sábado, 5 de marzo de 2016

ELECCIONES 2016: DISTORSIONES ELECTORALES




Escribe: Milcíades Ruiz

En este proceso electoral todos postulantes al poder político tocan la misma música. No hay mayor diferencia sustancial entre las propuestas y los cambios que propugnan. No están dirigidos a cambar el orden establecido sino a mantenerlo, protegerlo y perfeccionarlo como sistema de dominación. Al cotejar los planes de gobierno de las diversas opciones y escuchar lo que se proponen hacer los candidatos, podremos darnos cuenta de que las diferencias están en las matices más no, en las matrices. 

Los cambios que postulan los candidatos no cuestionan el sistema vigente, y por lo tanto, su vigencia queda fuera de discusión. Nadie se atreve a propugnar reformas estructurales antisistema. Hay que tener en cuenta que, cuestionar el neoliberalismo no significa cuestionar el capitalismo como sistema pues aquel, es solo una corriente que actualmente predomina sobre las otras. En esta perspectiva podríamos decir que todos resultan siendo candidatos pro capitalistas en tanto no demuestren lo contrario haciendo la diferencia.

Quizá si hubiese un candidato socialista su enfoque electoral podría ser distinto, como también el mensaje político y las declaraciones públicas, pues a diferencia de los candidatos actuales sus propuestas no partirían de las consecuencias sino de las causas de los problemas, no de las ramas sino desde la raíz. Esta es una concepción distinta sobre la problemática nacional en contraposición a las propuestas de los diversos candidatos que parten del producto final sin modificar los insumos. 

Podemos constatar que el diseño neoliberal viene arrojando -entre otros productos sociales- bandas delincuenciales de todo tipo y nivel, pero en vez de atacar las causas de estas deformaciones, los postulantes al poder político ofrecen actuar sobre el producto terminado, para lo cual invocan mayor dotación policial, intervención de fuerzas armadas, pena de muerte, etc. Pero de nada sirve aplastar los productos elaborados si no se detiene su fabricación. 

A esta óptica se ciñen las demás propuestas sobre los diversos productos de marca tales como: desigualdad social, corrupción, desempleo, desnutrición, bajo rendimiento escolar, etc. Pero todos estos productos indeseables son resultados obtenidos necesariamente ya que son intrínsecos del modelo de desarrollo imperante. Las bandas delincuenciales de ahora fueron forjadas por el neoliberalismo que se impuso con el fujimorismo que ahora lidera las encuestas electorales. Eran los niños de la década de 1990. 

Como este diseño no ha sido cambiado, los niños actuales van camino a convertirse en el mismo producto y serán los damnificados generacionales del sistema que viene operando desde esa década. Pero como no avizoramos el futuro, este asunto pasa inadvertido y nadie repara en lo que el Estado viene haciendo con la vida de las personas. Esto continuará mientras no se desmonten las instalaciones de la maquinaria de dominación.

Lamentamos los resultados que colocan al Perú con las más bajas calificaciones internacionales en comprensión de lectura y rendimiento escolar, pero las propuestas para cambiar esta realidad parten de la post cosecha sin cambiar las condiciones del cultivo. Si como es previsible a los niños de ahora les espera un negro porvenir ¿por qué no salvarlos antes de que sea demasiado tarde? ¿No era que “Los niños son el futuro de la Nación”? 

El Perú de ahora, es consecuencia de su ayer como el mañana será el resultado de lo que estamos construyendo ahora. Pero esta retórica no está encarnada en nuestra visión política ni se tiene consciencia de su importancia. Mirémonos con franqueza: Somos productos de la sociedad en nuestro tiempo generacional. Es el proceso social el que nos ha puesto en las condiciones deplorables de tener que escoger entre los candidatos de la peor especie en las elecciones presidenciales más más horrendas de la historia patria.

Por ello, sería bueno que los candidatos supuestamente de izquierda tengan un discurso claramente distinto, a fin de que el pueblo pueda advertir la diferencia. Pero, si un candidato de derecha dice que aumentará el salario mínimo vital a 850 soles y el candidato de izquierda ofrece aumentar a mil soles, solo hay una diferencia de cantidad pero no de calidad. De igual modo, si el primero dice que aumentará el presupuesto al sector educación y el segundo dice que lo elevará al 6% del PBI la diferencia es solo numérica. No son propuestas que modifican la naturaleza del sistema.

Tenemos una línea muy clara de lucha en defensa de nuestros recursos naturales pero no sobre nuestros recursos humanos. Tenemos un valioso material humano pero crece a la deriva sin ser cultivado ni procesado para lo que necesita el país. ¿Será que estos recursos, no tienen mayor importancia que los primeros? La persona es una integridad y su desarrollo no depende solo de las facilidades educativas sino también de otros aspectos determinantes.

El mismo enfoque inverso se tiene con respecto a los programas sociales que no solucionan las causas sino actúan sobre las consecuencias. ¿Cuál es la razón de ser de los programas sociales? Como sabemos, estos no responden a las demandas populares sino a la estrategia asistencialista neoliberal de frenar y neutralizar los conflictos sociales previsibles. Ninguna plataforma popular ha demandado tales programas pero han sido impuestos desde arriba. 

Para el neoliberalismo, el Estado no puede intervenir en el mercado con políticas correctivas que impidan las desigualdades. Solo se le permite tener programas sociales no estructurales. Pero hasta el Papa Francisco pide reformas estructurales y no simples maquillajes. Entonces, ofrecer a los electores ampliar la cobertura de los programas sociales, es seguir la política del neoliberalismo. Es así como se induce a la equivocación que hace a los oprimidos votar por sus opresores.

No se puede comparar lo que el socialismo ha hecho y hace en materia educativa con los millones de becarios internacionales. Solo en un medio capitalista la educación está en función al dinero. El que no lo tenga tampoco tiene derecho a la educación. Beca 18 no resuelve esta injusticia social. La educación entendida como formación de los recursos humanos es un derecho social. En un gobierno socialista los programas sociales no tienen razón de ser porque acaba con los privilegios y los intereses comunitarios están por encima de los privados.

Pero claro, una cosa es la campaña electoral y otra la gestión gubernamental y así tenemos que los discursos y mensajes políticos tienen como único objetivo ganar votos olvidando la sinceridad. No interesa la ecuanimidad, ni la seriedad de los planteamientos electorales y los candidatos se cuidan de no decir nada que pueda ahuyentar al electorado. Todos ocultan sus verdaderas intenciones y no se muestran como realmente son. La falsedad es parte del juego electoral.

Tampoco valen los planes de gobierno elaborados solo para cumplir con los requisitos electorales porque todo pasará al olvido tan luego se acabe el circo como han pasado todos ellos en las siete últimas elecciones presidenciales. De modo que todo esfuerzo que hagan las instituciones organizando eventos para conocer los planes de gobierno en general y sectoriales, devienen vanos.

Entonces, sería útil para la izquierda mantener sus planes de gobierno y programas para seguir debatiéndolos después de las elecciones. No solo para mejorarlos sino también para integrarlos y luchar por ellos desde la oposición popular que no solo se de en el Parlamento sino también en las calles y otros lugares públicos. Las elecciones son pasajeras, nuestra lucha es permanente.

Marzo 2016

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