? Pregúntenle al doctor García. Él sabe la respuesta. También lo saben Odebrecht, Graña y Montero, Andrade Gutiérrez. No lo ignora el ministro Cornejo -ese ente recaudador-. No deja de saberlo el señor Nava. Entonces me digo: vaya, en este asunto estamos estancados. Pero me equivoco. Hoy se roba más. La sobrevaloración de 200 millones de soles de la avenida Néstor Gambetta es de índole tan criminal que si fuéramos el país de Lula ya tendríamos nuestro Collor de Melho.

El asunto no es sólo vender piedras sin moler y tener más plata. Es aspirar a la civilización, ese contrato socialmente aceptado. Es soñar con ser mejores. En el Perú actual se ha dejado de soñar. Por eso para tanta gente que viene de afuera nos parecemos a una pesadilla.


¡NOS ESTAN CERRANDO EL PORTÓN!
Cesar Hildebrandt:

Hace ya unos meses, anduve de vacaciones y fui invitado a visitar una finca propiedad de un paisano alemán del Volga donde elaboraban jamones caseros. Al pasar por un chiquero, me llamó la atención el porte de una chancha amamantando a unos cuantos lechones.

Para salir de la curiosidad, le pregunté al hijo del patrón que me estaba atendiendo de qué raza eran esos chanchos. - Son de raza “Sudamericana”……Pero espere que llame a mi padre, a él le va a gustar contar la historia.

Por la puerta de la cocina emergió don Helmut, un gigante de cabellos blancos que se desplazaba con un bastón de 3 patas y me invitó a sentarme a la mesa de la galería donde estaba un enorme botellón de alcohol de nuez de no menos de 60 º.

-¿Ud. sabe como se cazan los chanchos salvajes del monte?- me espetó el gringo sin más trámite, mientras me servía un vasito chato de ese brebaje.
- Bueno, creo que los perros “los paran” y un fusil que los sacrifica, le contesté prudentemente, presintiendo que la historia venía por otro lado y que el viejo sabía más que yo…
- En este caso, no es así. - me dijo don Helmut y prosiguió: - Y cuando le diga cómo los cazo yo, Ud. va a poder entender porqué se los llama de raza “Sudamericana” y si es un hombre inteligente, podrá sacar algunas conclusiones acerca de por qué a Sudamérica le va como le va.

En el fondo de la finca, detrás de aquella cortina de álamos que Ud. ve, y hasta la costa del río, hay un monte silvestre y sin trabajar. Dentro de ese cuadro, suele haber chanchos salvajes del monte, Para cazarlos hay que comenzar por buscar un manchón sin matorrales y tirar un poco de maíz en el piso, Cuando los chanchos lo descubren, van a comer todos los días, y Ud. solo tiene que reponerles diariamente la ración, Una vez acostumbrados, construye una cerca en uno de los lados del sitio y les sigue poniendo alimento, Por unos días van a desconfiar, pero después terminan por volver.

Entonces se hace otra cerca a continuación de la anterior y les sigue poniendo comida hasta que dejen de dudar y regresan a comer. Y así sucesivamente, hasta que casi cierra los cuatro lados y solo deja una abertura para un portón. Ya para entonces se han acostumbrado al maíz fácil, le han perdido el miedo a los cercos y entran y salen casi con naturalidad…

Un día va y coloca el portón, lo deja abierto y sigue poniendo maíz, hasta que encuentra la piara comiendo, entonces le cierra la puerta. Al principio empiezan a correr en círculos como locos, pero ya están sometidos. Muy pronto se tranquilizan y vuelven al alimento fácil que ya se olvidaron de buscar por si mismos, y aceptan la esclavitud.

Uds. los sudamericanos no se dan cuenta que los gobiernos populares y demagógicos que tienen, proceden de la misma manera que yo con los chanchos…Les tiran maíz gratis disfrazado de programas de ayuda, planes sociales, empleos públicos, cargos políticos, sueldos para ñoquis, subsidios para cualquier cosa, leyes proteccionistas, sobornos electorales… Todo a costa del sacrificio de las libertades que les van confiscando migaja a migaja… usan el alimento fácil que ya se olvidaron de buscar por si mismos, y aceptan la esclavitud.

Y los sudamericanos no se dan cuenta que no existe la comida gratis, y que no es posible que alguien preste un servicio más barato que el que uno mismo hace.
¿Acaso no ven que toda esa maravillosa “ayuda” que reparte el gobierno, lo hace con los poderes que el pueblo permite que se arroguen, para depredar las libertades y los bienes de la gente que trabaja y que produce?
¿Pero cómo pueden vivir en un paraíso y tratar a toda costa de convertirlo en un infierno…? ¿Cómo pueden crear conciencia cívica, si los políticos forman cuadros de Borocotó…?

¡¡Sigan así – no más -, y que Dios los ayude cuando les cierren el portón!!! Don Helmut se mandó lo que quedaba del cuarto vasito de un solo trago, me saludo y se fue rengueando por la puerta de la cocina.

Y yo, mareado por el alcohol y apabullado por la verdad, saludé al hijo y me volví rumiando bronca por el polvoriento camino de regreso a casa…

Preguntas que también nos hacemos. ¿Y cuando bajen los precios de los minerales, que haremos? ¿Cuando nos demos cuenta que ya no tenemos amazonía, por que esta siendo vendida, que haremos? Volveremos a la pobreza de siempre. A gimotear de lo que tuvimos, mientras otros serán más ricos.

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