martes, 23 de octubre de 2012

LAS EMPRESAS-PAÍS Y LA GRAN TRANSFORMACIÓN :LA RIQUEZA DE UN PAÍS ES SU FUERZA DE TRABAJO




Dr. Hugo SALINAS




¿Qué es la Fuerza de Trabajo? ¿Es un sinónimo de Trabajador? La noción de Fuerza de Trabajo ha sufrido variaciones a lo largo de la evolución de la actividad económica. En el lenguaje corriente, actualmente, por ejemplo, no se hace ninguna diferencia entre Fuerza de Trabajo y Trabajador. Aún más, la noción de Fuerza de Trabajo ha sido substituida completamente por la noción de Trabajador. ¿Por qué y cuáles son sus implicancias con relación a la gran Transformación?

Acerca de la noción Fuerza de Trabajo

Actualmente se genera mucha confusión al creer que la Fuerza de Trabajo de un país son los Trabajadores. Es una percepción reductora de la noción Fuerza de Trabajo. Son dos nociones diferentes que representan a dos conjuntos diferentes. El conjunto Fuerza de Trabajo incluye al sub-conjunto Trabajadores.

Pero la diferencia entre ambos términos no es solamente numérica. Va más allá. Es una diferencia en cuanto a la percepción que se tiene de cada uno de estos conjuntos con relación a la actividad económica. Quienes aprecian a la Fuerza de Trabajo en toda su magnitud, la aprecian poniendo en tensión a todos y cada uno de los miembros de la comunidad de un país en el logro de sus objetivos. Cada uno de los miembros de la comunidad de un país participa, en el nivel que le corresponde, en el esfuerzo para alcanzar la meta. Unos lo hacen en forma directa mientras que otros, en forma indirecta. La Fuerza de Trabajo moviliza a toda la Sociedad hacia los objetivos de la comunidad.

En cambio, y sobre todo actualmente, la búsqueda de objetivos en la actividad económica está únicamente relacionada con el conjunto Trabajadores. Todo el resto del Grupo Social ha pasado a la sombra, como si no existiera, a pesar de que siguen contribuyendo. Esta nueva percepción Fuerza de Trabajo = Trabajadores tiene mucho que ver con el comportamiento de la Repartición Individualista. Analiza el costo directo y trata de minimizarlo. Que el resto pase a la sombra se le acomoda. Una percepción que ha hecho escarnio de la noción de Fuerza de Trabajo.

Fuerza de Trabajo y Grupo Social, cara y sello de la misma moneda

A partir de la instalación de la Repartición Individualista como el segundo elemento de la actividad económica, la cantidad numérica de la Fuerza de Trabajo comienza a desligarse de la cantidad numérica del Grupo Social. Al mismo tiempo, pierde interés la calidad e importancia de la Fuerza de Trabajo en la actividad económica. 

Esto sucedió hace unos diez mil años aproximadamente, cuando se inició la segunda fase de los dos procesos naturales de producción. La segunda fase de la agricultura y la ganadería primitiva comienza en lo que podríamos llamar su punto de saturación. Es decir, el momento en donde ya no existen tierras aptas para crear tierra cultivable. Como consecuencia lógica, los unos envidian la tierra de los otros. Es el inicio de las grandes guerras por la apropiación de la tierra cultivable de los vecinos. Los unos ganan y los otros pierden sus tierras cultivables. Nace el esclavismo y el feudalismo sobre el principio de  la Repartición Individualista. Es decir, la totalidad del resultado de la actividad económica pertenece, en adelante, al propietario de la tierra cultivable. De esta manera, la Repartición Individualista substituye a la Repartición Igualitaria, como segundo elemento de la actividad económica.

En los primeros 190 mil años de existencia de los seres humanos, cuando la Repartición Igualitaria del resultado de la actividad económica era hegemónica, la Fuerza de Trabajo y el Grupo Social eran la cara y el sello de la misma moneda. El total de miembros de la Fuerza de Trabajo era igual al total de miembros del Grupo Social. Y esto porque, todo el Grupo Social, en forma directa o indirecta, participaba en el desarrollo de la actividad económica. Los Trabajadores lo hacían en forma directa, y el resto del Grupo Social lo hacía en forma indirecta. Los jóvenes se preparaban para remplazar a los adultos, y los ancianos brindaban toda su experiencia para la mejor conducción de la tribu. 

Hombres y mujeres, grandes y chicos tenían una relación, inmediata o a plazo fijo, con la actividad económica del Grupo Social. Desde el punto de vista de la actividad económica se les llama Trabajadores y no-trabajadores, constituyendo la Fuerza de Trabajo de la tribu. Y desde el punto de vista del Grupo Social se les llama recién nacidos, niños, jóvenes, adultos y ancianos. Eran, estrictamente, la cara y el sello de la misma moneda

Cuando la Repartición Individualista substituye a la Repartición Igualitaria como segundo elemento de la actividad económica, son los tiempos del feudalismo y el esclavismo, la Fuerza de Trabajo se reduce a los esclavos, siervos y sus familias. A partir de este momento, la Fuerza de Trabajo, numéricamente, no es más igual al del Grupo Social devenido Sociedad. De igual modo, la Fuerza de Trabajo pierde toda su importancia ante los ojos de la Sociedad, porque pierde el control de la conducción de la actividad económica. La Fuerza de Trabajo es resumida a la noción Trabajador (esclavo o siervo) y, de este modo, pasa a ser sinónimo de bestia de carga.

La Fuerza de Trabajo deviene sinónimo de Trabajador

Mientras la agricultura y la ganadería primitiva (dos procesos naturales de producción) sostienen la actividad económica del esclavismo y feudalismo, no hay lugar para desempleados. Esta forma de trabajar requiere de mucha mano de obra. Hasta los niños son empleados en las labores agrícolas y ganaderas. De tal forma que la diferencia, en cantidad numérica, entre la Fuerza de Trabajo y la Sociedad está dado únicamente por la diferencia entre las dos clases sociales. Al interior de los esclavos y siervos existe el pleno empleo de la Fuerza de Trabajo. Pero, el pleno empleo del total potencial de Trabajadores, al interior de esclavos y siervos, no sucederá más cuando se imponga el proceso artificial de producción, como nueva forma de trabajar. 

La nueva forma de trabajar, en fábrica, constituyendo una economía de mercado, se desarrolla también en Repartición Individualista. Cada fábrica, constituida en empresa, es autónoma financiera y administrativamente. Por lo tanto, la gestión de su personal es igualmente autónoma con relación al resto del mundo. En estas nuevas condiciones, el patrón de la fábrica solo se interesa del rendimiento óptimo de los elementos de su centro de trabajo. Lo que pase en el resto de fábricas y de la Sociedad no es de su incumbencia. Mientras su fábrica trabaje a plena capacidad, con el mejor rendimiento de máquinas y Trabajadores, que existan miles de trabajadores desempleados a la vuelta de la esquina, no es su problema. Son los efectos perversos de la Repartición Individualista sobre una nueva forma de trabajar que facilita el nacimiento del desempleo de personas en capacidad de trabajar.

Con el trabajo en fábrica y teniendo como regla la Repartición Individualista, la Fuerza de Trabajo ha sido reducida a la noción de Trabajador. Es el solo elemento que interesa al patrón de una fábrica. El personal empleado en su fábrica. Los recién nacidos, niños, jóvenes, ancianos, así sean familia del mismo Trabajador de su fábrica, no entran en línea de cuenta del patrón de la empresa. Las personas en capacidad de trabajar que se encuentren fuera de los linderos de su fábrica, tampoco. La noción de Fuerza de Trabajo ha sido rebajada al nivel del conjunto Trabajador. 

Es urgente repotenciar la Fuerza de Trabajo

A partir del inicio del desempleo, la Fuerza de Trabajo se reduce más aún en número. Los desempleados y sus familias ya no son parte de la Fuerza de Trabajo. En estas condiciones, el volumen de la Fuerza de Trabajo es más pequeño todavía con relación al volumen total de la Sociedad. Ya no es solamente una diferencia numérica por la existencia de dos clases sociales, una que trabaja y otra que vive del trabajo de los otros. Se suman a ellos los desempleados y sus familias. Y la masa de desempleados crece de más en más. Son los países del Tercer y Cuarto Mundo que sufren más, en donde la masa de desempleados llega a límites extremos. 

A ello se agrega el hecho de que el empresario, en Repartición Individualista, no toma en consideración los miembros de la familia del Trabajador. Entonces, la percepción de la Fuerza de Trabajo a través del conjunto Trabajador se reduce mucho más. Es la percepción del empresario que busca maximizar sus ganancias en forma rápida y directa a través de la máxima utilización del Trabajador que tiene en su fábrica. El comportamiento en Repartición Individualista le impide reflexionar sobre la importancia del resto de la Sociedad en la creación de riquezas.

De esta forma, en una economía a Repartición Individualista, como la que existe actualmente, la diferencia, en cantidad numérica, entre Fuerza de Trabajo y Sociedad es realmente asombrosa. Recuperar esta paridad es un reto para el nuevo modelo de economía y de sociedad. 

Como vemos, los cambios que han ocurrido desde hace diez mil años no son solamente numéricos. A la pobreza generada por la Repartición Individualista no solamente se le ha añadido el desempleo, sino también que se ha llegado a poner en la sombra, hacerlos invisibles, a los otros elementos de la Fuerza de Trabajo (recién nacidos, niños, jóvenes, ancianos). Sólo el Trabajador existe en tanto que Fuerza de Trabajo. Y lo que es más grave, se hace escarnio del Trabajador y de su trabajo.

Como consecuencia de este escarnio a la Fuerza de Trabajo y al Trabajador mismo, es corriente leer y escuchar que el trabajo es para los negros, los indios, los pongos, los asalariados. Se ha tergiversado a tal extremo los reales motores de la creación de riquezas que, incluso, en las alternativas de solución a los problemas socio-económicos solamente se toma en consideración al conjunto Trabajadores. A tal punto que, los modelos matemáticos de desarrollo económico de la escuela neoliberal solamente toman en consideración al factor Trabajo, expresión directa del conjunto Trabajador.

El pensamiento neoliberal ha llegado a tal extremo de suponer que, para el empresario, lo único válido es el Trabajador que tiene delante de él. Todo el resto carece de importancia. Aún más, ellos estiman que la sobrepoblación es un costo para la Sociedad. Tomando en consideración este argumento se han ejecutado programas de esterilización, incluso, sin el consentimiento de las mujeres. Aberraciones extremas que han llegado a facilitar crímenes de lesa humanidad.

Por ello es urgente devolver a los estamentos de la Fuerza de Trabajo la importancia que merecen. En lugar del endiosamiento al dinero, producto de un comportamiento a Repartición Individualista, egoísta; debemos devolver los blasones a los elementos de la Fuerza de Trabajo porque ellos son los reales creadores de riquezas.

Pleno empleo de la Fuerza de Trabajo

Debemos volver al pleno empleo de la Fuerza de Trabajo, reconociendo que dentro del modelo actual de economía es imposible. Incluso es contradictorio. Al empresario le interesa el desempleo, el máximo desempleo, porque abarata la mano de obra. Es una visión a cortísimo plazo, porque no es consciente de que ello deprime la economía. Es un comportamiento del que no puede escapar. Un comportamiento que proviene de la Repartición Individualista. Todos los empresarios se encuentran en esa lógica. Ninguno puede escapar a riesgo de ponerse en desventaja con los otros empresarios de su mismo rubro. Por ello, para cambiar este comportamiento se requiere implementar un nuevo modelo económico y social. 

La alternativa de solución es una economía de mercado a dos sectores, en donde el sector a Repartición Igualitaria será el hegemónico. En dicho sector, la Remuneración de Base, el incremento acelerado del salario mínimo hasta alcanzar el estándar internacional, y la producción acelerada de Bienes de Necesidad Básica, crearán otras condiciones. Estos mecanismos crearán las condiciones mínimas indispensables para el florecimiento de todos los elementos de la Fuerza de Trabajo.

Así, por ejemplo, el volumen del pleno empleo de Trabajadores estará determinado por todas aquellas personas que quieran voluntariamente realizar una acción directa en la actividad económica. Que el trabajo vuelva a ser una alegría y una decisión personal. Que el trabajo no sea una obligación para obtener un mínimo de recursos indispensable para supervivir. Que el trabajo se convierta en una decisión personal. Ya no más asalariados a doble turno, como si fueran bestias de carga. 

Es necesario que el nuevo Trabajador distribuya su tiempo total de actividad durante su vida en un tiempo para su participación directa en la actividad económica, un tiempo para su formación y reclasificación profesional, un tiempo para su vida de hogar, y otro para su diversión. Es decir, ya no más el asalariado, sino la persona que desarrolla una vida integral: contribución con la actividad económica, con la familia, con la sociedad y con el desarrollo de la ciencia, de la tecnología y del arte.

Es importante, igualmente, reconocer el trabajo realizado por las personas en edad de jubilación, durante su vida activa. Es necesario que las personas inicien su jubilación con los recursos financieros suficientes para llevar una vida decente y en el goce de sus facultades. No debemos olvidar, además, que las personas jubiladas tienen el potencial, físico e intelectual, para seguir contribuyendo, a su ritmo y su conveniencia, en la actividad económica y en el reforzamiento de las redes sociales. Es todo un todo un bagaje que actualmente se desprecia y se desperdicia.

De igual modo, es urgente darle importancia debida a la niñez y la juventud. Cuanto mejor desarrollemos las aptitudes en los niños y los jóvenes tanto mejor se desarrollará la actividad económica y la sociedad. Es importante prestar suma atención a los niños desde su nacimiento hasta los 8 años, período en el cual afloran todas su aptitudes, los mismos que serán reforzados hasta los 15 años. Es sabido que, actualmente, los nuevos ídolos; es decir, los nuevos líderes, en casi todas las ramas, son jóvenes de 17 años en promedio. Los tiempos se han acelerado y que continúan a recortar caminos. Las innovaciones, los descubrimientos, las creaciones, son pan de cada día. Es un nuevo mundo al que estamos ingresando, el de los conocimientos que generan nuevos conocimientos.

En suma, en el camino a la gran Transformación se debe prestar especial atención a los componentes de la Fuerza de Trabajo: Trabajadores y No-trabajadores (de otro modo: recién nacidos, niños, jóvenes, adultos y ancianos). Son ellos los verdaderos creadores de riqueza, de futuro, de sociabilidad. Volvamos  a repotenciar la Fuerza de Trabajo a fin de que vuelva a unirse, en número y calidad, con la Sociedad. Ellos fueron la cara y el sello de la misma moneda. ¿Por qué no volver a esta paridad maravillosa? Uno de los caminos es precisamente el pleno empleo de aquellos que, libremente, deseen trabajar. Un paso previo para lograr el pleno empleo de todos los estamentos de la Fuerza de Trabajo. Con ello, igualmente, se irá reformulando la noción de pleno empleo.

¿Es obligatorio maximizar las ganancias en las empresas-país?

Las empresas-país se desarrollarán bajo condiciones completamente diferentes de las empresas actualmente existentes. Y el punto de separación entre unas y otras será precisamente el tipo de Repartición del resultado neto de la actividad económica. Las empresas-país estarán regidas por la Repartición Igualitaria del resultado neto de su actividad económica. Esto determina que su objetivo es societal y no individualista, como las empresas actuales a Repartición Individualista. 

Pero, en tanto que empresas, ¿las empresas-país están también obligadas a maximizar la rentabilidad de su actividad económica? Al respecto es importante comenzar por hacer la diferencia entre rentabilidad y eficiencia. En una economía de mercado, como el que anima el proceso artificial de producción, todas las empresas deberán ser eficientes. Así tengan un tipo de repartición como el otro, las empresas deberán ser eficientes, a riesgo de salir del mercado. La eficiencia de la empresa se mide, esencialmente, en sus costos de producción, margen de utilidad, precio de venta y calidad del producto. La eficiencia se mide en cada uno de estos elementos pero que se resume, para el cliente, en dos variables importantes: precio de venta y calidad del producto.

Supongamos que dos empresas ofertan el mismo producto con la misma calidad y el mismo precio de venta. Bajo estas condiciones, ¿cómo es que una de ellas logra separar del mercado a la otra? Una de las explicaciones para que la empresa se declare en quiebra es que su costo de producción supera a su precio de venta. Otra explicación es que el margen de utilidad es igual a cero, motivo por el cual no presenta ningún interés al inversionista privado.

Volvamos de nuevo al ejemplo. Supongamos esta vez que dos empresas ofrecen el mismo producto, con el mismo precio de venta, calidad del producto y que, además, tienen el mismo costo de producción. Esto significa, por consiguiente, que tienen el mismo margen de utilidad. Pero, la comunidad decide incrementar el salario de los trabajadores. ¿Cuál de las empresas continuará en el mercado?

Si el incremento de los salarios absorbe el margen de utilidad de las empresas, ¿cuál de las empresas quedará en el mercado? La empresa a Repartición Individualista no tiene el menor interés de continuar a poner en riesgo su capital si es que no va a retirar ninguna utilidad. Este no es el caso de las empresas-país. La empresa-país no tiene esa restricción. Ella está animada por un servicio a la comunidad, y mientras se respete la eficiencia empresarial, se recupere el monto de inversión, no existe ningún inconveniente para seguir en el mercado.

Este es uno de los argumentos a favor del Nuevo Contrato de Trabajo a ponerse en práctica en las empresas-país, en donde el salario mínimo de sus trabajadores se incrementará aceleradamente. Además, la decisión de seguir en el mercado tiene dos argumentos mayores. Uno, es el de ofrecer puestos de trabajo en condiciones de eficiencia. Dos, incrementar la riqueza del país al producir bienes reales que mejorarán el cuadro de vida de la población. Es decir, en condiciones extremas, siempre la empresa-país tiene mayores ventajas para el desarrollo del país que la empresa a Repartición Individualista.

Eliminación de las desigualdades monetarias no significa eliminación del atraso

Con el ejemplo precedente hemos puesto en relieve las ventajas de las empresas-país para eliminar el desempleo de todos aquellos que, voluntariamente, deseen trabajar. Pero, al mismo tiempo, ¿podríamos decir que las empresas-país son igualmente ventajosas para eliminar la pobreza? Hasta aquí, según todo lo expuesto, la respuesta es no. Porque, hasta donde hemos desarrollado sobre las empresas-país, ellas contienen los mecanismos necesarios para eliminar las grandes desigualdades monetarias al interior del país. Para ello se servirían de la Remuneración de Base, del incremento acelerado del salario mínimo, y de la eliminación del desempleo. 

Lo que no debemos olvidar es que los países del Tercer Mundo, como es el caso del Perú, viven un atraso en formas de trabajar, de cientos y miles de años. Es decir, el cuadro de vida que se refleja de un alto índice de desempleo y de un irrisorio nivel de remuneraciones es lamentable. Por ello es que, en términos de creación de riquezas, el Perú se encuentra muy lejos del nivel alcanzado por los “países desarrollados”. Entonces, ¿qué es lo que faltaría para que la eliminación de las grandes desigualdades monetarias, al interior del país, ponga a la población en igualdad de progreso que los “países desarrollados”? En concreto, ¿qué hacer para eliminar el atraso?

Lo que faltaría, precisamente, es ponerse a tono con los avances de la Humanidad en las formas de trabajar. Los países del Norte ya ingresaron a la economía inmaterial. Como consecuencia ellos comienzan a gozar de un cuadro de vida correspondiente a una nueva y más eficiente forma de trabajar. Entonces, en lo que nos concierne, lo que nos falta es acelerar la instalación del proceso de trabajo de concepción. 

Entonces,  a pesar de que ya no existiría desempleo, todavía no se puede hablar de haber eliminado la pobreza en tanto sigamos desarrollando nuestra actividad económica con formas de trabajar ancianas de siglos y miles de años. El pleno empleo de las personas que voluntariamente deseen trabajar, en economías del Tercer y Cuarto Mundo, no garantiza la eliminación de la pobreza. La pobreza se mide no solamente con relación a la localidad, el país o la región. La pobreza se mide con relación al mundo. No olvidemos que a partir de la instalación del proceso artificial de producción, hace seis siglos aproximadamente, vivimos en una economía-mundo.

Esto nos indica que, paralelamente al suministro de Bienes de Necesidad Básica se debe comenzar con toda fuerza a la instalación del proceso de trabajo de concepción. Una forma de trabajar que genera esencialmente una economía inmaterial. Y en esta tarea, las empresas-país nuevamente juegan un papel importante. Ellas cuentan con una fuente de financiamiento que no está obsesionado en la maximización de las ganancias. Y los proyectos de investigación y desarrollo requieren este tipo de comportamiento en sus fuentes de financiamiento.

Por otro lado, no debemos olvidar que los “países desarrollados” ya comenzaron a vivir los inicios de la economía inmaterial. Desde hace un buen número de años están invadiendo el mundo con productos de la economía inmaterial. Ya cuentan incluso con una bolsa de valores llamada NASDAQ. Ello nos indica que, incluso en esta nueva forma de trabajar, ya tenemos un retardo a recuperar. 

La eliminación del desempleo a partir del presupuesto público

Supongamos un país de 30 millones de habitantes con una población económicamente activa de 20 millones, de los cuales el 60 % se encuentran ocupados; es decir, 12 millones. Lo que significa que el 40% se encuentra desocupado (8 millones de personas). Supongamos igualmente que 250 mil personas (1.25 % de la población económicamente activa) estaría compuesto de desempleo friccional (amas de casa que prefieren quedar al cuidado de sus hogares, de personas con discapacidad física, etc). La tarea a realizar consiste, entonces, en crear 7 millones 750 mil empleos en obras, Investigación y Desarrollo (I&D), educación, salud, justicia, policía y otros.

En definitiva, las medidas de política económica deben orientarse a ocupar siete millones de personas de una manera directa. Las 750 mil personas restantes (10.7% del personal a ocupar) serían absorbidas por los efectos indirectos de dicha política económica de contratación masiva de personal.

Del total de siete millones de desocupados, se estima que 3 millones serían absorbidos por obras e I&D, con la ayuda del sistema financiero a Repartición Igualitaria. Entonces, el presupuesto público deberá apoyar la inserción de cuatro millones de desocupados en los sectores educación, salud, justicia, policía y administración.

Si hubiéramos puesto como ejemplo a Suecia, el problema de desempleo ya estaría resuelto. Sucede que en Suecia, un cuarto de la población económicamente activa trabaja para el Estado. Un cuarto de la población activa, en el caso de nuestro ejemplo, son cinco millones que deberían estar trabajando para el Estado. Con esta política, en el caso de nuestro ejemplo, ya no existiría desempleo. Veamos. Si estimamos que actualmente están trabajando un millón de personas, lo que restaría es contratar cuatro millones de desocupados para que el país de nuestro ejemplo esté de acuerdo con la política de Estado de Suecia, y no sufra de desempleo. Y, precisamente, en el caso de nuestro ejemplo, son los cuatro de millones de desocupados que estamos empeñados en contratar para eliminar el desempleo. Es lo que decíamos, si el país de nuestro ejemplo estuviera alineado con la misma política de Estado de Suecia, ya no tendría el problema de desempleo. Simplemente, no existiría desempleo.

Pero, olvidemos a Suecia y volvamos a nuestro ejemplo. Supongamos que en este país de 30 millones de habitantes, con un presupuesto público de 60 millones de soles por año, con una tasa de desocupación del orden del 40% de la población económicamente activa, cuenta con un salario mínimo de 600 soles en la Capital y de 300 soles en Provincias.
Si el país del ejemplo decide ejecutar el programa de absorción de desempleados en un solo año, los egresos en efectivo a pagar por los cuatro millones de nuevos contratados, con cargo al presupuesto público, alcanzaría la suma de 21 mil 600 millones de soles anuales (36% del presupuesto público anual),.

 Nada alarmante si recordamos que, el pueblo americano estuvo dispuesto a realizar una emisión monetaria por un monto equivalente al 100% de su presupuesto anual para hacer frente a su crisis del 2007. En la práctica, ellos ejecutaron una emisión monetaria, en una sola vez, por un monto de 787 mil millones de dólares (27% de su presupuesto anual). Una emisión monetaria, sin respaldo real, no previsto en su presupuesto público, y por casi 100 veces más de lo que necesitamos para eliminar, en un solo año, el total de nuestro desempleo. Sin contar que no fue la única emisión monetaria que efectuaron sin que estuviera inicialmente programada en su presupuesto público anual.

Pero, una vez más, volvamos a nuestro ejemplo. Supongamos que la población y sus políticos del país de nuestro ejemplo son temerosos por ignorancia. Vista la consideración anotada, supongamos que la absorción de los cuatro millones de desocupados tomaría un plazo de cuatro años efectivos. Sobre la base de estos supuestos, se trataría de absorber 500 mil desocupados el primer año, un millón el segundo, un millón el tercero y un millón 500 mil el cuarto año. Total, cuatro millones en cuatro años.

El egreso del primer año sería del orden de los 2 mil 700 millones de soles (4.5% del presupuesto nacional anual), suponiendo que el 50% de contratación se efectúa en provincias y el otro 50% en la capital. El egreso del segundo año, y bajo los mismos supuestos, sería del orden del 13.5% del presupuesto nacional anual (4.5% por los contratados en el primer año + 9% por contratados en el segundo año). En los dos casos, nada significativo con relación al monto total estimado del presupuesto público nacional anual.

Para el tercer año se puede continuar a prever un aporte presupuestal del orden del 22.5% por lo que concierne los nuevos contratos de los tres ejercicios económicos (4.5% por los contratos del primer año + 9% por los del segundo año + 9% por los del tercer año). De igual modo, para el cuarto año se prevé un aporte presupuestal del orden del 36% correspondiente a los nuevos contratos del cuarto año (4.5% por los contratos del primer año + 9% por los del segundo año + 9% por los del tercer año + 13.5% por los contratos del cuarto año). Porcentajes de compromiso presupuestal bastante razonables, dado la importancia del objetivo.

Sin olvidar que, dado los ajustes presupuestales en el corrido de los 4 años, tales como la eliminación de los programas sin mayor interés, retroalimentación del presupuesto a partir de los 4 millones de nuevos contratados y, de un clima de pleno empleo a nivel país, el esfuerzo a desarrollar a partir del presupuesto público para eliminar el desempleo sería mucho menor que el 36% previsto.

Ferreñafe, el pueblo de las dos Fe, 22 de octubre del 2012

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