viernes, 2 de enero de 2015

LEY PULPÍN: RUBÉN RAMOS RESPONDE A OLLANTA HUMALA




¡Por favor, señor Humala! 

Rubén Ramos
Diciembre 30, 2014

No insulte la inteligencia de los peruanos con su supuesta “genialidad” de convertir problemas en oportunidades. Me atrevo a pensar que lo orientaron mal respecto al FODA.

La reducción de impuestos no es jugarse ni por las microempresas ni por los peruanos. Tal vez sí, por sus burócratas. Aunque, como usted dice, también ellos se mojarán cuando la crisis actual de la economía se agudice y sus medidas cortoplacistas hagan agua.

La reducción de impuestos en una economía con problemas de deflación supone más dinero para gastar en manos privadas, y un incentivo al consumo. Pero, a la vez, menor dinero en manos del Estado por recaudación. Usted mismo lo dijo: “El más perjudicado con esta rebaja de los impuestos será el MEF y la SUNAT, porque recaudarán menos. ¡Piña pues!” No señor Humala. El “piña” será el Estado porque no contará con suficiente dinero para impulsar la demanda mediante el consumo público. Entonces deberá financiar el gasto público con más endeudamiento externo, que todos tendremos que pagar. Los “piñas”, al final, seremos todos. Los que sí resultarán beneficiados serán las instituciones financieras (el BM, el BID, USAID) cuyos intereses defiende usted y su gobierno desde el inicio de su mandato. Pero también lo serán los dueños de los bancos. Esos cinco mil millones de los que usted habla no se inyectarán a la economía nacional, sino a los bancos.

Usted y su gobierno no se juegan ni por los microempresarios y menos por los pobres. En el acto de aprobación de la “Ley de reactivación económica”, usted y sus dos innombrables ministros pretendieron soslayar que, en la actual crisis del Perú, el desempleo es una consecuencia inevitable.

Esta Ley y la del empleo juvenil o “Ley Pulpín” están hechas para que los grandes consorcios y sus empresas privadas que conforman las Alianzas Público Privadas APP, cubran sus costos y aseguren sus tasas de ganancias a costa de los salarios de los trabajadores y/o de la prescindencia de su fuerza de trabajo. Estas empresas no cerrarán sus actividades porque de por medio está el BID-FOMIN. El mayor acreedor del Estado peruano. Y en el supuesto negado de que alguna, cierre, lo hará a la espera de que pase la crisis. Pero, cada vez está más claro que ésta, no es una crisis pasajera.

De cualquier forma, los trabajadores, por los que usted dice jugársela y poner su corazón y la juventud de sus ministros, serán los más perjudicados porque aunque baje usted los impuestos e incluso bajen los precios, esto de nada sirve cuando el ingreso que se tiene no alcanza para adquirirlos. Los empresarios que sí los tienen, preferirán no gastarlos a la espera de precios aún más bajos. Esto abre la puerta a la especulación. Sobre todo de aquellas empresas que cotizan en la bolsa. Y otra vez, los más beneficiados serán los dueños de los bancos que son quienes controlan el sistema bursátil. Lo dicen los entendidos. No lo estoy inventando. Lo difundo.

Las tres medidas a las que usted y sus ministros han hecho referencia: rebaja de impuestos, incremento del gasto público (vía endeudamiento externo), y la redistribución de los ingresos del canon, son políticas fiscales impuestas por la dupla FMI-BM para asegurar sus intereses, los del BID y USAID y la de sus socios inversionistas a quienes, a través de las APP, se les ha entregado en “concesión” prácticamente todo el territorio nacional.

Sus aportes a las pseudo ciencias 

Aunque no me ocuparé en extenso de algunas aseveraciones que habrían sido hechas por el señor Humala, si quiero dejar expresada mi admiración por la “genialidad” que ahora se agrega a su “sensatez”. Implica cosas como que “el Perú es un país libre y de calidad”, o esa otra de que el Perú será un país del primer mundo cuando dependa de las microempresas. Entre paréntesis, permítaseme decir que esta no es sólo una “genialidad” sino una barbaridad conceptual e histórica. Si algún asidero científico tuviera semejante dislate ya desde agosto 2013, o desde antes, el Perú sería un país del “primer mundo”, pues para esa fecha la Sociedad de Comercio Exterior de este país decía que del total de firmas formales en el Perú, las microempresas representaban un 98.3%, las pequeñas 1.5%, y las medianas y grandes organizaciones un 0.2%.

Lo cierto es que no hay nada, ni en economía, ni en ninguna otra ciencia social, que permita afirmar que “depender de las microempresas” convierte a un país en uno del primer mundo. Algo más. Esto de primer, segundo, o tercer mundo, son aseveraciones carentes de contenido histórico; inherentes a la ortodoxia decadente de la pseudo ciencia económica.

Según un diario nacional, el presidente Humala también habría dicho que: “Estamos tomando medidas para convertir la desaceleración del mundo en oportunidad de desarrollo para el Perú”. De ser así, este es un “aporte” que “revolucionará” el pensamiento económico.

El señor Humala dijo en algún momento de su alocución que el Perú había sido una colonia. Déjeme expresar mi desacuerdo. Lo que define la naturaleza y el carácter de una colonia es la carencia de soberanía sobre su territorio y sus recursos naturales; la ausencia de autonomía política; su anomia institucional. Y a no ser que se quiera tapar el sol con un dedo, en el Perú mandan el FMI, el BM, el BID, la USAID, la Embajada Norteamericana, el Comando Sur. Igual que en los otros tres países que conforman la Alianza del Pacífico. Las políticas, las estrategias para su ejecución, la normatividad y las leyes les son impuestas. El cohecho y la corrupción vertebran su funcionamiento.

El señor Humala ponderó el incremento de las exportaciones no tradicionales del Perú y habría indicado que estas alcanzan un 33%. La pregunta es: ¿Quiénes se benefician de esto? Sería interesante saberlo en el caso del cacao, de la quinua, de las alcachofas, o de las actividades que abarca el proyecto PRA, por ejemplo. Los que trabajan 12 ó 14 horas diarias en la producción de lo exportable no son los que exportan, señor Humala. Acceden a un salario. Y ¡qué salario! Usted no puede decir “somos exportadores”. El Estado, y disculpe si me equivoco, no exporta nada. Son los socios, nativos o extranjeros, de las instituciones financieras que se apropian de lo que los trabajadores producen. Usted siempre dice que ha llevado al Estado allí donde nunca estuvo presente. Sepa usted que en el campo la presencia del Estado implica resolver los problemas de producción, de transformación, de semillas, insecticidas, pesticidas, de maquinaria, equipo para hacer endógenas sus economías, e impulsar la comercialización de excedentes. Igual en otras actividades de la ciudad. La presencia del Estado no es canalizar la explotación del campo por la empresa privada facilitándole infraestructura vial, agua, energía, saneamiento que, finalmente, beneficia a los explotadores de siempre.

Y para terminar, el señor Humala dijo que a diferencia de otros gobiernos que imponían impuestos y paquetazos el suyo los rebaja porque su ministro de economía pone el corazón y tiene “lleca” (calle). No señor: La subida o alza de los impuestos y los “paquetazos” responden a las crisis que confronta el capital en determinadas coyunturas históricas. Y, lo que siempre ocurre, antes o ahora, es que el capital encuentra la solución a sus crisis a través de la explotación del trabajo, las medidas de austeridad, el alza o baja de los impuestos y de las tasas de interés, el control de los salarios y los precios. Todo depende si el capital enfrenta un problema inflacionario (que “justificó” el “paquetazo” del 90’) o deflacionario (como el que enfrenta su gobierno). Se puede engañar a muchos, señor Humala, pero no a todos.


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