miércoles, 15 de enero de 2014

ARMIDA PICÓN MATOS VDA. DE ROUILLON: SU PAPEL EN LA PUBLICACIÓN DEL LEGADO DE SU ESPOSO, EL BIÓGRAFO DE J.C. MARIÁTEGUI


Todos los que admiramos la vida ejemplar de José Carlos Mariátegui y a su biógrafo, Guillermo Rouillon Duharte (1917-1978), También tenemos que admirar a ArmidaPicón; quien –tras el fallecimiento de su esposo- hizo posible la publicación de La creación heroica de José Carlos Mariátegui.  II tomo: La edad revolucionaria (1920-1930).  Armida contrarrestó con coraje los intentos de sabotear la publicación y expropiarla de la posesión de los manuscritos originales, valioso legado de su esposo. 

Lo dicho no es exagerado ni sensacionalista, simplemente, se trata de lucha de clases sociales.  Mariátegui combatió la voracidad capitalista y a quienes monopolizan la riqueza  y pauperizan a los trabajadores.  Además, La edad revolucionaria cubre la época de definición y deslindes ideológicos de Mariátegui.  La odisea que pasó Armida para publicar el legado inédito del biógrafo de Mariátegui fue la manera como honró la memoria de su esposo.

Armida y Guillermo
La vivacidad de los ojos de Armida, en perpetua admiración, debió haber gravitado fuertemente en la sensibilidad del joven Guillermo Rouillon.  El flechazo ocurrió en el recinto de la biblioteca central de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.  Ella, limeña, estudiaba farmacia y él, chalaco y bibliotecario de la misma universidad.  Se casaron en el año 1952 cuando ya Guillermo había empezado a acopiar material para la elaboración de la biografía de José Carlos Mariátegui.  Rouillon tuvo en su vida, no una; sino dos sublimes obsesiones:  Armida y José Carlos.

Armida conserva la “chispa” limeña de antigua data, pues nació y se crió en el centro urbano de Lima. Es pintora, autora e intérprete de música de valses y marineras, escritora de letra de canciones y obras de teatro; además, aficionada al baile.  Su sensibilidad de artista se nota a flor de piel.  En cambio, Guillermo era un hombre serio y disciplinado para el trabajo intelectual y consciente de que se consagraba a la realización de una obra que sería imprescindible en la lucha de clases. 

En suma, Armida y Guillermo, formaron una pareja que se complementaba armoniosamente.

Guillermo Rouillon o la sublime obsesión por Mariátegui
Tal vez, en algún momento Armida lo celó a Guillermo con José Carlos. Pues, aparecía por todos los rincones de la casa de la joven pareja aparecían  referencias a Mariátegui, rumas de fichas, recortes de periódicos, cartas, fotos, libros, revistas y documentos de las pesquisas obtenidas sobre la vida de Mariátegui.  Buena parte de su tiempo “libre” de Rouillon estuvo dedicado a Mariátegui.

El hogar de los Ruillon/Picón estuvo constituido, además,  por dos hijos.  Al nacer su hija, Rouillon le concedió a Armida la decisión de ponerle nombre: Liliana.  Pero, cuando nació su hijo varón, intentó llamarlo: José Carlos. Armida, inmediatamente, se opuso con tenacidad.  Ya era demasiado, José Carlos por todas partes.  Entonces, Guillermo cedió. Hizo una contrapropuesta que Armida aceptó alborozada:  Francisco Xavier.  Sin embargo, notó algo raro en el cambio tan rápido de Guillermo, pues, normalmente era un hombre de decisiones firmes.  Resulta que Francisco Xavier era el abuelo paterno de Mariátegui.

De los ingresos económicos mensuales obtenidos por Rouillon, una partida la asignaba para los gastos del hogar y otra partida para los gastos  que demandaba su investigación.  Mariátegui figuraba como un hijo más en el hogar. Esta asignación, algunas veces, no contaba con la aquiescencia de Armida; quien, en esas condiciones,  se volvió sumamente organizada y logró equilibrar el presupuesto familiar.

Guillermo, tan igual como Mariátegui, elaboró su obra con honradez intelectual, sin dedicación exclusiva y sin financiamiento externo, con sus propios y limitados ingresos económicos.  Además, en el caso de Rouillon, sin adscripción a un partido político.

El gran trabajo de acopio de 3,462 fichas bibliográficas e iconografía fue puesto generosamente a disposición de los investigadores cuando todavía no había aparecido el primer tomo de la biografía.  En 1963 la Universidad de San Marcos editó la Bio-bibliografía de José Carlos Mariátegui.  Esta fue una de las bases sobre la cual proyectó la futura biografía de José Carlos.

La creación heroica de José Carlos Mariátegui  (1975)
(Tomo I La edad de piedra 1894-1919).  
El esperado primer tomo de la biografía no aparecía por la dilación burocrática en la universidad de San Marcos, entonces, Alberto Tauro del Pino, profesor de la universidad, gestionó su publicación con Boris Acchinelli de la editorial Arica.  Así es como salió a luz La creación heroica de José Carlos Mariátegui (Tomo I La edad de piedra 1894-1919) en el año  1975. Está obra está dedicada a Anna Chiappe Vda. de Mariátegui.  Al mes de publicada, la edición se agotó.

Como es natural –y hasta esperado-  en cualquier obra, las  críticas aparecieron.  En conversación amical, fui receptor de dos observaciones a dicha obra. Una de Javier Mariátegui Chiappe, psiquiatra y último hijo de José Carlos:  demasiado énfasis en la búsqueda del padre.  Otra observación de Jorge Falcón Garfias: ha entrevistado hasta el viento. En efecto,  Rouillon aprovechó oportunamente a los contemporáneos de Mariátegui para obtener información. Verdaderamente, esta crítica de Falcón es una alabanza para un investigador.  Tan igual como le respondió Vargas Llosa, nuestro premio Nobel,  a su mujer:  hasta cuando me criticas, me alabas.  Pues, ella le había dicho que para lo único que servía era para escribir. 

Fallecimiento de Guillermo Rouillon: 1978
Rouillon, aun  con la enfermedad que lo condujo a la muerte, siguió investigando mientras el vigor físico se lo permitió.  Primero tenía que concluir la biografía de Mariátegui, después, recobrar la salud; había que ganarle la carrera a la muerte y a todos los que estaban interesados en soslayar la figura emblemática de Mariátegui.  Así son todos los que tienen conciencia de la trascendencia de la obra que están realizando.   (Lo mismo ocurrió con  Mariátegui).  El esperado segundo tomo fue su obra póstuma.  Rouillon falleció el 3 de diciembre de 1978. Y es a partir de esa fecha que se revela una grandiosa faceta de Armida.

Pero, antes de continuar con Armida me permitiré contar brevemente un episodio que revela la conducta de algunas viudas de intelectuales notables con valiosas bibliotecas y archivos.  Lo refirió Jorge Vega, erudito y refinado librero sin librería, ligado a los estudiantes y profesores sanmarquinos de la década del 60 del siglo pasado.  Al leer el obituario del diario El Comercio se enteró de que había fallecido un notable intelectual.  Esperó un tiempo prudencial y fue al domicilio del difunto para tentar suerte con la compra de su biblioteca.   Lo recibió la viuda y le dijo que su llegada era muy oportuna, pues los libros y papeles de su marido habían invadido toda la casa y hacía tiempo que quería deshacerse de ellos.  Sin embargo, le preguntó  cuánto ofrecía por llevarse todo y así dejarle espacio para renovar su casa.  Jorge Vega, o Veguita, como lo llamábamos cariñosamente, empezó a tasar el valor del legado del difunto.  La viuda observó que estaba meditabundo y se demoraba en responder a su pregunta.  Lo que pasaba era que Veguita se había quedado muy corto con el dinero que tenía, por lo valioso de la biblioteca y de los archivos. Pensó que era imposible que pudiera adquirirla.  La viuda entendió la tribulación de Veguita y en tono conmiserativo le dijo:  ya, no se preocupe por comprar la biblioteca; aquí tiene dinero para que pague el alquiler de un camión y llévese todo, pero rápido.  Veguita, comentó, después, que con el dinero de la venta de esa biblioteca  pasó un año en París confortablemente instalado.

Así como hay mujeres que al enviudar tratan de deshacerse de las obras e  instrumentos de trabajo de sus esposos; existen otras, como Armida Picón Matos, que son celosas guardianas de la documentación de su difunto esposo y promotoras de sus obras; sobreponiéndose a situaciones adversas.

Una mujer sola se enfrenta a una organización partidaria
Como es sabido Rouillon se adscribió personalmente al ideal socialista; sin embargo, no militó en un partido político. Esa condición le permitió libertad en su investigación sin tener que obedecer, disciplinariamente, a ninguna  consigna partidaria.  También es sabido que a la muerte de Mariátegui quienes asumieron la conducción del partido, que él fundara, no tuvieron el carisma necesario ni continuaron su orientación y actitud.  Tampoco hubo militante alguno del partido comunista que confeccionara la biografía de Mariátegui.

¡Menudo enredo le había deparado la viudez!  Armida, en posesión del texto original del segundo tomo intentó su publicación. Solicitó una proforma a varias imprentas; pero el costo superaba sus posibilidades económicas. No logró una cotización que hiciera posible la publicación.  

Sumida en su tribulación Armida pensó:  ¿qué puertas tocar?  No llegó a tocar ninguna puerta fue a ella a quien le tocaron la puerta. Eso ocurrió en al año 1980. Dejemos que la propia Armida nos relate ampliamente este episodio:
Estaba por creer en un “milagro”…, apareció ante mi vista sonriente… el “lobo vestido de cordero”… que con sentido gesto de pesar al recordar a su “gran amigo Guillermo”, me manifestó su deseo de ayudarme en la publicación del 2do. Tomo de la biografía.  Me prometió que la edición sería de lujo, tratada con el mayor de los esmeros.
Agradecida y conmovida le facilité los manuscritos…, por cierto, me dio todos los datos concernientes de la imprenta Cosmos, y la referencia del Sr. Guerra, encargado de la Gerencia quien directamente me informaría del avance de la publicación.
Conversé con mi familia y consideraron “una gran suerte” este insólito acontecimiento, pero aun así, yo, tenía una inquietud, una desazón que no sabía explicar… Pasados unos días llamé al gerente encargado de la publicación, me dijo que estaban en pleno proceso de digitación y que en fecha próxima me avisaría del avance. Asimismo, cumplió con entregarme un documento en el que se hablaba de la publicación y un tiraje de 5,000 libros, nuevamente quedé impresionada…, mas pasado unos días me avisó que sólo imprimirían 2,000 libros.
Un amigo de Guillermo al enterarse de esta situación -para él, anómala- me dijo que exigiera a la Gerencia corregir las pruebas. Fui a entrevistarme con el susodicho Gerente y se molestó por pedirle la corrección de las pruebas, me dijo que “ellos se encargaban de todo”.
Mi desazón fue en aumento. Decidí protestar ante el personaje que había asumido la responsabilidad de la publicación, pero no respondía a mis llamadas telefónicas, era muy difícil ubicarlo hasta que lo encontré en una reunión rodeado de partidarios.
No tuvo más remedio que acercarse a saludarme. Sin mayores preámbulos le expresé mi extrañeza por las respuestas del Gerente de la imprenta. Quiso convencerme de que “ellos” se encargaban de todo a fin de lograr una edición impecable.
No acepté tal condición y en voz alta lo conminé a que me devolviera de forma inmediata los manuscritos que le había entregado. En horas de la tarde, me entregaron completa la documentación. En ese entonces, el sociólogo Alfredo Hernández Urbina me comentó que había leído un artículo de este personaje con datos sorprendentes, que luego comprobó pertenecían al 2do. tomo, aún inédito.

En medio de su desilusión a Armida la reconfortó estar nuevamente en posesión de los originales de su esposo.  Sin embargo, no se dio reposo. Ante Armida desfilaron una serie de personas.  Ella nos dice: Mi mente estaba obnubilada, parecía una conspiración, sentía un resquemor que me afectaba físicamente. Además, seguía atribulada porque no encontraba alternativa para publicar la obra de su esposo.  En esas circunstancias, se le presentó providencialmente un aliado para sobrellevar la soledad de su lucha.

Una gentil llamada telefónica de Francisco Izquierdo a Armida fue aprovecha para que le contara las tribulaciones que estaba pasando.  Inmediatamente Izquierdo ofreció su colaboración y acudió a su casa.  Así como también cuando acudió al hospital de neoplásicas cuando se enteró que Rouillon se hallaba internado; en todo momento fue un amigo leal. (Decir amigo leal, no es una hipérbole ni un pleonasmo; porque hay otra clase de “amigos”).

El amigo leal:  Francisco Izquierdo Ríos
Armida, en posesión del texto original conformó un dúo bien afiatado con el pedagogo y literato Francisco Izquierdo Ríos para revisar y hacer algunas correcciones.  Juntos cotejaron página por página.  Hallaron algunos errores en la numeración de las citas.  En palabras de Armida:

Recuerdo que pacientemente todos los días en la tarde venía a mi domicilio desde La Perla Baja, Callao, a Miraflores en bus y, se reía de sus dolencias.

Habíamos quedado en revisar 10 páginas diariamente y lo hacía con entusiasmo, matizaba con anécdotas el momento en que disfrutaba de un café de Chanchamayo que mi hermana Perla le enviaba (pasado gota a gota) y que degustaba con verdadero placer.

Mis hijos, mi familia  y yo, le estamos profundamente agradecidos por su ayuda pródiga cuando la "nave parecía zozobrar"; con su espíritu generoso y leal amistad volvió la calma y la seguridad de haber despejado las sombras que acechaban. 

Armida frente a una empresa,
el segundo intento fallido:

Sin embargo, permanecía la incertidumbre de la publicación del segundo tomo de la biografía de Mariátegui.  En esas circunstancias…
¡Zás! se presentó otro “amigo” de Guillermo, periodista, a quien conocía por referencias, me ofreció sus servicios por una módica suma, para trabajar la publicación, me dijo tener en su haber la publicación de varios libros, citando títulos etc. etc. -tenía gran experiencia- así, me explicó su “modus operandis”: 1) llevar y traer de la imprenta a mi casa (él personalmente) lo avanzado en el tipeado o sea las pruebas para mi corrección y V° B°; pagar en cómodas cuotas los gastos de tipeo, micas, y las planchas de metal (que en esa época se usaban) para la impresión; 3) ver la compra del papel en resmas; 4) fotolitos, etc. y claro está, un adelanto de dinero.
Me pareció magnífico el ofrecimiento y acepté el trato con previo compromiso escrito en que se señalaba el costo, la corrección de las pruebas, la entrega de dinero en partes de acuerdo a las entregas y fechas respectivas.
Cumplida la entrega del adelanto y pasado un buen número de días, mutis, no aparecía ni llamaba por teléfono “este fulano de tal…” Fui a su casa, me dio “explicaciones”, de buscar otra digitadora, pues la anterior había fallado y con esta nueva todo iba a salir bien…etc. etc. etc.… me reiteró su buena voluntad e interés por sacar la obra. A la semana me llevó un puñado de hojas de prueba para corregir, a la semana siguiente de igual forma, pero a la tercera semana: mutis, la siguiente semana: mutis… ¡no cumplía con el trato!  Nuevamente fui a su casa y de nuevo las “explicaciones”… pero… pecó en comentarme que estaba postulando a un cargo en una empresa y que las diligencias que había realizado le habían tomado mucho tiempo ¡qué tal raza!
Me aseguró que llevaría en pocos días nuevas pruebas. Nada, ni asomos de él. Ya había pasado el mes y días. Fue a mi casa llevando más pruebas para corregir. Me pidió más dinero, para la compra de micas, pago de la operadora y también que le adelantara otro 50% más de su trabajo quedando un mínimo por cancelar, pues –según él- estaba en una situación difícil.
Le hice saber mi disgusto por su comportamiento, mas por sus ruegos y seguridades de la próxima aparición del 2do. Tomo, en un incomprensible “lapsus”…, le di un adelanto, aunque de menor cuantía.
Los días se sucedían, parecía una novela por entregas.
La paciencia se me agotó. Un premonitorio pensamiento maquiavélico se apoderó de mí.
Le envié una carta Notarial abierta a la Mesa de Partes de la empresa donde había conseguido una importante colocación; en la carta le reclamaba por su “incumplimiento en el trabajo que había contraído, con la consabida pérdida de tiempo; la devolución del último adelanto, en un plazo de 24 horas por constituir una estafa sus servicios; la entrega inmediata de toda la documentación suministrada y dar por cancelada su contratación, advirtiéndole que en caso contrario, haría la denuncia legal correspondiente en defensa de mis derechos ciudadanos”.
Al día siguiente lo tuve en mi casa indignadísimo, me increpó que malévolamente lo había indispuesto ante sus superiores creándole una mala imagen. En fin: devolvió todo.
¡Otra vez a fojas cero!

Confiar en las propias fuerzas, 1984:
Apareció el tomo II, La creación heroica de J.C. Mariátegui.
La edad revolucionaria (1920/1930).

Armida estaba en un momento crucial, pero no cayó en un estado depresivo.  Se planteó la misma pregunta de Lenin ¿Qué hacer? cuando también Lenin estuvo en un momento crucial y que dio título a uno de sus libros.  Dicha pregunta fue respondida por la misma Armida con un principio de Mao Tse Tung:  Confiar en las propias fuerzas.  Es decir, sacar la publicación a como diera lugar, aportar trabajo personal y el limitado dinero que disponía.  De tanto ir i venir a las  imprentas adquirió conocimientos del proceso de impresión para abaratar costos.

Armida, cual Odiseo, arribó a Itaca después de sus aventuras desventuradas el año 1984. Salió de las prensas de la editorial Alfa LA CRECIÓN HERÓICA DE JOSE CARLOS MARIÁTEGUI. La edad revolucionaria (1920/1930) Tomo II de Guillermo Rouillon Duharte.  El tiraje fue de 1,000 ejemplares.  La inusitada expectativa por informarse de la edad revolucionaria de J.C. Mariátegui agotó la edición en pocos días. Este fue el premio que reconfortó  sus desvelos y tribulaciones.  Así quedó registrado, imperecederamente, el heroico esfuerzo de Guillermo Rouillon. Pues, en esa obra mi esposo dejó parte de su vida; como lo certifica Armida.

La magna obra de Rouillon se ha tornado clásica en el tiempo y es sumamente consultada; pero, muchas veces, escritores, militantes de partidos políticos de izquierda y cineastas no citan la fuente de donde han obtenido la información e ignoran a Guillermo rouillon y, de paso, a Armida, la propietaria del legado de su esposo. Tampoco reconocen que contrarrestó los escollos que impedían la publicación de La Edad Revolucionaria. Obra que es una ofrenda a la clase trabajadora del Perú y del mundo.



Epílogo
            Sin embargo, Armida es una mujer emprendedora –entre otras cualidades que orlan su personalidad-, se preparó para la segunda edición de la Biografía y la Biobibliografia de José Carlos Mariátegui La Chira. (Los tres tomos aparecieron en 1993).  Luego, se consagró al ordenamiento y preservación del valioso archivo y biblioteca Rouillon para que estuviera a buen recaudo y próximamente a disposición de los estudiantes y estudiosos.. 

La odisea que volvió a pasar Armida para esa segunda edición es otra historia… ¡Qué tal paradoja!  En un país en donde todos los grupos de izquierda  se reclama mariateguístas; promociones universitarias, colegios e instituciones ostentan su nombre.

Ese mismo país –nuestro país-, gestó una mujer, como Armida, que brinda un generoso tributo a la memoria de su esposo y, por ende, a nuestro pueblo con la publicación de la biografía completa de Mariátegui.

Ante Armida,
¡nuestra reverencial genuflexión
y un eterno reconocimiento!

 Antonio Rengifo Balarezo
Lima, diciembre del 2012


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