lunes, 30 de abril de 2012

UN BALANCE SOBRE LOS POCORAS HUAMANGUINOS


Un Tema de Antropología

Dr. Phil. Alfredo Alberdi Vallejo
Berlín, Alemania

1. El otro punto de vista a los 472 años de la fundación de Huamanga.

Hace unos ocho años atrás cuando deslindábamos posiciones de conocimientos históricos (nosotros sí presentamos documentos coloniales) sobre la existencia real de la etnia Pocora de Huamanga prehispánica el panorama era de incertidumbre.

Antes del año 2004, en la Internet, ya no existían referencian sobre los “Pocras” o “Pokras” como ancestros huamanguinos, solamente habían aisladas citas del antroponímico de algunas familias turcas. En aquel tiempo si eran boyantes los trabajos que negaban y renegaban de la existencia de los Pokras donde se afirmaba que “esos eran un invento de elite de los ayacuchanos del siglo pasado”.

Desde el año 2005 a esta parte han vuelto en la red virtual electrónica y en algunos libros de la historia regional peruana los estudios y algunos datos nuevos sobre los Pokras como etnia huamanguina. Al respecto y por nuestra parte hemos presentado al público variada documentación colonial fechadas desde 1536, 1539, 1540, 1543 y muy especialmente la relación completa de los curacas prehispánicos que habitaban los pueblos antiguos de Huamanga y que fueron encomendados en 1541 por el mismo Pizarro a los primeros vecinos españoles de Huamanga. Y, ¿cuál fue la actitud de los que negaban y renegaban de la existencia de los Pokras? ¿Ellos han presentado algún documento de aquella época que refrendan sus criterios? Nada de eso. Han hecho un cobarde mutis y jamás presentarán ni un renglón escrito colonial donde nieguen y renieguen de la existencia de los Pocoras, primeros habitantes de las tierras de Huamanga precolonial.

En este artículo usaremos indistintamente los nombres de la etnia huamanguina como: Pocora, Poccra y Pacora según lo escrito en la documentación colonial, y de Pocras y Pokras, según la escritura actualizada.

2. Falsedades evidentes.

Sin embargo, hasta hoy subsisten errores históricos en la mentalidad de las autoridades legales de la “muy noble y leal” ciudad de Huamanga, pues siguen tergiversando la historia escrita sustituyéndola por la imaginativa, carente de fuentes históricas, estos son algunos miembros de la Municipalidad de Huamanga, la Universidad de Huamanga, el Ministerio de Cultura y el Gobierno Regional. Y, ¿las organizaciones “populares”, no dicen nada? Nada. Posiblemente esas personas no desean hacer la “mea culpa” por haber subvencionado unos libros sin la menor capacidad metodológica y huérfana de documentación colonial. Tendrá que pasar algún tiempo en que esos viejos conceptos subjetivos pasen al tacho de la historia y nuevas mentes asuman una tarea de valorar la verdadera historia local huamanguina.

También, existen algunas personas que a nuestros trabajos esclarecedores y con documentación en la mano, los han tomado como si fuesen “ataques personales” a los que cuestionaban la existencia de los Pocoras con puras poses presuntuosas.

Otro número de personas continúan arrastrando los errores históricos: unos piensan que la villa de Huamanga fue fundada por Pizarro el 29 de enero de 1539. No es veraz esta posición que se basa en una “cédula” de nombramiento a Francisco Cárdenas por Francisco Pizarro y no es el acta de fundación. En todo caso es una referencia tangencial a un cargo administrativo y al recambio de nombre de la villa que antes fue un fortín militar levantada por orden de Juan de Berrio en el pueblo de la Villaviciosa de Huamanga hecho el 30 de septiembre de 1536. El 29 de enero, por acuerdo entre Pizarro y Juan de Berrio, se decidió cambiarle de nombre a la villa (ya no fortín) como San Juan (en homenaje al santo patrón de la devoción de Juan de Berrio) de la Frontera de Huamanga que se ubicaba en Quinua y jamás en Huamanguilla. Sobre el documento de Berrio volveremos a ocuparnos como anécdota más adelante.

Huamanguilla no existió como villa sino hasta el 11 de diciembre de 1571 a raíz de la reducción que hizo el virrey Francisco de Toledo con los pueblos y curacas de Cocha, Chiwa, Viñaca y demás poblados colindantes.

3. El cerco triunfante de Manco Inca expulsó a los españoles de Quinua en 1540.

Huamanga fue trasladada (mejor sería decir: escapada estratégica) bajo la dirección de Vasco de Guevara para evitar el cerco que llevó adelante Manco Inca en Quinua, esta huida sirvió para esconder sus diezmadas huestes en el asiento de los Pocoras el 25 de abril de 1540. Esta retirada o derrota militar hispana fue estratégicamente colocada en la historia como si fuese una fundación o mudanza a una nueva villa.

En febrero de 1539, el curaca de los Pocoras Apo Auxa Xivi más treintaiún curacas fueron convocados a Quinua quedando allí como rehenes de los españoles que los encadenaron mientras levantaban la iglesia y las casas del cabildo de la naciente villa. Pero el curaca Apo Navitica Pacora Wari (Guamán Poma, menciona este nombre del tiempo “Uariuiracocha runa” nombrándole Apo Panitica Anti, de Manarianti, casado con Mama Mallquima) de acuerdo con los curacas de Chiwa, Cachi, Viñaca y seis curacas más huyeron hasta las montañas de Mayonmarca para integrarse al ejército de resistencia nacional al mando de Manco Inca. Estos curacas pidieron a Manco Inca y Quisu Yupanqui Inca que pusieron cerco a Quinua a inicios de marzo de 1540 (en el primer libro de cabildo de Huamanga, existe una referencia en el sentido que Vasco de Guevara estaba en “tratos con el Inca”), en esta acción armada murieron los sanguinarios capitanes Diego Pizarro Carbajal, Gonzalo de Tapia, Juan Mogrovejo de Quiñones –éstos tres caritativos caballeros quemaron vivos a tres curacas de los Acosvinchos– y principalmente Alonso Galte junto con sus perros de caza quienes destrozaban a los niños hijos de los indios rebeldes.

Una vez expulsados los españoles de Quinua, Manco Inca saqueó algunas casas vacías de los españoles huidos, no puso fuego a la iglesia que allí existía a cargo de los mercedarios porque no halló gran cosas que sólo un par de cruces fabricados de leños toscos y trasladó la capital de la provincia de Huamanga a Lucri o Hanan Cocha (actual distrito de Iguaín, Huanta), asentó su poder desde los Acos (Acosvinchos) hasta los Ankara de los Astos y de los Parcos o Hanan Chanka (Huancavelica); de allí inclusive, militarmente bien fortificado, pasó hasta los Huancas para castigarlos por ser traidores aliados de los invasores hispanos. Esta parte de la historia está documentada por declaraciones de Juan de Berrio, Pedro Díaz de Rojas, Diego Gavilán, Francisco de Yllescas y Nicolás de Rivera (Archivo General de Indias, sección Patronato 93, transcripción completa en el libro: El mundo al revés, Guamán Poma anticolonialista; Alberdi Vallejo, Berlín, 2010). Los curacas huamanguinos fueron liberados en su mayoría, mientras que el principal Auxa Xivi más tres curacas a su mando y sus huestes quedaron como “cargueros” en el traslado de Quinua a la tierra de los Pocora. Con estos tuvieron problemas los españoles en ubicarlos en los solares de la refundada villa (en el acta capitular, se mencionan a estos cuatro curacas pero sin nombrarlos). Estos nativos recién fueron reducidos en Huamaguilla en 1571 según pactos económico–políticos entre el virrey Toledo y el encomendero Diego Gavilán el Mozo.

En síntesis: Huamanga NO fue fundada por Francisco Pizarro el 29 de enero de 1539, porque no existe el acta fundacional, sino que este documento es el nombramiento de capitán a Francisco de Cárdenas y el renombre de Villaviciosa de Huamanga por San Juan de la Frontera de Huamanga en Quinua. En todo caso la fundación del “fortín” que los españoles le llamaban “guarnición” fue el 30 de septiembre de 1536. Esta acta fundacional debería existir en el Archivo Departamental de Ayacucho. He aquí la anécdota arriba enunciada: Juan de Berrio, Juan de la Presa, Gonzalo de Tapia, Alonso Galte (estos nombres no son conocidos en el acta capitular de 1540) y algunos españoles desconocidos levantaron una “gualnición” en Quinua con el nombre de Villaviciosa. El acta levantada estaba en pliego completo hallado entre los protocolos notariales de la Notaría Medina trasladado en 1977; aquel documento fue clasificado como “hoja suelta”. Como nunca habíamos escuchado ni leído nada sobre una “guarnición” y menos la nomenclatura antigua de “Villaviciosa de Goamanga” (no se mencionaba a Huamanga), los archiveros que éramos “principiantes” en el quehacer archivístico, en aquel entonces, pensábamos que se trataría de una fortaleza levantada en Chile, Bolivia o Argentina colonial. La letra con que estaba escrita el acta era la caligrafía redondeada, contenía palabras solemnes y refrendaban varias firmas de los fundadores, es decir, un documento hermoso y de fecha muy temprana: 1536. En 1980 por acuerdo entre el Archivo y la Universidad de Huamanga, se estipuló conceder a los estudiantes de Historia aquellos documentos sueltos para las prácticas del curso pomposamente bautizado “paleografía” (nombre impropio para la documentación del siglo XVI que le corresponde a la de neografía). Los estudiantes acudían a la sala del Archivo y uno de los trabajadores estuvo encargado de entregarles, bajo lista, esos papeles coloniales en calidad de prestados a los practicantes. Un día me llamó la atención que el acta de Berrio había desaparecido del fajo de “hojas sueltas” que estaba destinado a las prácticas de los estudiantes. Pregunté y repregunté a los colegas archiveros y nadie me supo dar razón del paradero de la hoja por lo que me vi precisado de tomar las medidas necesarias para recuperar aquel documento. Cuando todos los estudiantes estuvieron sentados en la sala de investigadores les informé, con una voz enojada, que había desaparecido un documento del archivo (¡ya lo sabían!), que eso era un robo a todas luces y que todos los participantes del curso, sin excepción alguna, estaban desaprobados del curso hasta mientras no apareciese el documento sustraído. Como era natural protestaron porque así estaban todos en calidad de sospechosos. Hicimos un compromiso: se les dio un plazo de dos días para meditar y que el siguiente día viernes, antes de las ocho de la mañana, podríase devolver el documento objeto de sustracción y con el promesa de guardar en secreto el nombre del ladronzuelo. Este parecer había transmitido al profesor del curso que, en cierta medida, causó malestar entre los trabajadores y los estudiantes. El día indicado, en verdad aparecieron varios documentos sustraídos, uno a uno fueron apareciendo los estudiantes quienes habían cargado con los documentos –habrían sido como una docena de personas– entre ellos apareció el acta de Berrio. ¿Aún estará en el repositorio de Huamanga ese valioso documento? ¿O algún estudiante volvió a llevarse a su casa?

En cuanto a la fallida idea de la fundación de Huamanga hecha en el territorio de Huamanguilla, esta no se ajusta a la verdad. En las actas capitulares de la Ciudad de los Reyes (Lima), existe documentación de requerimientos para la no fundación de otra villa en la “Villa viçiosa en Quy nua” (la pésima transcripción de estas actas por Enrique Torres Saldamando, Pablo Patrón y Nicanor Boloña en 1888, descifraron como: “Villa rica y palabra ilegible”), es decir, consta que estaba fundada la Villaviciosa en Quinua al igual que se afirma y escribe en el Primer Libro de Cabildo de Huamanga. El error que incurrió Torres Saldamando fue afirmar que habría sido fundada en Huamanguilla; esta falta hasta ahora se arrastra cual rémora indeseable, esa pésima interpretación algunos le achacaron al ilustre Marcos Jiménez de la Espada que no es justo ni merecido atribuirle ese engendro fatal e inexacto.

Pese a todo, no hay ningún argumento válido para que se rechace la fecha de “traslado” de Quinua al asiento Pocora. El 25 de abril de 1540 quedará como la fecha del asentamiento hispano y como el recuerdo de la expulsión de los españoles del territorio de Quinua, la derrota de Vasco de Guevara y el triunfo de Manco Inca y Quisu Yupanqui.

4. No existe testimonio escrito del blasón huamanguino.

Finalmente, diremos algo sobre el “Escudo de armas de la muy noble y leal ciudad de Huamanga”. No es verdad que el corregidor Juan Pantiel de Salinas fuese quien solicitó el blasón para la ciudad. En los tres años (1562–5) que detentó el cargo de corregidor Juan Pantiel lo único de honorífico que hizo fue reconocer y “ponerse sobre la cabeza” el título que presentó el escribano real don Gonzalo Ysidro firmado por el rey Felipe II de España. La actuación del corregidor no pasó de penas ni de glorias. Este fue natural de la villa de Madrid que vino al Perú en 1555 junto con su mujer Catalina de Garamendi. En sus “ejecutorias” (para ese tiempo era como su “curriculum vitae”) que existe en la Real Chancillería de Valladolid (España), no aparece para nada esos trámites y obtenciones regias para Huamanga. Lo relevante de la documentación de Juan Pantiel de Salinas fueron sus litigios (de 1550 a 1580) contra Hernando Pizarro por pago de cantidad de pesos de oro. Juan Pantiel de Salinas fue dedicado al agiotaje y a la trata de esclavos e indias.

La confusión actual de quienes pretenden atribuirle la gestión del escudo de armas para la ciudad de Huamanga a Juan Pantiel de Salinas, al parecer, se basa en la fallida interpretación documental que hicieron varios historiadores peruanos, entre ellos Ruíz Fowler, quienes sin fijarse bien y sin haber leído detenidamente el documento que acompaña el blasón que otorgó el rey Felipe II el 13 de junio de 1562 a la “Ciudad de San Juan de la Frontera” pero de Cuyo a instancia de Juan Jufre (y no Juan Pantiel) y el plano para esta ciudad de los indios “diaguitas” (actual Argentina); ese blasón consiste en dos campos partidos, uno jaquelado de azur y plata, el otro en fondo plata con cinco hojas de ortiga; coronado de marqués, cimera de arcángel con espada calada, cruzada de dos cetros, rematada con la voz de guerra: “Superbos giadio fidelis premio”. Esta lamentable confusión fue traída y repetida solamente por la mención a “San Juan de la Frontera”, el pésimo desciframiento del nombre de Juan Jufre por el de Juan Pantiel con la coincidencia que estuvo en el cargo de corregidor en el tiempo que Felipe II quien otorgara las armas a otra ciudad distinta a la de Huamanga. La verdad es que el actual blasón fue dado en 1815 por Fernando VII a instancia del diputado a las Cortes de Cádiz por Huamanga el abogado gipúzcuano Martín José de Mujica (no confundir con el intelectual huantino don José de Mujica) quien obtuvo el escudo de armas más la denominación de “muy noble muy leal ciudad de Huamanga”, asimismo, trajo el escudo de armas para la ciudad de Huanta con la voz de guerra: “nunca desfalleció”.

5. Algunas conclusiones:

1.- Los Pacora Wari, se asentaron y fundaron Guamanca a lo largo de la ribera del río Piñawa (hoy llamado Alameda), ocuparon Qonchopata, la cima de los cerros Apochimay (actual Akuchimay), Ayaorqo y Pisqota (actual Picota), supervivieron hasta los primeros años coloniales cuya cerámica la moderna arqueología los clasifica como “epigonales Wari”.

2.- Los Pacora Wari, expandieron sus enclaves selváticos a partir de Mayonmarca anti, Sintiguaylla anti, Manopampa anti (hoy llamado Palmapampa, todos estos pueblos ubicados en el actual Ayacucho), Caranaya anti, Emaxipa anti, todos ubicados en la actual provincia cusqueña de la Convención, asimismo en los pueblos del actual Echarate como Saunaua, Marupa y Cilipa hasta llegar a las cuencas de río Guariguaca de los Capinar y los Taramora ingresando al río Magnu (hoy día llamado Manú) y a los lagos llamados Opatari y Paitite en el actual departamento de Madre de Dios. Al parecer el proyecto expansivo Wari hacia el “Paitite” fue una leyenda extendida durante el incanato y en la colonia tomó las dimensiones de un verdadero mito de “El Dorado”. Desde aquellas planicies amazónicas tuvieron que volver a subir los enclaves Pacora Wari hasta la provincia de Carabaya, actualmente ubicado en Puno (testimonios de Pedro de Guevara, Pedro Xuarez, Rodrigo de Bustíos, Bartolomé de Rivas y Antón de Gatos el 5 de octubre de 1572). Ta vez en un futuro trabajo, demos a conocer más documentos con los nombres de los ríos y poblados prehispánicos registrados en los primeros momento de la invasión hispana al territorio incaico–pocora asentados en la selva peruana.

3.- La fundación de la villa de San Juan de la Frontera Huamanga fue a raíz de la expulsión de Quinua a las huestes de los españoles por el ejército de Manco Inca, Quisu Yupanqui y Apo Nawitica Pacora Wari, acto llevado a cabo el 25 de abril de 1540.

4.- Actualmente existen dos disyuntivas con respecto a los Pocoras: o bien aceptamos a los ancestros nativos no por mero capricho de antipatías personales ni por intereses políticos sino por lo que está registrado en la documentación histórica y nos atenemos a nuestra cultura, lenguas y tradiciones con un pasado humano grandioso; o bien negamos y renegamos de nuestra nación, sin ver nuestro pasado histórico, y suplantamos nuestra identidad real por una ficticia sin historia, sin cultura y con las tradiciones plagiadas de la hueste de Colón y sus presidiarios, metidos en las carabelas hispanas, recorriendo y recogiendo lo desconocido del viento peregrino.

5.- Exigimos a los que sostienen que existe una Real Cédula de Felipe II y las gestiones legales realizadas por el que fue corregidor Juan Pantiel de Salinas a que transcriban dichos documentos, indicando el repositorio donde se encuentren, los folios y demás características que, según afirman, son los manuscritos de concesión del blasón de Huamanga colonial cuya fecha data de 1564.

-.o0o.-

Estimados amigos, salud. Tengo que molestarles su atención pidiéndoles difundir el artículo adjunto (tanto en formatos PDF y Word) en los medios de difusión a su alcance. Se trata del otro punto de vista de la "fundación hispana de Huamanga" hecha el 25 de abril de 1540. Espero que este sirva a los que estén interesados en la búsqueda de otros puntos de vista, nuevas concepciones y diferentes enfoques en la historiografía peruana.
Cordialmente,
Dr. Alfredo Alberdi Vallejo, koal@alberdi.de
23 abr 2012

Nota.- El autor, antropólogo ayacuchano radicado en Alemania, analista principalmente de la obra del insigne Huaman Poma de Ayala, presenta otra de sus medulares investigaciones, esta vez acerca de los Pokras huamanguinos. (Pocra, Poccra, Pocora, Pacora, Pácora). El término Pácora aún se conserva actualmente como apellido

No hay comentarios: