jueves, 23 de abril de 2015

¿QUÉ ES EL SOCIALISMO? DIGNIDAD, RESPETO, IGUALDAD (SUSTANTIVA) Y AMOR




Center for Global Justice
23-04-2015
Traducción del inglés: Atenea Acevedo


Reseña crítica de Imagine: Living in a Socialist USA   de Frances Goldin, Debby Smith y Michael Steven Smith, editores; HarperCollins Publishers, Nueva York, N.Y. 2014 

¿Fascismo? No, eso no puede suceder aquí. 

La inspiración para el socialismo debe permear los obstáculos para convertirse en realidad. ¿Cuál es su mayor obstáculo? 

Tras la huella de los escasos analistas sociopolíticos sagaces de los últimos cien años, los muy perceptivos ensayistas publicados en la obra Imagine: Living in a Socialist USA plantean de inmediato el urgente e inevitable dilema del precario momento histórico que vivimos: socialismo o barbarie. La primera vez que la humanidad estuvo ante esa encrucijada fue durante la crisis del capitalismo en la primera posguerra, cuando Rosa Luxemburgo lanzó la llamada de advertencia y poco después, en 1922, los Camisas Negras marcharon en las calles de Roma; menos de diez años más tarde apareció el fascismo y los Camisas Pardas recorrieron Alemania con las banderas del nazismo. Desde los terribles años de la Segunda Guerra Mundial, aunque muchos analistas del fascismo/nazismo han escrito importantes estudios, el segundo gran momento en que la voz de alarma de Rosa Luxemburgo volvió a hacerse presente con mayúsculas y en negritas, fue en el título de Socialismo o barbarie, oportuna obra de István Mézsáros que vio la luz en 2001, año en que el fascismo estadounidense se volvió más frontal y el peligro que representa se manifestó en una lucha interna de clases y la inagotable guerra imperialista en el extranjero. Como el propio Mèszàros sostiene en El desafío y la carga del tiempo histórico , publicado siete años más tarde, el dilema que hoy enfrentamos tiene su semilla en el creciente corporacionismo [1] estadounidense [2] y la esperanza de un futuro socialista. 

Si bien el principal mensaje de Imagine es de esperanza e inspiración para un futuro mejor, el prefacio de Frances Goldin pone de inmediato en claro el tema de fondo, donde la única opción es “devolver el poder a la clase trabajadora, de lo contrario corremos el riesgo de vivir en un Estado bárbaro y fascista”. En el capítulo 13 el periodista Juan González subraya la advertencia de Goldin con las siguientes palabras en la primera línea del último párrafo de su texto: “Es muy probable que la próxima crisis económica desate un movimiento neofascista mucho más poderoso de lo que la mayoría somos capaces de imaginar”. A lo largo del libro otros autores presentan tendencias similares hacia el autoritarismo o la dictadura.

Ante la amenaza real de la barbarie y la opción socialista, los autores de Imagine plantean con realismo los desafíos y las tareas que enfrentamos con un cierto sentido de esperanza, capaz de resultar inspirador. Al tiempo que dan una firme voz de alarma respecto de la posibilidad de que el fascismo se instaure como consecuencia de la actual volatilidad política y económica en los Estados Unidos, los autores prefieren mantenerse optimistas. Después de un breve, claro e incisivo análisis de “Lo que no funciona en el capitalismo” en la primera parte del libro, proceden a analizar los peligros actuales de capitalismo corporativo y su expansiva amenaza contra las instituciones democráticas para más adelante, en la segunda parte titulada “Imaginar el socialismo”, proponer una mirada optimista hacia lo que sería el socialismo en los Estados Unidos. A lo largo de los veinte capítulos que, estrechamente vinculados, comprenden esa segunda parte, los autores desarrollan su visión común de la esperanza al describir sus propios conceptos de una sociedad más equitativa, reorganizada conforme a un modo alternativo de reproducción social, a la vez que detallan con decisión los esfuerzos necesarios para concretar una sociedad firmemente arraigada en la justicia social y económica. No obstante, en la tercera parte de la obra ponderan por completo las dificultades para “Conquistar los sueños…”

A lo largo de todos los capítulos de Imagine se aprecia una importante guía que lleva al lector atento por los senderos poco frecuentados de un camino trillado pero mal entendido hacia la escisión política que nos acecha: “socialismo o barbarie”. Tales senderos, presentes en treintaiún capítulos claros e ilustrativos, los autores abordan de manera contundente una larga serie de problemas sociales, políticos y económicos que conciernen a la mayoría de los estadounidenses. Mediante una amplia gama de temas relacionados, como la expresión artística, el consumo y abuso de drogas, la ecología, la educación, la calidad y accesibilidad de los alimentos, la vivienda, la sanidad y atención médica, la inmigración, los índices de encarcelamiento, el derecho y la injusticia, los medios en todas sus formas, las orientaciones sexuales, la generación y distribución de la riqueza, el cómo poner fin a la pobreza al tiempo que se crean oportunidades de empleo digno, los autores analizan prácticamente todos los factores que afectan las aspiraciones humanas individuales y colectivas en cuanto a una vida mejor, con empleos y comunidades seguras.

En conjunto, estos ensayos “inspiran esperanza” en un momento de creciente ansiedad social, ansiedad que se profundiza en las actuales condiciones que el mundo corporativo denomina “austeridad” y que han llevado el miedo a todos los sectores de la clase trabajadora, conformada por los pobres que trabajan de sol a sol, los subempleados, los desempleados y los antiguos trabajadores, hoy jubilados, que luchan por sobrevivir. Los ensayistas de Imagine merecen un fuerte aplauso por poner en nuestras manos un análisis exhaustivo y a la vez conciso de las crecientes consecuencias negativas de la manipulación que las corporaciones ejercen sobre un Estado controlado por los capitalistas, sin dejar de señalar lo que es posible y debe hacerse a fin de generar las condiciones para un futuro económico más equitativo, que trascienda la codicia corporacionista y permita la satisfacción de necesidades humanas largo tiempo olvidadas.

Escrito con un estilo que atrapa, en ocasiones incluso entretenido y accesible al lector promedio, los autores de Imagine nos brindan un documento formativo que puede ser la base de numerosos debates en el hogar y en el trabajo, una obra capaz de detonar el intercambio de ideas entre las familias estadounidenses y quizás fuera de las fronteras. Recomiendo este libro a modo de introducción en grupos de debate para la clase trabajadora que se desempeña en todo tipo de ámbitos: oficinas, fábricas, grupos de estudiantes. Hay que reconocer que la obra de los autores se presta a la creatividad popular, siempre dejándonos una tarea pendiente.

Imagine es un detonador: necesitamos difundir su contenido para materializar sus beneficios  

Si bien los autores de Imagine presentan de manera magistral numerosas y complejas cuestiones sociales, políticas y económicas con un lenguaje accesible, en conjunto hacen un llamado implícito a la retroalimentación de los lectores, un llamado que podríamos hacer llegar con toda intención a los nuevos inmigrantes a partir de dos estrategias: traducir el libro y crear un sitio web multilingüe para un debate abierto. Podemos suponer que las comunidades de inmigrantes serán una importante fuente de ideas creativas si logramos ampliar la discusión e invitar su participación que, sin duda, inyectará dinamismo a este indispensable debate social.

Puesto que la población estadounidense es hoy más diversa que nunca antes en la historia, debemos alentar la participación de quienes no hablan inglés y conocer sus puntos de vista respecto de la transición en la que habremos de embarcarnos. Muchos de ellos tienen más experiencia que nosotros a partir de lo vivido en sus países de origen. Debemos exhortarlos a participar. A medida que más grupos articulen y compartan sus ideas, lo que seguramente profundizará el análisis de los autores de Imagine, y a medida que cada grupo intente poner sus ideas en práctica, también contribuirán a ampliar el pensamiento crítico necesario para difundir los beneficios de una sociedad socialista, al tiempo que ayudan a la población a comprender en qué consiste la barbarie que atenaza a la sociedad estadounidense.

Tal como los autores de Imagine lo expresan, cada uno a su manera, en la tercera parte del libro, todos tenemos mucho por hacer. La principal tarea es partir de una muy diversa población para fundar una nueva unidad nacional/popular en la izquierda. Este es nuestro mayor desafío en el camino hacia una alternativa socialista. No podemos limitarnos a plantear convincentes argumentos para explicar la migración y la explotación de la mano de obra migrante; debemos instaurar una política de apoyo que realmente acoja a los inmigrantes que sin duda aportarán un gran acervo de conocimientos, puntos de vista, experiencias y energía a un proyecto socialista. Nuestro mensaje debe ser tan claro y abierto como categórico.

Tareas pendientes: más formación y motivación

Los autores y editores de Imagine eligieron dedicar el grueso de la obra a la descripción positiva de lo que sería una cotidianidad socialista en los Estados Unidos y al enorme esfuerzo político y social colectivo que se necesita para “Conquistar los sueños...”. Pareciera que también decidieron restar importancia tanto al abordaje de la teoría socialista (marxista) como a un abordaje más completo e igualmente necesario de las recientes mutaciones del corporacionismo, es decir, fascismo. Se trata de dos tareas formativas que no pueden esperar.

Como atinadamente lo señalan varios autores, gran parte de la tarea pendiente es superar la “mala prensa” del socialismo que los medios se han empeñado en producir y divulgar. Si bien los autores optaron por inspirar esperanza en el potencial positivo de una vida socialista en el futuro ante el creciente y oscuro peligro que representa el surgimiento del fascismo estadounidense, han dejado importantes lagunas que los grupos de estudio deberán atender a fin de explicar y analizar la ruta que habremos de seguir. No cabe duda que los esfuerzos por construir un futuro socialista estarán enmarcados en un contexto definido por el omnipresente poderío de las corporaciones. En varias páginas de Imagine se enfatiza la necesidad de analizar más a fondo la amenaza del fascismo y desarrollar una interpretación social de nuestra realidad actual para orientar una serie de acciones políticas que conduzcan a la formación de una alternativa socialista. Sin embargo, pareciera que a fin de evitar una considerable digresión los autores omitieron un debate analítico del fascismo y el socialismo, o quizás consideran que la literatura sobre el fascismo ya es demasiado conocida y que abordar detalladamente el método de análisis marxista acabaría por ser un distractor. Suponiendo que hayan decidido integrar la teoría socialista en los ensayos de “Imaginar el socialismo” y en la tercera parte “Conquistar los sueños…”, todo indica que juntos eligieron proceder a exponer sin más preámbulo los problemas actuales del capitalismo corporativo en la primera parte como referencia económica y social pertinente que explica la urgente necesidad de un cambio. Corresponde pues profundizar mucho más en un análisis exhaustivo de lo que será nuestro camino hacia el socialismo, atravesando los numerosos obstáculos que plantea la consolidación del corporacionismo. El reto está claro y debemos asumirlo: no hay práctica congruente sin teoría.

Una teoría de la praxis: apenas un bosquejo

Sin dejar de respetar las decisiones editoriales en cuanto al contenido y el énfasis de los temas, cabe señalar que los autores son conscientes de la importancia de una teoría de la práctica y de un cuidadoso análisis del fascismo al estilo estadounidense, pero han preferido posponer estos elementos. La primera página, bajo el título “Elogio de Imagine”, presenta una reflexión de Glen Ford que plantea la cuestión crucial de la teoría al cuestionar de manera frontal cómo es que la gran constelación humana concreta una ruptura y una transición a una nueva época. Y va más allá: “Al responder a esta pregunta, los socialistas deben aplicar los principios universales a todo un mundo de particularidades”. Con este breve comentario pone sobre la mesa el meollo del método teoría/práctica a modo de sugerencia. En evidente sintonía con Glen Ford, cinco de los ensayistas (Kazembe Balagun, Michael Zweig, Clifford D. Conner, Dianne Feeley y Paul Le Blanc) de la tercera parte aportan breves bosquejos de teoría en relación con la práctica.

Por ejemplo, Paul Le Blanc concluye el capítulo “La tercera revolución estadounidense” con el siguiente consejo para los activistas: “Enfrenten el reto de formular tácticas e iniciativas formativas y de organización, así como estrategias generales para construir un movimiento masivo”. Así, al igual que otros autores, subraya indirectamente el llamado a una teoría coherente de la práctica, pero no lo desarrolla.

El lector atento deberá ser capaz de inferir, a partir de los textos de estos cinco autores, los elementos de una teoría de la práctica para nuestros tiempos, una teoría aún por desarrollar.

De manera similar, otros autores evidencian una confianza generalizada en el conocimiento de los lectores respecto del fascismo/nazismo y abordan esta amenaza como algo que vendrá sin detenerse en analizar la historia de los Estados Unidos ni la obvia presencia de estos monstruos en las instituciones. Por ejemplo, al comentar el cada vez más profundo control que ejercen las corporaciones, no explican del todo la magnitud o el alcance de su penetrante influencia cultural, aunque está implícita en todas partes. Además, quizás porque las generaciones de estadounidenses nacidos después de la Segunda Guerra Mundial suelen enorgullecerse de los esfuerzos de sus padres y abuelos por derrotar a los nazis y los fascistas en aquella guerra, quizás los autores y editores pensaron que no era necesario dedicar un capítulo al nazismo: pareciera que el antifascismo es algo asumido. No obstante, debemos recordar que demasiadas personas nacidas en la segunda posguerra WII parecen haber olvidado el trasfondo cultural de los hechos o nunca aprendieron la lección. Hay una importante brecha de conocimientos que debemos eliminar. Asimismo, ante el prolongado y meticuloso esfuerzo de los medios dominantes por hacer equivalentes fascismo y comunismo, y por ende socialismo durante toda la posguerra, los responsables de la formación desde la izquierda tendrán que asumir los complejos retos que implica explicar la historia del fascismo y el corporacionismo, incluidas sus diversas y nativas expresiones, además de su modalidad actual: el muy arraigado corporacionismo estadounidense.

En busca de más orientación. La teoría es esencial, los principios son vitales.

Si, como propongo, nuestro principal reto es superar nuestras propias limitaciones históricas como izquierda, entonces debemos aportar ideas a la producción de un diálogo abierto y dinámico, conducente a una ampliación de la teoría de la práctica más urgente que nunca a fin de orientar mejor nuestras acciones políticas frente a la creciente amenaza del fascismo. No bastará con simplemente “trascender el capitalismo”, porque el capitalismo ha hecho patente una y otra vez su resiliencia y nosotros, como atinadamente señalan los autores, debemos transitar hacia el socialismo tan rápido como sea posible. Para lograr esa transición de manera decidida frente a la consolidación del poder del corporacionismo estadounidense debemos asumir la enorme responsabilidad histórica de elaborar y difundir una teoría y un método propios en varios idiomas, y dar vida a la capacidad de su desarrollo interno. Los lúcidos autores de Imagine aportan un documento de gran valor pedagógico que, en tanto referente de nuestros diversos círculos de debate, habrá de ayudarnos a avanzar en el camino conducente a un diálogo más amplio, pues se trata de un texto fundacional que amerita ser analizado y utilizado como instrumento vivo de formación.

La formulación de una nueva agenda socialista será una tarea constante que habremos de acometer sometidos al continuo embate de las corporaciones. Su pleno potencial solo podrá desarrollarse si es una agenda nacional e internacional, universal y particular. El tiempo apremia. En la introducción a Socialismo o barbarie en 2001, István Mészáros advirtió:

“...si en el siglo XXI ocurriera realmente el triunfalismo del ‘siglo americano del capital’ no habrá en el futuro otros siglos para la humanidad […] El futuro del socialismo será decidido en los Estados Unidos, por más pesimista que esto pueda parecer”.

Esa enorme carga común recae hoy, en este delicado momento histórico, sobre los hombros de los estadounidenses, pero debe insertarse en el contexto de una lucha internacional que convoca a todas las familias trabajadoras allende las fronteras culturales y geográficas. Si bien debe tener un carácter local/nacional e internacional, también debe situarse en forma realista dentro de nuestro análisis de las actuales relaciones de fuerzas en el ámbito internacional.

Si queremos construir una realidad socialista a la sombra del fascismo estadounidense debemos asumir la enorme responsabilidad de concientizar a la opinión pública. El contenido de un plan de formación desde la izquierda debe basarse en una teoría de la práctica donde la primera nutra a la segunda y donde la práctica, cuidadosamente evaluada, nutra a su vez a una teoría en expansión. El principal nexo social para el desarrollo de una teoría coherente de la práctica ha de centrarse en las necesidades y percepciones actuales de todas las familias trabajadoras y de todos aquellos hoy excluidos de las filas del empleo. La lucha en los Estados Unidos deberá pues adoptar la forma de una movilización incluyente de familias trabajadoras organizadas en la comunidad y el espacio laboral a fin de asumir el control de sus vidas. Arraigar esa lucha en una práctica de resiliencia dinámica exigirá una teoría en permanente ampliación que oriente las estrategias congruentes con tácticas interrelacionadas.

En el artículo “A Practical Solution to an Urgent Need” (Una solución práctica a una necesidad urgente), publicado en el número de abril de 2014 de Monthly Review, Greg Shotwell, jubilado y miembro del sindicato UAW, coincide con esta propuesta y atinadamente apunta:

Necesitamos identificar una meta y una tarea y un colectivo más allá del grupo de estudio, la toma de un parque o la participación pasiva en una burocracia donde priman las viejas reglas parlamentarias. Necesitamos organizar un sindicato que una y no divida a las masas, un sindicato con puños […] puños que sean la extensión de un cuerpo conformado por personas dispuestas a luchar por la justicia económica […], por la integridad laboral, por la dignidad de todos los trabajadores en ese espacio donde inevitablemente empieza la lucha efectiva de clases: el espacio laboral (“A Practical Solution to an Urgent Need”, Greg Shotwell; Monthly Review, vol. 65, no. 11, abril de 2014).

Como señala Mészáros en la primera parte de Socialismo o barbarie : “…partimos de la realidad del ‘siglo americano’ y nos dirigimos a una encrucijada”. Estamos en el camino y ahora toca cruzar la frontera sin retorno, pues enfrentamos el desafío y la carga del tiempo histórico . Socialismo o barbarie.

¿Qué es el socialismo? Dignidad, respeto, igualdad (sustantiva) y amor:
Título del capítulo 10 de la obra Imagine: Living in a Socialist USA, de la autoría de Blanche Wiesen Cook. El paréntesis es un agregado del autor.

Notas:
[1] Corporatism en el original; hemos optado por corporacionismo (dominio de las grandes corporaciones) a fin de evitar confusiones corporativismo (doctrina política y social que propugna la intervención del Estado en la solución de los conflictos de orden laboral, mediante la creación de corporaciones profesionales que agrupen a trabajadores y empresarios). N de la t.
[2] “¡El corporacionismo es fascismo!”, Giovanni Gentile, principal teórico del fascismo de Benito Mussolini.

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