lunes, 13 de agosto de 2012

EL RACISMO CONTRA LA CULTURA BORA Y LA REIVINDICACIÓN INDÍGENA DE LA TIERRA


El abierto racismo que un programa de televisión chilena infligiera en contra de la cultura Bora[1] es parte del ya acostumbrado libreto discriminatorio y exotista al que nos tienen acostumbrados las cadenas de televisión en esta parte de Latinoamérica. Y sin ir muy lejos el Perú no se salva de tener una televisión tan basura y tan descartable como la chilena que compite con ella en quien denigra y ofende más a los pueblos indígenas, aunque esta última sea portadora de un racismo más soterrado, más encubierto, digamos mucho más camaleónico en expresar su profundo desprecio a la diversidad cultural, y por ende sea por ello mucho más peligrosa.

Lo que ha puesto en evidencia este reality-show “Amazonas” de la televisión chilena es un sinceramiento en relación a estas prácticas discriminatorias, pues tienen bien a quien imitar, su contraparte la burguesía chilena. No olvidemos que el estado chileno desde su fundación como República ha sostenido una guerra permanente contra las comunidades del pueblo mapuche. Actualmente son víctimas de la represión generalizada de un estado genocida que no duda en poner a prisión a líderes mapuches y en conculcar sistemáticamente sus derechos políticos. A pesar de ello las comunidades mapuche no cejan en su empeño de reivindicar sus derechos como pueblo. Por ejemplo, desde hace dos semanas un medio de información alternativa noticia que indígenas mapuche de la Comunidad Mateo Ñirripil ocuparon el fundo Los Tilos en la provincia de Temuco, en un acto considerado por ellos mismos como “recuperación ancestral”.[2] De estos hechos la televisión chilena no dice nada y ha preferido callar en todos los idiomas. Louis Althusser, un filósofo francés señalaba que toda clase social en el poder tiene aparatos ideológicos de Estado. Los medios de comunicación son uno de esos aparatos ideológicos. En buena cuenta, la televisión chilena cumple muy bien esa función ideológica de dominación social de clase.

En un programa de televisión peruana del miércoles 8 de agosto, el periodista Beto Ortiz entrevistó a Claudia Portocarrero, a Julio Jaramillo (Vicepresidente de la Comunidad Autónoma de los Pueblos Indígenas de las cuencas del Nanay-Amazonas-Capicunas) y a Eduardo Nayap Kinin (primer congresista amazónico)[3], dicho sea de paso este último entrevistado fue claro en manifestar su posición, al respecto sobre tres cuestiones: 1) Señalamiento de su total indignación frente a los hechos y las disculpas a medias del canal de televisión chilena, “hipocresía camuflada de disculpas” le llamó, 2) No brindar mayor cobertura o publicidad a ese programa de televisión porque “no vale la pena seguir hablando de un programa de tan baja calidad”. Hacerlo señaló el congresista “sería caer en la misma situación de ellos y nosotros estamos llamados a demostrar nuestra cultura y el respeto por las diferentes culturas que hay dentro del Perú”, y 3) “Enseñémosle a Chile y al mundo que nosotros hemos aprendido y estamos aprendiendo a convivir y a relacionarnos aún siendo de diferentes culturas, allá ellos sino han sabido acercarse a los hermanos mapuche… pero que nosotros estamos aquí en un esfuerzo de inclusión a todas las culturas que formamos el Perú”.

De las dos primeras opiniones comentar que tras las burlas y racismo farandulesco existe una campaña sistemática de desinformación que enmascara la realidad de los pueblos indígenas, lo cual va mucho más allá del chauvinismo mediático exhibido por la televisión chilena y peruana. Hizo bien el congresista Eduardo Nayap Kinin en no dar más cuerda a ese “programa de tan baja calidad” para no caer en la manipulación de revivir caducos revanchismos nacionalistas.


Por otro lado, la tercera opinión en cuestión es bastante polémica porque se hace difícil creer que en nuestro país “hemos aprendido y estamos aprendiendo a convivir… aún siendo de diferentes culturas” y mucho menos que haya “un esfuerzo de inclusión a todas las culturas”. Como señalara el otro entrevistado Julio Jaramillo, en algún momento de la entrevista: “Que este maltrato que han cometido nuestros hermanos chilenos que también nos sirva para nosotros, porque entre nosotros los peruanos siempre hay marginación, entonces que haya esa famosa inclusión… igualdad y oportunidad para todos”.

Razón no le falta a Julio Jaramillo porque no puede haber un reconocimiento de la cultura diferente si es que no se toman medidas concretas para reivindicarla. Y la verdad es que sucede todo lo contrario. Por ejemplo, el cuestionado Reglamento de Ley de Consulta Previa deja desamparada normativamente a las comunidades frente a las transnacionales y profundiza su modelo de enclave económico. Lo mismo que con el favorecimiento de la concentración de las tierras en costa, sierra y selva que promueve el Estado a través del subsidio a las grandes corporaciones como en el caso del grupo Gloria que se benefició con 15,600 has del proyecto de irrigación Olmos en la región de la costa norte del país. ¿Cómo pues promover bajo estas condiciones el entendimiento entre nuestros pueblos cuando se mantienen intactas las estructuras económicas y sociales que desmantelan en favor de un neolatifundismo y el modelo de enclave económico, las formas colectivas de organización de nuestras comunidades y su derecho a la tierra, por considerarse estas como una traba para el desarrollo y el crecimiento económico sostenido?

Queda pues demostrado –que por más bufonesca y distorsionadora propaganda mediática que pudiese existir- como una incontestable realidad que la reivindicación indígena de la tierra y el agua que hacen nuestras comunidades no es un lírico reclamo de inclusión social como lo pregona el discurso nacionalista de Ollanta Humala, sino una necesidad vital como bien lo ha traído a colación César Lévano, al hacer referencia que el tratamiento de esta cuestión medular está presente en intelectuales de la talla de J. C. Mariátegui y José María Arguedas.[4] Hace casi dos meses tuve la ocasión de visitar algunas comunidades del Perené en la selva central (provincia de Chanchamayo) y pude constatar esta cruda realidad del problema de la tierra a través de las palabras de Fredy Ucayali, curaca de la Comunidad Nativa Asháninka de Pampamichi. En una parte de su extensa alocución de recibimiento señala lo siguiente:

“¿Por qué creen que se lograron defender estas tierras a pesar que al curaca le agarraron y le torturaron pero no le han podido matar? Gracias a que hay un secreto, hay una planta que se llama el piri piri, es una planta poderosa que empleaban nuestros hermanos asháninkas, con tres de esas hojitas que ellos lo masticaron, lo soplaron, se echaron en su corazón y se echaron en su cara para que ellos no tengan miedo, para que tengan coraje, para que puedan desviar las armas, entonces le han querido matar al curaca y no han podido… fue que gracias a su primera esposa que los enfrentó cuando llegaron, ella agarró la flecha y el arco y comenzó a dispararles a los colonizadores y les dice: “Yo no te tengo miedo, lo que quiero es defender mi tierra para dejar para mis hijos, para mi familia”. Hubo entonces fuerte enfrentamiento otra vez. Fue cuando ella saca otra hierba que se llama obinque que sirve para atraer las nubes, para que se vuelvan tontos los colonizadores, para que estos ya no sigan viendo, entonces ella agarró tres hojitas, lo masticó y lo sopló a las nubes que comenzaron a bajarse y los cubrió a todos los Asháninkas. ¿Qué han hecho entonces los colonizadores? Desesperadamente ya no podían ver, disparaban por disparar, pero ahora sí los asháninkas mataron a los colonizadores… y les persiguieron hasta el río Perené que cruzaron huyendo hasta llegar a la invasión de la Peruvian Corporation. Y ahora cuando ganaron, es que el curaca regresa y de alegría… prepararon masato e hicieron una fiesta que duró 15 días. Ahora, culmina esa fiesta y el curaca llama a todos y les dice: “Hermanos asháninkas, nosotros conforme hemos vencido a los señores colonizadores, merecen que se quede en los tres sectores su nombre de la colonización.” Le preguntaron, “¿por qué curaca?”. Ustedes no se dan cuenta –responde el curaca- porque ya van a crecer nuestros hijos, nuestros nietos y bisnietos, para que mañana más tarde se den cuenta quienes fueron los que han llegado a invadir nuestro territorio, como son Cuayle, Silva y Mitchell porque son las tres pampas y la primera se quedó en este lado como Pampa Cuayle, hoy en día es una comunidad campesina. Aquí atrás del cerro ahora es distrito de Perené se quedó con el nombre de Pampa Silva. Y la última que sacaron a los colonizadores a malas debería llamarse como Pampa Mitchell. Entonces ha llegado el reconocimiento y titulación de nuestra comunidad el 21 de junio de 1977... No vayan a pensar ustedes que de repente antes aquí ha habido mucho gato por eso lo llamaron michi a esta comunidad. Y la verdad es que le costó al nativo campa con tanto sacrificio de nuestros antepasados. Gracias a nuestros abuelos, a nuestros antepasados porque defendieron duro estas tierras.¿Por qué creen que esta comunidad quedó solamente en su territorio 238 has de tierra? Pampamichi no tiene más tierras, no es como hoy las comunidades del río Tambo, río Ene y río Pichis que tienen tremendas has de tierras para el futuro y bienestar de sus hijos, de sus nietos, pero Pampamichi se quedó como lo es ahora afectado por la colonización…”

[1] Son muchas las expresiones artísticas de la cultura Bora, entre ellas destaca la pintura de jóvenes artistas. Precisamente, el martes 14 de agosto el Centro Cultural España rinde homenaje al pintor Bora Víctor Churay Roque (1979-2002), el iniciador de este arte que sobrecoge por su colorido y belleza.
[2] Véase: http://www.eldinamo.cl/2012/07/29/comuneros-mapuche-se-toman-fundo-en-temuco-como-una-recuperacion-ancestral/
[3] Véase: http://www.youtube.com/watch?v=u4lmo5WnsRU
[4] Véase: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columna-del-director/la-tierra-y-el-agua_116539.html

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