lunes, 21 de mayo de 2012

EL CEREBRO Y EL MITO DEL YO (50)

El lenguaje como hijo del pensamiento abstracto

Los comienzos de la abstracción


Comencemos poniéndonos de acuerdo sobre algunas definiciones concernientes a la abstracción o al pensamiento abstracto. En general la abstracción se refiere a algo que sólo existe en la mente: una idea, un concepto, una representación mental de algo, que puede (o no) existir en el mundo externo. La abstracción, o el conjunto de procesos neuronales que la originan, es un principio fundamental de la función del sistema nervioso. La naturaleza de estos procesos emana de los patrones filogenéticos del "cableado", adquirido por el sistema nervioso a lo largo de la evolución. Es muy probable, por tanto, que el abstraer sea muy antiguo y que su origen se remonte a sistemas nerviosos primitivos; esta perspectiva emerge de considerar que el cerebro está encaminado hacia el movimiento predictivo. Para contextualizar un movimiento en su entorno integral, en primer lugar el animal tendrá que generar algún tipo de "imagen" interna o descripción global de "sí mismo". Posteriormente esa imagen servirá de base a la estrategia alrededor de la cual se organizará la táctica de lo que el animal hará.

A primera vista, la generación de una transformación interna voluntaria sensomotora (ver capítulo 7) no tiene una correspondencia directa con la obvia conectividad neuronal requerida para tal transformación, por ejemplo, un golpe en los dedos del pie con una flexión de la pierna. El "cableado" más reciente representa, más que un mero reflejo segmentado, una función global. Ejemplo de lo anterior es el caminar coordinado de un animal elongado (multisegmentado), que no es solo el paso producido por un reflejo generado en un solo segmento.

Por "animal elongado" me refiero a cualquier criatura encefalizada, con una cabeza y una cola (o pies), con una columna o cadena de tejido nervioso que atraviesa el cuerpo en sentido longitudinal. Esta descripción abarca un amplio rango, desde las criaturas más bajas de la escala con una notocorda muy primitiva, hasta aquéllos con una medula espinal muy sofisticada. Que el sistema nervioso se haya organizado a través de la evolución, de una manera segmentada, se deriva probablemente de la necesidad neurobiológica de optimizar la relación de la superficie corporal con el volumen, con lo cual se minimiza la distancia a la cual debe viajar una señal nerviosa desde o hacia el mundo externo. Los animales elongados básicamente están organizados como "pila de monedas" dispuestas horizontalmente, en las cuales el contenido neural de cada moneda está dirigido hacia el servicio de ese segmento, y para muy poco más. Con el fin de hacer de estos segmentos un animal funcional, debe existir una porción del sistema nervioso que no sea únicamente segmentaria. Esta parte del sistema nervioso puede unir los diversos segmentos en un codo, que antes no existía. Como dijimos previamente, podemos considerar este hecho como el comienzo de una función abstracta, ya que ésta parte del sistema nervioso no está relacionada directamente con la conectividad nerviosa a ningún nivel segmentario en particular. El sistema nervioso hace abstracción del hecho de que el animal está reconstituido por una serie de segmentos unidos, lo cual nos lleva inmediatamente a la conclusión de que el proceso de integración intersegmentaria es una abstracción y que representa el inicio de ésta como proceso biológico seleccionado naturalmente. Que ésta sea la dirección evolutiva desarrollada por la naturaleza se basa en la observación de que el sistema nervioso central se desarrolló al frente de la medula espinal, polarizando así la encefalización. Vemos que aquí sucede algo importante: que en un animal muy desarrollado neurológicamente surge el hecho de que éste puede tener, una representación interna de si mismo, no sólo como una unión de partes, sino como una entidad única. Es aquí, en este metaevento germinal, donde la abstracción comienza y el "sí mismo" aparece.

¿Cómo se relaciona este hecho con la predicción? Más allá de la descripción del animal en sí y de la descripción de los impulsos que le llegan, los circuitos intrínsecos del sistema nervioso son capaces de generar una representación promotora de lo que está sucediendo afuera. A partir de la presencia autorreferencial de esta imagen motora, el animal es capaz de decidir lo que debe hacer. El animal es capaz de "predecir": correr, pelear, conseguir comida o lo que sea. Funcionalmente hablando, el animal es el circuito que representa sus atributos motores. Este evento central es una entidad abstracta.

De gran importancia es lo que ocurre entre el estimulo que produce el movimiento y el PAF motor liberado. El origen del estímulo desencadenante puede ser externo ("¡una araña se me está '' subiendo por entre los pantalones!") o interno ("¡dejé la estufa encendida en casa!"). En ambos casos, si se les otorga un significado interno apropiado (que obedece al "estatus" momentáneo, o al contexto del sistema cíclico tálamo-cortical), se amplifican hacia "Un estado emocional”. Ya vimos que el sistema nervioso se encuentra "cableado" de tal manera que sólo libera PAF basados en los estados emocionales que los preceden. ASÍ, tales eventos internos, las emociones, por definición constituyen estados premotores.

Volveremos más adelante a este tema. Las emociones o estados emocionales son fenómenos que no existen en el mundo externo; son absolutamente internos y, de no ser por la motricidad, permanecerían completamente ocultos a observadores externos. Sólo por la expresión del PAF liberado, podemos inferir cuál es la emoción que lo generó. El perro gruñe y me muestra los dientes; es probable que no esté muy contento de verme. Otra cosa es cómo llegué a saberlo, o a deducirlo, lo que constituye otro tema que discutiremos en breve. De momento, el punto es que las emociones, por ser eventos puramente internos, son simplemente estados inventados por el sistema nervioso central y, como tales, son claramente abstracciones. Es Justo decir que, del mismo modo que las emociones, las abstracciones también son productos intrínsecos del funcionamiento del sistema nervioso central.

Intencionalidad

Volviendo a la predicción, es claro que ésta debe tener una meta o de lo contrario no tendría ningún marco de referencia; el movimiento sin objetivo no sólo es un gasto inútil, sino que puede ser muy peligroso. El destino o meta del movimiento debe definirse con precisión, o sea que lo intentado se haga en relación con las propiedades del objetivo. Con respecto de la abstracción, la intencionalidad es el detalle premotor del deseo de obtener algún resultado mediante un movimiento que exprese cierto estado emocional: escoger lo que haremos antes de hacerlo.

Consideremos lo siguiente: si nuestro cerebro es capaz de planear estrategias motoras que podemos implementar si lo deseamos, también es posible expresar nuestra intencionalidad como una manifestación motora de lo que está sucediendo en nuestra cabeza. Volvemos al párrafo anterior, para decir que la expresión externa de una actividad promotora precede y predice la activación de patrones motores específicos. Ejemplo de tal proceso sería gritar: "¡Corra!" ante un peligro, antes de comenzar a correr realmente, lo cual plantea un punto crucial acerca del lenguaje mismo. Pienso que la capacidad de vocalizar los múltiples aspectos de la intencionalidad se desarrolló primero como la capacidad de separar las propiedades de las cosas de las cosas en sí mismas. Con el tiempo, esta abstracción engendraría algo así como un catálogo mental, un alfabeto que nos permitiría generar dentro de nosotros imágenes que serían adiciones sucesivas, por la re-entrada de los eventos fundamentales, convirtiéndose así en el comienzo del lenguaje. Llegamos aquí a nuestro primer corolario: incluso antes de que el lenguaje estuviera suficientemente bien estructurado como para permitir la comunicación, su génesis requeriría que el sistema nervioso tuviera la capacidad fundamental de crear una serie de imágenes premotoras, necesarias para abstraer las propiedades de las cosas, a partir de las cosas mismas. Es decir, requeriría una imaginería premotora para hacer abstracción de universales.

Así, debemos tener en cuenta dos aspectos muy importantes respecto de la evolución del lenguaje. Primero, que el pensamiento abstracto evolucionó antes que el lenguaje y, segundo, que los eventos promotores que conducen a la expresión del lenguaje son exactamente los mismos que los que preceden a cualquier movimiento que se ejecute con un propósito definido. Como estos dos puntos son prácticamente idénticos, se infiere que el lenguaje es un elemento de una categoría de funciones mucho más amplia y general.

Prosodia: primeras manifestaciones de un lenguaje interno

Indaguemos acerca de los posibles orígenes del lenguaje y de la revolución de este indispensable instrumento. De modo similar a lo que ocurrió en la evolución para el desarrollo del ojo, fue difícil encontrar una perspectiva clara de los orígenes evolutivos del lenguaje (ver discusiones y conceptos en MacNeilage, 1994, 1998; Verhaege, 1995; Gordon, 1996; Ujhelyi, 1996; Aboitiz y García, 1997a, b; Honda y Kusakawa, 1997; Ganger y Stromswold, 1998; Gannon et al, 1998; Doupe y Kuhl, 1999; Nowak y Krakauer, 1999). Como en los ejemplos anteriores, los pasos previos a la emergencia de un órgano especializado no necesariamente funcionan o se asemejan a lo que son en la actualidad. Por lo que conocemos de la evolución de las vidas que nos permitieron tener ojos, sería de esperarse que los ancestros del lenguaje tuvieran una vía genealógica insospechada.

Antes de proseguir, hagamos algunas definiciones aclaratorias. ¿Qué es lo que en realidad encendemos por "lenguaje"? Lo primero que se nos viene a la mente es el lenguaje humano con su gran variedad de formas escritas y habladas, así como también que las lenguas distintas de la nuestra son a la vez fascinantes y misteriosas. Si el lector, como muchos otros, piensa que el lenguaje es exclusividad nuestra, o que fuimos los humanos quienes lo inventamos, entonces debo manifestar mi completo desacuerdo, por razones muy simples; es obvio que el lenguaje existe en diversas especies muchísimo más antiguas que nosotros (el Homo sapiens), además de que es un rasgo tan generalizado en el reino animal, que no puede ser considerado seriamente como de exclusivo dominio del humano. Pese a que probablemente nuestro lenguaje sea el más rico y complejo, no somos ni los inventores ni los únicos poseedores del lenguaje.

Definamos el lenguaje como la metodología mediante la cual los animales se comunican entre sí. Como esta definición no aborda el problema de la intención de comunicar, se trata entonces de una categoría bastante amplia y genérica, que sólo se refiere a que existe algún nivel de comunicación. Hasta el momento hemos dicho que el lenguaje es una extensión lógica de las propiedades intrínsecas de abstracción del sistema nervioso central, o simplemente del pensamiento abstracto. Pero pienso que lo anterior es una subcategoría de lenguaje que yo llamaría "prosodia" biológica. La prosodia es una forma más generalizada de comportamiento motor, una gesticulación externa de un estado interno, la expresión externa de una abstracción que emana del interior y que significa algo para otro animal. Entre nosotros, sonreír, reír, fruncir el ceño, alzar las cejas son formas de prosodia, pues significan un estado interno momentáneo que otra persona reconoce y comprende. Aunque no es hablada, la prosodia es lenguaje y es comunicación intencional. En ningún caso se limita a los humanos, ya que es muy generalizada en el reino animal y muy antigua evolutivamente. En su brillante texto sobre las expresiones faciales, Darwin estudió la prosodia de los animales en cuanto a los estados de ánimo y las caras y de cómo las caras y las posturas expresan estados internos momentáneos del animal, que son abstracciones internas, como lo son también las emociones y las intenciones. Así pues, un evento prosódico es una abstracción acoplada a una expresión motora de un animal, que transmite a otro cuál es su estado interno en ese momento.

Si la prosodia representa una subcategoría del lenguaje, ¿podríamos encontrar ejemplos de lenguaje sin prosodia? Hay lenguajes que son tan extraordinariamente específicos, que no por transmitir mensajes muy simples dejan de ser esenciales para la supervivencia de la especie. Un ejemplo, la emisión de feromonas y sus sistemas de recepción en la polilla, que operan a kilómetros, convirtiéndose en una clara comunicación a distancia. La feromona liberada por la hembra es reconocida específica y exclusivamente por el macho de la misma especie, siendo suficientemente efectiva como comunicación entre la pareja, como para que puedan aparearse en nichos por demás superpoblados (Willis y Arbas, 1991; Hildebrand, 1995; Roelofs, 1995; Baker et al., 1998). Pero, pese a que este lenguaje es crítico para la supervivencia de la especie, no se relaciona con la expresión externa de abstracciones generadas internamente. No es pues prosodia, sino más bien un simple evento capaz de modificar conductas mediante la liberación y recepción de moléculas específicas.

Sin embargo, en la mayoría de casos, el lenguaje se limita a eventos prosódicos. Tales lenguajes se observan en muchos niveles de la evolución, en donde realizan muy diversas funciones. El lenguaje de las abejas fue uno los primeros lenguajes no humanos que se pudo descifrar y comprender; comunica órdenes simples, siendo básicamente una danza, un ritmo y una orientación efectuados en el espacio. Cada abeja ejecuta una danza especifica de su especie para informar acerca de la cantidad y localización del alimento con referencia a la colmena, de manera que todas las abejas de la colonia estén al tanto y contribuyan a procurarse la comida (von Frisch, 1994; Gould, 1976. 1990; Hammer y Menzel, 1995; Menzel y Muller, 1996; Waddington et al., sfz 1998). Este tipo de lenguaje también se ha estudiado en otros invertebrados y en vertebrados. Por definición, estas formas de comunicación siempre requieren un orden social que permita que el organismo receptor de la información la utilice con algún propósito.

Hay variaciones del lenguaje que informan de cosas muy ajenas al mero sustento para la familia. Por ejemplo, al ser atacados, la mayoría de los animales adoptan posiciones que el atacante identifica como claramente defensivas o previas a un contragolpe. Tal postura puede ser algo tan sencillo como el aumento de tamaño del pez globo, para parecer más formidable, o el frecuente comportamiento de mostrar los dientes y de gruñir de la mayoría de los vertebrados. Los animales con cuernos, como el rinoceronte o el búfalo, toman posiciones en las cuales los cuernos apuntan hacia el animal amenazante o atacante. Es cierto que el repertorio de todos estos lenguajes es muy limitado, pero esta forma de prosodia probablemente es el fundamento mismo de todos los tipos de comunicación intencional, inter e intraespecies.

En niveles superiores de la escala evolutiva, vemos emerger lenguajes cuya organización es más elaborada. Un excelente ejemplo es el lenguaje de los lobos, el cual, mediante la prosodia, permite que las manadas expresen conductas relativamente complejas y socialmente estructuradas, tanto de ataque como de defensa. En este caso las relaciones entre estos animales no son de simple prosodia, sino que representan el contexto (social) dentro del cual se utiliza este lenguaje prosódico.

Este tipo de prosodia es muy sofisticada en los Sobos y se expresa globalmente mediante múltiples variaciones, como la vocalización, el contacto de ojos, los gestos de la cabeza y toda la comunicación corporal. Por ejemplo, la dominancia (determinar cuál será el futuro macho alfa) se efectúa mediante la comunicación, no sólo del poderío físico, sino por el grado de sumisión que expresa la posición social de los machos subordinados, quienes se tenderán en los lomos, ofreciendo el cuello al macho alfa. Este tipo de lenguaje permite establecer una jerarquía social que es básica para las estrategias de conjunto de la manada. Sin embargo, durante la caza se generan otros factores, de tal manera que:

El liderazgo real no es muy aparente en la manada de lobos, puesto que cualquier animal puede iniciar el ataque. Sin embargo, hay un alto grado de cooperación para la caza y el cuidado de las crías. En manadas salvajes, la organización de la dominancia no se manifiesta muy explícitamente, pero en cautiverio en los zoológicos, cuando su principal ocupación de cazar se torna innecesaria por estar alimentados artificialmente, entonces pasarán largos períodos amenazándose entre sí e imponiendo la dominancia (Dewsbury y Rethlingshafer, 1973).

Pese a los riesgos de generalizar comportamientos observados en cautiverio a comportamientos en la naturaleza, el hecho es que la organización social de los lobos es jerárquica, por lo cual los eventos prosódicos o de lenguaje tendrán diferentes significados en los diversos estratos de la jerarquía. La prosodia que en la secuencia de ataque le indica al adulto macho cuándo debe lanzarse, puede indicarle al cachorro simplemente la diferencia entre el ataque y la defensa. Lo importante aquí es que la jerarquía social en sí no se daría de no existir elementos comunes en todos los niveles. Vemos pues que el lenguaje se desarrolla en el contexto de un orden social particular, a manera de vínculo entre los animales, para formar una sola entidad funcional en beneficio de todos.

También en perros salvajes del África se observan comportamientos de caza muy interesantes. Con frecuencia atacan en pastizales altos, ya que es allí donde generalmente encuentran a los pequeños animales que son sus presas. Las puntas de las colas de estos perros son blancas. Erguidas en el aire, se mueven en vaivén, formando patrones que estimulan la visión periférica. De este modo, cada perro, sin tener que fijarse mucho a su alrededor, puede localizar las otras colas y recibe así un informe constantemente actualizado de la estructura de la manada, conforme se aleje o arrincone a la presa. No es descabellado considerar aquí la fascinante posibilidad de que la anatomía evolucionara para relacionarse con el lenguaje de la estrategia.

Estas propiedades prosódicas del conjunto de la especie canina dieron lugar a la relación tan particular del perro con el hombre, relación especialmente dará en situaciones en las que el perro y el hombre forman un equipo de trabajo, como en el pastoreo o la caza. En estos casos, el perro simplemente expresa propiedades (abstracción y prosodia) genéricamente determinadas, que tienen que ver con las relaciones jerárquicas ya conocidas — sólo que en este caso la jerarquía es con un animal diferente de otro perro.

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