martes, 7 de febrero de 2012

DIÁLOGO CON FRANCISCO UMPIÉRREZ: EL FACTOR IDEOLOGÍA EN LA OBJETIVIDAD

Nota Breve

El 19 de enero se publica en Rebelión, La Superación de la subjetividad de Francisco Umpiérrez Sánchez, que nos permite conocer su blog. Desde ese momento, los animadores de TacnaComunitaria, hemos seguido sus diálogos polémicos. Pero, la divulgación por Umpiérrez de la serie ¿Es posible ser objetivos?, nos anima a escribir El factor ideología en la objetividad. Líneas que son motivo de un comentario de Umpiérrez que divulgaremos en una próxima entrega.

Tacna, 07 febrero 2012
Edgar Bolaños Marín


EL FACTOR IDEOLOGÍA EN LA OBJETIVIDAD

Maestro Umpiérrez.

En la relación sujeto – objeto, interviene un factor que, en la más de las veces, pasa desapercibido. Me estoy refiriendo al factor ideología. Los hombres se enfrentan al mundo objetivo por la producción material, la lucha de clases y la experimentación científica, mientras el mundo objetivo prosigue su propio camino. Un problema es explicarnos porque distintos sujetos ante un mismo objeto tienen diferentes percepciones. Como explicar esta anomalía. Qué factor distorsiona (o sesga) la mirada del sujeto. La respuesta podemos hallarla cuando ubicamos en la escena el factor ideología. Y las ideologías, dicho sea de paso, son un producto histórico como perecederos son el Estado, las clases sociales y la lucha de clases.

En La Ideología Alemana, Marx nos suministra algunas luces al origen de las ideologías: “La división del trabajo sólo se convierte en verdadera división a partir del momento en que se separan el trabajo físico y el intelectual. Desde este instante, puede ya la conciencia imaginarse realmente que es algo más y algo distinto que la conciencia de la práctica existente, que representa realmente algo sin representar algo real…” (Ediciones Pueblos Unidos S.A., Uruguay, tercera edición) En realidad, los sueños constituyen el vehículo de las primeras cavilaciones filosóficas desde que el dominio del fuego le permite dormir sin sobresaltos. Se puede decir que los sueños inventaron la civilización. Esta característica única en los seres humanos potenció la arquitectura cerebral para imaginar cosas y seres que no existen físicamente. (El ejemplo del Centauro que utiliza es uno de tantos resultados de la “magia” del cerebro). Asimismo, según Maurice Bloch, antropólogo francés, gracias a nuestra capacidad de imaginación, “generamos una forma de interacción social imposible para el resto de las criaturas del planeta: sólo los humanos pueden mantenerse unidos a sus grupos sociales a través de lo que Bloch denomina “lo social trascendental”, un fenómeno que nos permite unificarnos con grupos humanos”. (Revista: Philosophical Transactions of the Royal Society B, 2008)

Con la abundancia de recursos progresa la división del trabajo que abre la puerta al “ocio” de algunos homínidos. Así, unos trabajan hasta agotar sus energías y otros se dedican a “cultivar” el cerebro y otras partes de su humanidad. Con el ocio, asoma la inquietud por entender la relación entre el concepto y la realidad, entre la conciencia y la materia, entre el pensar y el ser social, entre el mundo subjetivo y el mundo objetivo. Aclarar esta dificultad dio origen a la controversia entre materiismo e ideísmo[1]. Controversia que, a su vez, está vinculada a la aparición de la propiedad privada.

En la cuestión filosófica, el punto de partida define la singularidad del concepto filosófico. Si consideramos a la materia como punto de arranque y limite del pensar; entonces, la materia es lo primario y la idea lo secundario, lo derivado. Pero, aclara Engels, ésta no es una relación unidireccional ni mecánica sino bidireccional y dialéctica. En otros términos. La conciencia social (mundo subjetivo) no sólo es un reflejo pasivo, sino, también, es una fuerza activa que actúa sobre el ser social (hombre=naturaleza=materia= mundo objetivo).

Los primeros pasos del pensar filosófico en la antigüedad fueron balbuceantes, intuitivos, instintivos, espontáneos, naturales pero, a fin de cuentas, materiistas. Los hombres, antes de argumentar, habían actuado; el pudín se prueba comiéndolo, dice Engels. Y no podía ser de otra manera. La impotencia del hombre ante las fuerzas amenazadoras e incomprendidas de la naturaleza era enfrentada con el culto a esas fuerzas ignotas. Pero, a medida que la diferenciación económica fue asentando sus fueros, su poder, la necesidad de preservar los privilegios de clase recién conquistados dieron origen al ideísmo como filosofía. De otro modo, ¿Cómo se justificaba la propiedad privada, la voluntad de apropiación, el dominio de los unos sobre los otros? Así aparecen las ideologías para justificar los privilegios de unos y la explotación de los otros.

El realismo espontáneo en Aristóteles, por ejemplo, es relegado por la exigencia ideológica (de la clase social a la que pertenece) que debía probar que la esclavitud era un orden natural. Pero lo cierto es que política y esclavitud son artificios que el hombre inventa para imponer su voluntad. La genial intuición de Aristóteles (“la trata de esclavos envilece a los ciudadanos”) es arrinconada por la exigencia de dominio de clase (“la naturaleza hace al esclavo“, no es un hombre sino una simple cosa, un “instrumento que habla”[2]). Y así, durante la vida útil del Estado y las clases sociales, siglo tras siglo, el interés de clase somete, domina o condiciona la objetividad en el análisis o estudio de las relaciones sociales. Allí tenemos uno de los factores, sino el decisivo, del origen de las distorsiones o las diferencias en las apreciaciones de la realidad. Ahora entenderemos porque, por ejemplo, anarquía para la burguesía es sinónimo de desgobierno; para la pequeña burguesía es sinónimo de ausencia de autoridad; para la clase obrera, por lo contrario, es sinónimo de nuevo orden.

Tacna, 02 febrero 2012
Edgar Bolaños Marín

(1) Ramón García Rodríguez, en Socialismo y religión (01/04/07), precisa una antigua confusión en la terminología filosófica: “Idealismo y Materialismo son, pues, conceptos filosóficos. Pero aquí es menester hacer una precisión. Si lo primario es la idea (del griego idéa: ver), el primer término derivado debería ser ideísmo. Y si lo primario es la materia (del latín mater: sustancia), el primer término derivado debería ser materiismo. / Si ideísmo y materiismo son términos precisos, que no dan lugar a confusión alguna, idealismo y materialismo tienen otros significados más, lo que ocasiona confusión hasta el presente. Y es que idealismo deriva de ideal, que también significa altruismo, elevación, generosidad, desprendimiento. Y materialismo deriva de material, que también significa egoísmo, bajeza, utilitarismo, mezquindad.”
(2) Aristóteles, La política, Versión electrónica

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lunes 30 de enero de 2012
¿Es posible ser objetivos?

Alejandro Espinosa dice: “Claro, la objetividad no existe. Todo está bajo nuestras miradas y compromisos (intereses)”. Toda percepción, representación, concepto y lenguaje serán siempre los de un sujeto. Luego toda percepción, representación, concepto y lenguaje serán subjetivos. Y si son subjetivos no puede haber objetividad que valga.

En este razonamiento lo subjetivo se presenta como la negación de lo objetividad. Pero no todos compartimos este pensamiento: el sujeto puede se objetivo al percibir, representar, concebir y pensar. Si las cosas fueran como plantea Alejandro Espinosa, sería imposible impartir justicia, sería imposible demostrar la culpabilidad de los delincuentes. Pero voy más allá: serían imposible las ciencias y serían imposible las leyes.

Los órganos de los sentidos y el lenguaje son grandes herramientas para reflejar el mundo objetivo. No obstante, esto no impide que existan reflejos fantásticos del mundo. El centauro es una obra de la fantasía. Podríamos afirmar que aquí la subjetividad se ha impuesto claramente sobre la objetividad. Pero esta imposición no ha sido plena, las partes de las que se compone el centauro, torso y cabeza humanas y cuerpo restante de caballo, son objetivas. Así que la subjetividad más extrema no puede verse libre de la objetividad.

Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez en 10:31

¿Es posible ser objetivos? (2)

Tengo por costumbre responder a todas las objeciones que me planteen independientemente de quien sea la persona que las formule. Creo que es un acto de respeto. Mi mensaje anterior era una respuesta al cuestionamiento de la objetividad del conocimiento planteado por Alejandro Espinosa. Sin duda que su componente era muy filosófica, pero no por ello dejaba de tener componentes semióticos.

Hemos hablado de esto varias veces. La semiótica de momento no es una ciencia. Todavía no ha recibido tal reconocimiento. Está todavía por establecer sus fundamentos. Y mientras tanto creo que la filosofía, en especial la epistemología, le es muy necesaria. El conflicto entre subjetividad y objetividad, entre concepto y sensación, entre ser y pensamiento, atraviesa toda la historia de la filosofía y afecta a todas las formas del saber.

Creo que haríamos muy mal hablar en representación de los demás miembros del foro cuando su inmensa mayoría permanece en silencio. No sabemos lo que la mayoría siente o piensa. Sin duda que todos nos alegraríamos mucho si las mayorías participaran de modo activo en Semioticians. Pero no es así y esto ocurre en todos los foros. Los miembros activos son siempre una ínfima minoría.

Paso a otro asunto.

Eva Da Porta hace la siguiente afirmación: “No creo que sea posible hoy sostener concepciones en torno a la objetividad como reflejo”. No sé en base a qué defiende esta concepción. Pero me permitirán que les transcriba una cita de Alexander Romanovich Lúria, uno de los grandes nombres de la psicología contemporánea, contenida en su obra Sensación y percepción: “Así, pues en la evolución de los organismos surgieron aparatos especializados en la percepción de distintos tipos de movimiento de la materia (de “energías” distintas), y de hecho tenemos no “energías específicas de los propios órganos de los sentidos”, sino órganos específicos que reflejan objetivamente diversos tipos de energía”. Es obvio que para Luria, como para Vygotski, el concepto de reflejo y el concepto de objetividad son básicos en la psicología del conocimiento. Y el hecho de que se reconozca que la sensación refleja las propiedades objetivas del mundo no quita que la sensación tenga un carácter activo y selectivo. Justamente se llama teoría reflectora de las sensaciones, frente a la teoría receptora, a aquella teoría que concibe las sensaciones como un proceso activo.

Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez en: http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com/

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