martes, 24 de marzo de 2015

EL PENTÁGONO FINALMENTE ADMITE QUE ISRAEL TAMBIÉN TIENE ARMAS NUCLEARES






Znet/The Nation
24-03-2015
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
 
Mientras los miembros de los medios de comunicación de masas de Washington estaban obsesionados por los correos electrónicos de Hillary Clinton en el Departamento de Estado, los periodistas se perdían una historia mucho más importante sobre secretos del gobierno. 

Después de cinco décadas aparentando lo contrario, el Pentágono ha confirmado a regañadientes que Israel ciertamente posee bombas nucleares, así como tremenda tecnología armamentista similar a la de EE.UU. 

A principios del mes pasado el Departamento de Defensa publicó un informe secreto producido en 1987 por el Instituto de Análisis de la Defensa (IAD) financiado por el Pentágono que confirma esencialmente la existencia de las bombas nucleares de Israel. El Departamento de Defensa estaba respondiendo a una demanda según la Ley de Libertad de la Información [FOIA] presentada por Grant Smith, un periodista investigativo y autor que dirige el Instituto de Investigación: Política de Medio Oriente. Smith dijo que piensa que es la primera vez que el gobierno de EE.UU. reconoce de modo oficial la realidad existente desde hace mucho tiempo. 

No es exactamente algo nuevo. Las elites políticas y cada presidente desde Lyndon Johnson hasta Obama han sabido que Israel posee la bomba. Pero autoridades estadounidenses han cooperado para guardar el secreto y han prohibido que empleados federales compartan la verdad con el público. Cuando la reportera en la Casa Blanca Helen Thomas hizo la pregunta a Barack Obama en 2009, el presidente la eludió. “Respecto a las armas nucleares, ya sabe, no quiero especular”, dijo Obama. Fue una mentirilla embarazosa. Obama ciertamente conocía la realidad, y lo mismo sucede con casi dos tercios de la población estadounidense, según sondeos de opinión. 

En un blog anterior: “What about Israel’s Nuclear Bomb?” señalé que los medios de comunicación se concentran solo en las ambiciones nucleares de Irán pero generalmente no señalan que Israel ya posee bombas nucleares. Eso produjo un anuncio oportuno sobre la publicación por el Pentágono a principios de febrero. 

Sin embargo, la confirmación de ese secreto mal guardado abre un engorroso nido de avispas para el gobierno de EE.UU. y su más estrecho aliado en Medio Oriente. El reconocimiento oficial plantea preguntas y contradicciones que requieren urgentemente una inspección cuidadosa. Durante muchos años, EE.UU. colaboró con el desarrollo por Israel de tecnología crítica necesitada para armamentos avanzados. No obstante Washington presionó a otras naciones para que firmaran el Tratado de No Proliferación (TNP), que requiere inspecciones internacionales para desalentar la propagación de armas nucleares. Israel nunca ha firmado el TNP y por ello no tiene que someterse a inspecciones. 

Washington supo en todo momento lo que los inspectores encontrarían en Israel. Además, la Ley de Ayuda Exterior de EE.UU. ya fue modificada por senadores preocupados para prohibir toda ayuda al exterior para países que desarrollaran sus propias bombas nucleares. Smith afirma que la excepción hecha para Israel fue una violación de la ley estadounidense, pero fue ocultada por el secreto oficial. Ya que Israel es un importante receptor de ayuda estadounidense, los presidentes de EE.UU. tenían buenos motivos para no revelar la verdad. 

El recientemente publicado informe –“Evaluación Tecnológica Crítica en Israel y las naciones de la OTAN”– describe la infraestructura nuclear de Israel en términos amplios, pero las dimensiones son impresionantes. Los laboratorios de investigación nuclear de Israel, informaron los investigadores del IAD, “son equivalentes a nuestro Los Alamos, Lawrence Livermore y Laboratorios Nacionales Oak Ridge”. Por cierto, los investigadores observaron que las instalaciones de Israel son “un paralelo casi exacto de la capacidad actualmente existente en nuestros Laboratorios Nacionales”. 

El equipo del IAD visitó laboratorios israelíes, fábricas, compañías privadas y centros de investigación gubernamentales en Israel y naciones relevantes de la OTAN (detalles sobre aliados de la OTAN fueron eliminados de la versión publicada). Respecto a Israel, el tono del informe fue admirador y colegial. “El Centro SOREQ [Centro de Investigación Nuclear SOREQ del gobierno de Israel]” dijo, por ejemplo, “maneja la gama total de actividades nucleares desde la ingeniería, administración, y ensayos no destructivos de electro-óptica, emisión de impulsos de alta potencia, ingeniería y química de procesos e investigación y seguridad nuclear. Es la base tecnológica requerida para el diseño y fabricación de armas nucleares.” 

El equipo del IAD agregó: “Hay que señalar que los israelíes están desarrollando el tipo de códigos que les permitirá hacer bombas de hidrógeno. Es decir, códigos que detallan procesos de fisión y fusión a un nivel microscópico y macroscópico.” Hasta ahora, estimó el IAD, los científicos de Israel se encuentran aproximadamente donde EE.UU. había estado en los años 50 en la comprensión de los procesos de fisión y fusión. 

El informe no incluye ni una sola oración declarativa que señale directamente el tabú –Israel tiene bombas nucleares– pero el significado es obvio. Durante muchos años, eruditos y otros expertos han planteado que Israel tiene por lo menos entre 100 y 200 bombas, posiblemente más. 

Algunas de las observaciones del IAD parecen sugerir un proceso de imitación en el cual el gobierno de EE.UU. ayudó activamente o por lo menos hizo la vista gorda mientras Israel tomaba prestadas o robaba tecnologías para establecer un sistema nuclear paralelo que se parece en mucho al de EE.UU. El documento del IAD no dice nada, de una u otra forma, sobre la historia de cómo esto tuvo lugar. Pero críticos de Israel y partidarios de la prohibición de todas las armas nucleares han albergado sospechas durante décadas. 

El Instituto de Investigación: Política de Medio Oriente, dijo Smith, impulsa otra demanda según la FOIA que apunta a la CIA, esperando revelar investigaciones de inteligencia secretas desde hace tiempo sobre cómo Israel logró obtener la bomba para comenzar. El instituto busca la revelación de un estudio de la CIA que supuestamente identificó cómo cantidades de uranio fueron filtradas o supuestamente contrabandeadas por agentes de Israel desde una planta de la defensa en Pensilvania para servir de “semilla” para la bomba israelí. 

Smith y otros sospechan que elementos del gobierno de EE.UU. sabían lo que ocurrió en aquel entonces o incluso pueden haber ayudado a la transferencia oculta. Ese misterio en particular fue un tema candente en los años 70. Parece probable que se le otorgue de nuevo interés ahora, cuando la pretensión de ignorancia oficial ha sido demolida por la publicación del informe de 1987. 

Sin embargo, el mensaje más poderoso del IAD podría no ser lo que dice sobre las bombas nucleares de Israel, sino lo que plantea sobre la relación entre EE.UU. e Israel. Parece un matrimonio tecnológico que durante décadas transformó de muchas maneras la naturaleza de la guerra moderna. La mayor parte del informe es realmente un estudio detallado del papel colaborativo de Israel en el desarrollo de armamentos avanzados de todos los tipos. La mayoría de los estadounidenses, incluyéndome a mí, estamos acostumbrados a asumir que el complejo militar-industrial de EE.UU. inventa y perfecciona las deslumbrantes innovaciones, luego las comparte con algunos de los aliados preferidos como Israel. 

No es totalmente erróneo, pero el informe del IDA sugiere un contenido más significativo. EE.UU. e Israel mantienen más bien una especie de cooperación muy sofisticada de alta tecnología que colabora en las fronteras de la física y otras ciencias a fin de producir el sorprendente armamento que ahora define la guerra moderna. En los años 80, las dos naciones compartían e intercambiaban su investigación para la defensa a un nivel muy avanzado. 

Actualmente tenemos como resultado el “campo de batalla electrónico” y muchas otras impresionantes innovaciones. Comandantes de tanques con mapas de pantalla pequeña que muestran hacia donde se mueven sus adversarios. Pilotos de jets que disparan bombas guiadas por ordenador. Barcos en alta mar que lanzan misiles más allá del horizonte que alcanzan objetivos a 1.600 kilómetros de distancia. 

Tuve que leer el informe varias veces antes de comprender su sentido más profundo. El lenguaje es profundamente tecnológico y probablemente fuera del alcance de cualquiera (como yo) que no sea un físico o ingeniero. Los investigadores informaron sobre la situación en sistemas ópticos electrónicos, física de plasmas, naves espaciales guiadas por laser, complicadas innovaciones en la comunicación y muchas otras exploraciones científicas que se desarrollaban cerca de 1987. 

Finalmente, lo comprendí. Esos expertos hablaban en los años 80 de desafíos tecnológicos precursores de las deslumbrantes innovaciones que ahora son estándar. Vi algunos de esos nuevos artefactos bélicos a fines de los años 90 cuando escribí un breve libro sobre los militares post Guerra Fría que se esforzaban por redefinirse cuando ya no tenían a la Unión Soviética como enemigo. (Fortress America: The American Military and the Consequence of Peace). 

Mientras informaba sobre numerosas bases militares –terrestres, marítimas y aéreas– vi algunos de los primeros intentos de sistemas de comunicación en el campo de batalla y de vigilancia de misiles. Gran parte de los artefactos nuevos no funcionaban muy bien. Soldados y comandantes tenían que dejarlos frecuentemente de lado o soslayarlos. En aquel entonces los drones todavía estaban en las mesas de dibujo, conocidos como UAVs –“Vehículos aéreos sin tripulación”. 

Las guerras en Medio Oriente se convirtieron en un campo de pruebas vivo en el cual los nuevos sistemas eran perfeccionados. Las consecuencias de la paz fueron ignoradas por el terror del 11-S. La guerra se convirtió en la preocupación continua de EE.UU. 

Israel participó considerablemente en el desarrollo de trabajo de base para algunas de las armas maravilla y, como deja claro el estudio del IAD, físicos o ingenieros israelíes se encontraban a veces a varios pasos por delante de sus homólogos estadounidenses. Sin duda, los israelíes eran socios menores que aportaban “tecnología basada en extrapolaciones de equipamiento e ideas estadounidenses”. Pero el informe también señala que: “gran parte del armamento electrónico y de las comunicaciones seleccionada por los israelíes es más avanzado que el puesto en marcha por EE.UU.” 

En diversas ocasiones, el equipo de investigación habló de soluciones “ingeniosas” o “ingeniosamente hábiles” que tecnólogos israelíes han encontrado para increíbles problemas de física avanzada. El equipo del IAD también sugirió oportunidades para investigadores de aprovechar lo que había descubierto Israel o colaborar con uno de sus centros de Investigación y Desarrollo. La Oficina de Investigación Naval de Yale, sugirió el IAD, debiera colaborar con la Universidad Hebrea de Jerusalén. 

“Científicos en RAFAEL [otro centro israelí] han encontrado una manera ingeniosa de utilizar las propiedades de plasma de descarga luminiscente para detectar microondas y ondas milimétricas”, dijo el informe. “La atracción del proyecto reside en la capacidad de la descarga de resistir efectos de armas nucleares”. 

Esta observación me causó escalofríos porque los científicos serios de la defensa aún no han encontrado una manera para que seres humanos “resistan efectos de armas nucleares”. 

Sería bueno tener presente que estas extraordinarias innovaciones en tecnología tienen un solo propósito –librar guerras– y tienen el propósito de dar aún mayores ventajas a naciones avanzadas como EE.UU. e Israel que achican a adversarios más primitivos. Es verdad que muchas de las nuevas tecnologías encontrarán aplicaciones comerciales que mejoran la vida de cada día (algunas ya lo han hecho). Sin embargo, también es verdad que nuestros avances en el poder de matar mediante alta tecnología no han doblegado a todos los enemigos. 

Encuentran maneras irregulares de defenderse. Hacen volar las piernas de nuestros soldados. Colocan bombas de producción doméstica en restaurantes llenos de gente. Reclutan niños para que sirvan de misiles guiados. Capturan y asesinan a espectadores inocentes, mientras nuestro lado solo bombardea aldeas desde gran altura. Las víctimas no ven nuestro proceder como impoluto o preferible. Sus sufrimientos se convierten en su reclutamiento global. 

La cooperación altamente exitosa de la ciencia militar estadounidense e israelí es un motivo más por el cual será extremadamente difícil liberarse del pasado y conducir los dos países en nuevas direcciones, juntos o separadamente. Pero mucha gente está comenzando a comprender que guerras asimétricas –competencias entre formas de destrucción de alta tecnología y primitivas– no conducen necesariamente a la victoria o la paz. Han llevado a EE.UU. a más guerras. 


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