viernes, 14 de junio de 2013

CONVERSANDO CON WILFREDO SAAVEDRA


Dr. Hugo SALINAS

Wilfredo Saavedra Marreros, Presidente del Frente de Defensa Ambiental de Cajamarca, me solicita que explicite lo escrito en la parte final de mi artículo “La miseria de las izquierdas democráticas”, en relación al comportamiento de los izquierdistas y de los líderes de izquierda.

El párrafo de mi artículo en donde hago mención al proyecto minero Conga, dice:Continuar en esta posición y práctica insana de ‘puro político’ es, simplemente, no querer comprender por qué, ahora, las mayorías desconfían de todo lo que es ‘izquierda’. Tantos años de luchas defensivas han terminado por cansar, desconfiar y desilusionar. Eso pasa con las luchas sindicales, eso pasó con las luchas del Sutep, eso pasará con las movilizaciones contra el proyecto minero Conga.”

Salvaguardar el medio ambiente de las atrocidades que viene cometiendo la empresa minera Yanacocha es un objetivo y una práctica que tiene el respaldo de la población de Cajamarca. Haber logrado movilizar, a dicha población y a gran parte del país contra el proyecto minero Conga, es el mérito que todos reconocemos a los dirigentes tanto de la ciudad como de las comunidades campesinas. Y no es para menos,  porque dicho proyecto pretende eliminar en la fuente al recurso hídrico: en las cabeceras de cuenca.

Ahora bien, supongamos que el gobierno central decide paralizar definitivamente el proyecto minero Conga. Esta decisión sería el triunfo de una larga y ruda lucha por la conservación del recurso hídrico y del medio ambiente. Pero, ¿con ello se evitaría la aparición de nuevos “conga” a lo largo y ancho del país? No lo creo, ¿por qué?

Supongamos, una vez más, que el proyecto minero Conga ha sido paralizado definitivamente; supongamos que todos los proyectos mineros de este tipo, que abundan en el país, han sido paralizados; supongamos que no solamente los proyectos mineros si no también todas las concesiones mineras, petroleras, gasíferas y otros han sido vetadas por el gobierno central, ¿los problemas de las familias campesinas y selváticas habrían sido resueltos? No lo creo.

Y no lo creo porque, a pesar de que se lograra tamaña hazaña, las familias campesinas y selváticas seguirían en la pobreza, en la sub-ocupación, en la marginación, en el olvido. Su cuadro de vida seguiría siendo miserable: sin agua potable, sin luz eléctrica, sin servicios higiénicos, con analfabetismo, desnutrición infantil, salarios de menos de 3 dólares por día…

Entonces, es necesario comprender que la movilización de la población de Cajamarca es contra algo más profundo, no visible, pero existente. Y el dirigente tiene que tener la capacidad de comprenderlo para educar y enrumbar a la población a la verdadera solución del problema. Y en el caso específico de Cajamarca existen condiciones excepcionales para dar pasos serios a fin de lograr este objetivo. El gobierno regional y varios gobiernos locales están dirigidos por las “izquierdas democráticas”, además de que la población urbana y campesina sigue masivamente todavía la orientación de sus actuales líderes.

No olvidemos que la desgracia de los pobladores originarios comienza con la invasión de los españoles. Ellos se apropiaron de todo a cambio de nada, incluyendo a los mismos propietarios de dichas tierras que, en adelante, estuvieron obligados a trabajar gratis para los nuevos dueños del campo y de la ciudad: los encomenderos, después llamados gamonales.

Es decir, con la invasión de los españoles se instaura un nuevo modelo de economía, aquel ya imperante en Europa, en donde la totalidad del resultado de la actividad económica pertenece, única y exclusivamente, a unas cuantas personas. Así, en el Abya Yala, se da inicio a la Repartición Individualista del resultado de la actividad económica, tipo de repartición que continúa hasta ahora con todas sus atrocidades.

Y la empresa minera Yanacocha no es más que una de las tantas representantes de este modelo de economía.  Como la totalidad de las utilidades pertenece solamente a los accionistas de la empresa, el objetivo es maximizarlas. Y para conseguir este objetivo muy poco les interesa si quiebran el equilibrio ecológico de la zona, la salud de los campesinos y sus animales, y la productividad de sus tierras. Es decir, lo único que cuenta para los empresarios de este tipo de economía es más utilidades y más utilidades. Y su angurria por el dinero los lleva a corromper gobiernos, policías, militares, jueces y políticos. Es el comportamiento “normal” de los representantes de una empresa a Repartición Individualista, aquí y en la cochinchina.

Si no hemos comprendido esta problemática, y si no orientamos a la población hacia la solución de fondo, estaremos simplemente creando expectativas que luego terminarán por cansar, desconfiar y desilusionar, como sucede con las luchas sindicales y defensivas. Y por lo que observo y siento, eso pasará con la gran movilización contra el proyecto minero Conga, dado que se ha centrado únicamente en una lucha defensiva y ambientalista. No hay ningún indicio de construcción de un nuevo futuro, de una gran transformación.

Ferreñafe, el pueblo de las dos Fe, 14 de junio del 2013

LA MISERIA DE LAS IZQUIERDAS DEMOCRÁTICAS

Dr. Hugo SALINAS

Boaventura de Sousa Santos, sociólogo y profesor universitario[i], en su artículo “Tercera carta a las izquierdas”[ii] nos dice lo siguiente:

“Cuando están en el poder, las izquierdas no tienen tiempo para reflexionar […] y, cuando lo hacen,  siempre es como reacción a cualquier acontecimiento que perturbe el ejercicio del poder. La respuesta siempre es defensiva. Cuando no están en el poder, se dividen internamente para definir quién será el líder en las próximas elecciones […].” El profesor De Sousa concluye: “Esta indisponibilidad para la reflexión, que siempre ha sido perniciosa, hoy es suicida.”

Lo que está pasando con las izquierdas a nivel mundial no puede ser más evidente en el caso peruano. No existe una inclinación a la reflexión. O es conservar lo ganado en términos de poder, o es la lucha interna por ser el candidato a las elecciones. El actual quehacer de las izquierdas está muy alejado de la real problemática de las mayorías nacionales. Está muy lejos de querer construir el futuro. En breve, estamos frente a la miseria de las izquierdas democráticas.

Recientemente, el historiador y profesor universitario Antonio Zapata Velasco, ante un auditorio joven de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo de Lambayeque, y con motivo de un homenaje a Javier Diez Canseco, se expresó en estos términos: nuestra generación (refiriéndose a la de él y Javier) juega el rol de “tapón” al avance de las nuevas generaciones de izquierdistas.

El historiador Zapata no está lejos de la verdad. Porque las izquierdas de su generación se han dedicado solamente a las luchas defensivas, dejando para mañana las luchas por la transformación de esta economía y sociedad totalmente injusta. Se oponen, y lo que es más grave, combaten todo intento de reflexión que escape a su comportamiento de cúpula anquilosada y reformista.

Las izquierdas democráticas, con el poder en sus manos o sin él, se han dedicado a “mejorar el capitalismo”. En corto, han claudicado ante los dueños del capital y sus cancerberos. Han dejado para mañana las luchas de transformación. Es un comportamiento de traición. Buscan un líder para las elecciones, incluso fuera de sus rangos, para usufructuar del poder, en lugar de reflexionar sobre las causas profundas de los fracasos continuos de los movimientos de izquierda, tanto a nivel nacional como mundial.

Las ansias de retener la pequeña parcela de poder conquistado, o de conquistar un nuevo espacio, conduce a estas izquierdas democráticas a decir y practicar la idea de que “todo es político”. Para sus fines electoreros, evidentemente, “todo es político”. Pero, el destino del pueblo no está en conquistar el poder para, a partir de él, seguir desarrollando el capitalismo. El destino del pueblo es realizar la transformación.

Y la transformación, en términos precisos es, primero, la eliminación de las desigualdades socio-económicas que se expresan en pobreza de un lado y riqueza del otro; segundo, la eliminación del desempleo que condena a millones de personas a vivir al margen de la sociedad y; tercero, superar el atraso de cientos y miles de años en antiguas formas de trabajar que condicionan un cuadro de vida miserable de nuestros hermanos de la selva y de los andes.

Tres grandes males de los pueblos del Sur que tienen como origen a la Repartición Individualista del resultado neto de la actividad económica, y a su mecanismo de extorsión, la Configuración Mundial, que facilita la concentración en los países del Norte, y muy especialmente en las grandes multinacionales, la  casi totalidad del valor agregado por los pueblos del mundo.

Es urgente entonces, construir, desde ahora, las bases económicas de la nueva sociedad. Es urgente comenzar a construir el mañana. Convirtamos nuestras luchas reivindicativas en luchas de transformación. Levantemos la cerviz y luchemos por el mañana y no por la dádiva de ahora.

De esta forma, llegado el momento, contaremos con una base económica que pueda sostener sólidamente la decisión política de cambiar definitivamente las reglas de juego.

Continuar en esta posición y práctica insana de “puro político” es, simplemente, no querer comprender por qué, ahora, las mayorías desconfían de todo lo que es “izquierda”. Tantos años de luchas defensivas han terminado por cansar, desconfiar y desilusionar. Eso pasa con las luchas sindicales, eso pasó con las luchas del Sutep, eso pasará con las movilizaciones contra el proyecto minero Conga.

Ferreñafe, el pueblo de las dos Fe, 11 de junio del 2013


[i] Boaventura de Sousa Santos es sociólogo y profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de Coimbra, Portugal.


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