viernes, 24 de septiembre de 2010

TERRORISMO – DERECHOS HUMANOS – HIROSHIMA



I
Desde que la humanidad se escindió en clases antagónicas, la clase dominante tiene el monopolio de la fuerza. Su aparato represivo físico (ejército permanente, policía política, cárcel, patíbulo) es la base de su sistema de dominación general (dominación ideológica, explotación económica, opresión política, represión social) Si tiene fuerza suficiente, su violencia es de “guantes blancos” Si su fuerza se debilita, su violencia se desborda en terrorismo oficial contra el “enemigo interno”, contra el propio pueblo trabajador (desaparición selectiva, masacre sistemática, desplazamiento forzado, paramilitarismo, criminalización de la protesta) Así, hay relación primaria entre terror, violencia, fuerza. Todo terror es violencia, pero no toda violencia es terror. Toda violencia es fuerza, pero no toda fuerza es violencia.
Toda clase en el Poder cumple doble función: función de dominio, función de servicio. Mientras esa clase expresa el desarrollo de las fuerzas productivas del país, hasta tiene la opinión pública a su favor, y la oposición sólo puede ser protestataria. Pero cuando esta función de servicio se paraliza, declina o ya no existe, la función de dominio se expresa en toda su crudeza, y la oposición necesariamente tiene que ser contestataria. Bien se sabe que “donde hay opresión hay resistencia” Se abre un período de revolución aunque ninguna revolución ha triunfado ni puede triunfar mediante el “terror excitante” Bien se sabe que para el proletariado, que no tiene fuerza material, “la teoría se convierte en formidable fuerza material apenas prende en las masas” De aquí parte el presente análisis.

II

En 1793 la revolución francesa aprobó los Derechos del Hombre y del Ciudadano. En esencia, consistían en igualdad, libertad, seguridad, propiedad privada. Después fueron conocidos por la trilogía Libertad-Igualdad-Fraternidad. Pero esos derechos eran sólo derechos de los propietarios y para los propietarios, son derechos del liberalismo, de la burguesía, del capitalismo
El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de Naciones Unidas aceptó y proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que consta de 30 artículos. Pero ahora el pueblo trabajador señala que esos derechos sólo son tres: “ver - oír - callar”
Además existe el Derecho Internacional Humanitario, para defender al pueblo desarmado que de súbito se encuentra entre dos fuerzas combatientes. Pero, de hecho, la población civil siempre sufre por masacre sistemática, desaparición selectiva, desplazamiento forzado, represión permanente. Si antes el propio ejército oficial realizaba ese “trabajo sucio” ahora de él se encarga el paramilitarismo; pero bien se conoce la relación interna entre militarismo oficial y el paramilitarismo privado.
Por supuesto, la Declaración Universal de Derechos Humanos todavía tiene validez universal. En esencia, esa Declaración contiene derechos básicos:
a) Derecho al Trabajo Emancipado: “Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo” (Art. 23-1) Pero, ahora el desempleo cunde en todo el mundo, y en muchos países supera el 20%
b) Derecho a la Vida Digna: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad” (Art. 25-1) Es decir, no sólo vida física sino también vida intelectual, no sólo vida material sino también vida espiritual. En verdad, Vida Digna.
c) Derecho al Cambio Social: “Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos” (Art. 28) Si algún sistema dominante deviene caduco, inepto, corrupto, ¿por qué, entonces, el pueblo trabajador no debe luchar por cambiarlo?
d).- Protección de la Ley: “Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión” (Preámbulo, Consideración 3) Pero, si algún sistema dominante conculca esta Declaración Universal, ¿qué hacer?
Por eso ahora el Cambio Social es el supremo derecho de la humanidad toda.

III

En agosto de 1945, cuando ya se había definido la II Guerra Mundial por la rendición incondicional de las hordas hitlerianas ante el ejército soviético, EUA lanzó dos bombas atómicas sobre población civil (Hiroshima, con 400 mil pobladores, destruida en un 90% el 6 de agosto; Nagasaki, con 440 mil pobladores, igualmente destruida el 9 de agosto) Por supuesto, la rendición incondicional de Japón no se hizo esperar.
Las bombas tuvieron por blanco población civil, no agrupación militar alguna. Por eso las víctimas civiles (niños-ancianos, varones-mujeres, sanos-enfermos, gestantes-discapacitados que cayeron calcinados, heridos, lisiados de por vida), superaron el medio millón. Con esta acción terrorista, genocida EUA consolidó y expandió su dominación mundial. Pero ahora sigue la treta del ladrón que grita “¡Al ladrón, al ladrón!”
¿Cuáles fueron las “razones” para esta perversa acción militar? EUA estaba en guerra contra la agresión nipona, defendía a su ejército de más bajas, perseguía el dominio mundial, pretendía amenazar al mundo con su monopolio nuclear, blandía abiertamente su terrorismo oficial. Ahora este impune terrorismo oficial de EUA es la principal amenaza mundial. A través del mundo ha establecido más de 700 bases de operaciones militares.
En 1945 Estados Unidos difundía su “destino manifiesto” Y antes de terminar la II-GM iniciaba ya su “guerra fría” para enfrentar la contradicción capitalismo-socialismo. Medio siglo después cambia la consigna de “lucha contra el comunismo y el oro de Moscú” por la de “lucha contra el terrorismo y el oro del narcotráfico” Pero terror y narcotráfico son grandes negociados que dejan pingües ganancias a EUA, al sistema dominante mundial.
Ahora el terror aislado de sectores de población sólo es natural respuesta al terror oficial (“pelea de tigre con burro amarrado”), sea nativo o extranjero. Es el terror de la desesperación del país, de sus ciudadanos, del pueblo trabajador que ofrenda su vida por sus reivindicaciones básicas, por la dignidad de la patria pisoteada y humillada, por el cambio de sistema social. Las armas megaletales son monopolio del agresor, las armas del patriotismo son patrimonio del pueblo trabajador.
Con el neo-liberalismo el sistema dominante cambia libertad por opresión, igualdad por humillación, fraternidad por discriminación, trabajo por desempleo, educación por pensamiento único, salud por desnutrición crónica. Esto ocurre en el mundo globalizado.
El socialismo, dialécticamente es antiliberal pero sucede históricamente al sistema actual. Por eso debe cumplir esas tareas que abandona el liberalismo.
Entonces, los patriotas de ahora, igual que los kamikazes de ayer no pueden ser acusados de terroristas. Lucharon por su Patria, luchan por el Cambio Social, supremo derecho de la humanidad. Así, el socialismo es el desenvolvimiento lógico del liberalismo.
Por eso, ahora los inmolados en Hiroshima y Nagasaki están más presentes que nunca en la conciencia de los pueblos que luchan contra el terrorismo oficial.

IV

Resumiendo las luchas del pueblo peruano, JCM señaló que “Todas las revueltas, todas las tempestades del indio, han sido ahogadas en sangre. A las reivindicaciones desesperadas del indio les ha sido dada siempre una respuesta marcial. El silencio de la puna ha guardado luego el trágico secreto de estas respuestas” (XI.27) De la lucha contra el colonialismo queda el hecho histórico de la sangrienta represión del levantamiento de 1780-1781, con el sádico desmembramiento de Túpac Amaru en plena plaza pública y la masacre genocida de pueblos y pueblos enteros. Pero el pueblo siguió luchando. En las luchas del s. XIX, los patriotas eran perseguidos, torturados, acusados de bandidos al servicio de potencias extranjeras, ejecutados, ahorcados y sus cabezas exhibidas en plazas públicas. Lograda la victoria, son los que ahora recordamos y rendimos homenaje en monumentos, plazas, calles con sus nombres, y los honramos en las páginas de la historia.
La ideología impuesta por la colonia era el sometimiento servil del pueblo trabajador. El trabajo era para el emperador (el quinto para la corona), para apaciguador celestial (el diezmo para la Iglesia), para el gamonal (renta trabajo, renta producto, renta dinero) Esto se acabó en parte con el nuevo sistema de libertad-igualdad-fraternidad.
El lado negativo fue que “cambió el pandero de manos, pero de sonidos no” Por eso el pueblo continuó la lucha por sus reivindicaciones; aprendió a organizarse en sindicatos, cooperativas, partidos. Al Centenario de la Independencia logró jornada laboral, salario mínimo, seguro social, jubilación, derecho de organización, derecho de huelga.
Pero en vísperas del Bicentenario de la Independencia ha perdido todo lo logrado en sus luchas reivindicativas. Por eso vuelve a la lucha en la nueva realidad y en nuevas condiciones. Por eso el análisis debe partir siempre de la realidad actual.
La nueva realidad es que la clase dominante ha llegado al límite de sus posibilidades de dirigir el crecimiento, desarrollo, progreso del país. Es una clase que vive de la renta y no de la producción. Es una clase caduca inepta y corrupta que ha llevado al país a la desagrarización, desindustrialización, informalidad laboral. Por eso estamos como estamos.
Las nuevas condiciones se expresan en que la clase dominante abandona sus ideales de libertad igualdad fraternidad. Ya no cumple su función de servicio porque representa un capitalismo marginal absolutamente supeditado al capitalismo transnacional. Y si este capitalismo se hunde en su burbuja financiera, con mayor razón se hunde el capitalismo marginal de la clase dominante en el país. Por eso queda a la luz su función de dominio aplicando fielmente la nueva receta transnacional de tener una fuerza pública como ejército de ocupación para enfrentar al “enemigo interior” con su terrorismo de Estado, con su criminalización de la protesta popular, con sus elecciones como medio de engaño.
La clase dominante tiene a flor de labios su “Estado Social de Derecho” y su “Democracia representativa” Pero “El verdadero liberal se reconoce vedado de oponerse doctrinal y prácticamente al socialismo y obligado a admitir el envejecimiento de las instituciones y programas liberales, porque otra actitud sería antiliberal en el sentido más profundo y viviente de su filosofía. Éste es el drama del liberalismo” (JCM, 13.03.29)
Trabajo emancipado, vida digna, cambio social sirvieron de bandera para la Independencia. Ahora el pueblo las levanta en su lucha por un nuevo orden social.
El terrorismo, pues, no es del pueblo trabajador, es del Estado actual.
Ragarro
24.09.10