viernes, 16 de septiembre de 2016

NO HABRÁ DEMOCRACIA SIN SOCIALISMO, NI SOCIALISMO SIN DEMOCRACIA




16/09/2016

El devenir de los procesos revolucionarios en los siglos XX y XXI ha mostrado que democracia y socialismo son inseparables e imprescindibles para no sucumbir ante el capitalismo, las contra-reformas y las contrarrevoluciones. Con mayor razón en la fase imperialista del capitalismo y más aun frente a un imperialismo decadente, usurero, guerrerista, depredador, destructivo y generador de despotismo, violencia y delincuencia como el actual.

  • Socialismo y Estado

Igual -sin descartar un rol adecuado del Estado en el arranque y despliegue de la socialización y democratización, y en los cambios estructurales anti-imperialistas y anticapitalistas- el socialismo no debe ser confundido con la estatización; por lo que eso de “socialismo de Estado” ha devenido siempre en negación del socialismo y de la democracia que debe ser esencial a él a partir de la necesaria destrucción del viejo Estado y de una firme apuesta a la progresiva reducción del Estado Revolucionario transitorio, siempre a favor del poder decisorio de una sociedad libre y auto-gestionada.

El socialismo como transición revolucionaria a la sociedad comunista, hacia el predominio absoluto de lo colectivo o comunitario bajo el reino de la libertad, sin explotaciones ni opresiones clasistas ni de género ni de generaciones ni de “razas”, sin discriminaciones de ningún tipo, sin agresiones de los seres humanos a sus entornos naturales, sin Estado, sin represión, recibiendo de cada quien lo que necesita y aportado cada quien lo que puede en materia de capacidades materiales y espirituales, trabajos manuales e intelectuales… debe convertir progresivamente la propiedad sobre los medios de producción, comunicación, distribución, patrimonio natural y servicios en propiedad colectiva o social.

Debe incluso transformar progresivamente la propiedad pública o estatal heredada -o adquirida temporalmente a través de las expropiaciones y nacionalizaciones- en propiedad social gestionada democráticamente, conjurando todo negocio con los servicios de salud, educación, seguridad social y seguridad ciudadana.

Debe diseñar y aplicar un sistema de concurrencia al mercado temporalmente heredado de la vieja sociedad, en el que participen las nuevas empresas de propiedad social, con regulaciones que impidan los monopolios y oligopolios comerciales en el marco de una visión estratégica destinada a reemplazar el sistema de precio y la ley capitalista del valor, por el intercambio de equivalencias en función del tiempo de trabajo y capacidades invertidas en los productos y servicios.

Debe reemplazar las gerencias y las administraciones típicamente capitalistas, ejercidas en función de las ganancias privadas, por la planificación democrática- participativa, la cogestión y autogestión de los/as productores/as.

Debe detener la invasión tóxica de los seres humanos y de su entorno natural a nombre de una salud frágil y del incremento de la productividad agropecuaria e industrial en detrimento de lo natural.

Debe sustituir paulatina y persistentemente el Estado reformulado para esa transición por el poder de la sociedad auto-organizada, por el poder de las comunidades, por el poder popular.

Debe, combinándolas, superar constantemente la supremacía de democracia representativa o por delegación, por la de la democracia directa; así como erradicar las culturas despóticas e individualistas que impregnan la ideología capitalista, llegando a extremos aberrantes en la era neoliberal; la cultura clasista, la cultura del pillaje, la cultura patriarcal-machista, racista, antropocéntrica, adulto-céntrica, la xenofóbica, la homofóbica y otras discriminaciones dominantes y constantemente recicladas desde los centros generadores del universo cultural de la civilización capitalista.

Debe superar los marcos exclusivamente nacionales de las luchas por la felicidad colectiva y por la preservación de la vida del planeta en su relación con el universo, e internacionalizar en grande las rebeldías, las luchas, las insubordinaciones y los procesos emancipatorios frente a una dominación destructiva y alienante de un sistema capitalista-imperialista con implantación, dimensión e impactos mundiales cada vez más degradantes y antidemocráticos.

  • Un registro histórico aleccionador

Una ruta no consecuente con esas perspectivas liberadoras termina empantanando los procesos de cambios y haciéndolo vulnerables y reversibles. Incluso los más hermosos y esperanzadores.

Esto a mi entender es válido para América Latina y el Caribe y también para el mundo. Y ahora, con lo que pasa con los llamados gobiernos “progresistas” o de “izquierda”, con los procesos reformadores en la región -incluidos aquellos que anunciaron nuevo socialismo o socialismo del siglo XXI, y con lo que aconteció el llamado “socialismo real” euro-oriental y lo que acontece en China y más recientemente en Cuba- esos criterios indudablemente se han fortalecido.

Las reformas dentro del orden capitalista, sin revoluciones, se estacan, se degradan y pueden ser abatidas. El capitalismo actual, que ya no es el de la libre competencia y el liberalismo político, reduce cada vez los espacios democráticos, se traga las libertades y los derechos humanos proclamados en su contexto, se militariza, erosiona gravemente la seguridad ciudadana y pervierte el sufragio y la política.

Las revoluciones, incluso obreras y populares, que no se profundizan en cuanto a creación de democracia y socialismo, que sufren serias deformaciones estatistas, burocráticas, sucumben en brazos de la burguesía mundial.

Las transformaciones a medias o de escasa profundidad coexistiendo con él, ya con reemplazo o no del viejo Estado y sus instituciones, ya con reformas o cambios más o menos significativos, ya con significativos procesos constituyentes o no, se tornan fallidas, se contaminan, dando pie, facilitando, reabriéndole paso tarde o temprano paso a represalias reaccionarias con apoyo de masas y con ellas a regímenes mucho peores que los que son reemplazados, e incluso peores que los que existieron antes del inicio de los procesos de cambios.

En esos contextos las conquistas democráticas y de derechos sociales de diversos calados son aplastadas por las contra-reformas y las contrarrevoluciones atizadas por la manipulación de las insuficiencias, insatisfacciones, mediatizaciones y deformaciones presentes en alto grado dentro de esos procesos abigarrados; contra-reformas y contrarrevoluciones -alimentadas por la falta de socialismo y de democracia en diversos órdenes y por la abundancia de burocracia, corrupción y capitalismo de las peores especies- son permanentemente engendradas, potenciadas y motorizadas por el gran capital privado local y transnacional y por los Estados imperialistas colonizadores, con agresivas y periódicas embestidas.

Esto sucede casi inexorablemente -sin necesariamente anular importantes vertientes de la conciencia política históricamente creada- independientemente de los logros alcanzados, de las formidables o limitadas conquistas plasmadas… sobre todo cuando el descontento popular (espontaneo e inducido), motivado por otras causas y por serias fallas coexistentes, las arropa.

Esto tiende a ser así independientemente de que a corto y mediano plazo los regímenes contrarrevolucionarios, contra-reformadores, neoliberales duros, mafiosos..., resulten mil veces peores que los que desplazan. El inmediatismo y la enajenación combinados posibilitan atraer y confundir a no pocos sectores que inicialmente no captan la esencia del fenómeno.

Esto pasó en el siglo pasado en los países euro-orientales con el denominado “socialismo real”, caracterizado, en la medida se degradaron las revoluciones proletarias, campesinas, democráticas y populares en Rusia y en sus colonias y los trascendentes cambios sociales y políticos resultante de la victoria de la heroica URSS y el mundo pro democracia frente al nazi-fascismo en esa región, dando paso a regímenes con altos niveles de justicia social, poderosos Estado distribuidores de riquezas pero generadores a la vez de burocracia, sistema de privilegios y corrupción, negadores de democracia política, participación y poder de decisión popular.

Esto también ha dado lugar, especialmente en casos parecidos pero donde se ha logrado evitar tal colapso en medio de las crisis del estatismo burocrático, a procesos de restauración del capitalismo privado (con preeminencia del capital transnacional); combinado con regímenes político centralizados y negadores de democracia participativa y del poder popular, con un estatismo reformado, métodos administrativos más eficaces y preservación de una parte conquistas sociales al compás de un riesgoso incremento de las desigualdades sociales, de la economía capitalista de mercado y la concentración de la riquezas. China es el ejemplo más señero de esa modalidad de restauración del capitalismo privado junto a capitalismo de Estado y proteccionismo social bajo la dirección del Partido Comunista.

Esto conduce a reemplazar el antiimperialismo por el nacionalismo y a caminar por el tortuoso rumbo del capitalismo a nombre del “socialismo de mercado”.

En Cuba hay señales iníciales del emprendimiento de esa vía, con mayor lentitud y severas inseguridades, conservando cuotas todavía importantes conquistas históricas espiritualmente nutridas por la legitimidad, el prestigio internacional y la dignidad nacional que le imprimió a ese proceso revolucionario excepcional su heroica generación histórica.

  • Los hechos en el presente continental

Otras modalidades de declinación-degradación están aconteciendo en nuestra América en procesos de cambio de otro tipo, dirigidos por fuerzas y liderazgos autoproclamados de izquierdas, considerados originalmente algunos como revolucionarios o pro-socialistas, disimiles entre sí por los diversos grados de profundidad de las reformas y transformaciones que emprendieron, con variados niveles de progresismos y reformismos, con cero, poco o algo significativo de vocación revolucionaria, con nada, un poco o bastante visión socializante.

La oleada de cambios a nivel de Estado y de gobierno luce más que estancada, entrampada, declinando, retrocediendo, en crisis, a la defensiva…sufriendo reveses ya no solo por la fuerza del contra-ataque feroz del imperialismo y las derechas, que como en casos como el de Honduras, el pueblo no pudo contrarrestar pese a la formidable y ejemplar resistencia popular, sino también por su desgaste, inconsecuencias, pérdida de apoyo popular, vulnerabilidades, fallas, degradaciones evidentes…

Por no atreverse sus liderazgos a ir más allá de procesos en agotamiento, o por no profundizar en el tiempo debido las reformas emprendidas, por caer en la tentación de reproducir las prácticas de gobiernos y de “hacer política” de las derechas, por corromperse o tolerar la corrupción en sus filas, por proceder de mala manera al frente de una buena causa; o por pretender socialismo sin romperle la columna vertebral a la gran burguesía coexistente, por confundir de nuevo socialismo con estatismo o por no decidirse a darle vida al poder popular en lugar del poder individual, partidista o estatal; o por reproducir o no subvertir las culturas de la decadente civilización burguesa: mercantilismo, consumismo, rentismo, paternalismo, individualismo, egoísmo, insolidaridad, caudillismo, autoritarismo, nepotismo, patriarcado y perpetuación vía reeleccionismo indefinido…

Por acomodarse paulatinamente a sumir el socialismo más como retórica, consignas proclamas que como hechos.

Por la autocensura y el acriticismo de no pocos movimientos y partidos inmersos en esos procesos, por el peso de la subordinación incondicional al “mando central”.

Y, en fin, por variados grados de divorcio de la democracia respecto al socialismo y viceversa, serios déficits en la interrelación entre ambos valores y grandes carencias en la creación de la conciencia política anticapitalista que facilite la superación del sistema, la ruptura de sus controles y mecanismos alienantes y los cambios estructurales al compás de las reivindicaciones alcanzadas y de los avances sociales en periodos de bonanzas.

Entonces ocurre lo que ocurrió en Argentina y en Brasil, y lo que está ocurriendo -descontada la mayor radicalidad actual de ese proceso y ese pueblo- en la Venezuela bolivariana. O lo que se percibe en un país como El Salvador con alto riego de viraje a la derecha; o lo que dentro de su propia estabilidad, nacionalismo y hegemonía política (por el hábil aprovechamiento de factores geo-estratégicos utilizados con esos fines), acontece en el proceso sandinista: su creciente deformación autoritaria, cargada de caudillismo, nepotismo y maniobras cuestionables.

Luego de consumados los reveses en Argentina y Brasil y de que éstos mostraran sus garras y colmillos, el desafío que tiene por delante la parte más consciente el pueblo trabajador venezolano, su pobrecía más contestaría, el chavismo auténticamente revolucionario, los militares revolucionarios, los comunistas y socialistas de verdad, se ha tornado en gran medida imperioso y crucial.

Venezuela y la imperiosa pertinencia del “Golpe de Timón”

En Venezuela, el Gobierno, su modelo hibrido vigente, sus oscilaciones entre la rigidez y las concesiones al enemigo, sus devaneos socialdemócratas y el propio marco institucional del país…lucen agotados, erosionados, en declive persistente… y todo parece indicar, que aunque tardíamente, es imprescindible arriesgarse a dar el postergado “Golpe de Timón” que recomendó el Comandante Chávez: romperle oportunamente el espinazo a la gran burguesía local y transnacional que nutre esa derecha feroz y voraz, traspasar el poder al pueblo, controlar socialmente comercio exterior, divisas, medios de producción y distribución, crear las comunas y Estados Comunales dinámicos, superando previamente, “dinamitando políticamente” una institucionalidad estatal que ya bloquea la profundización del proceso.

De lo contrario pienso que la iniciativa en el viraje inmediato la tendrá el bloque de las derechas pro-imperialistas y habrá que enfrentarlo desde abajo en forma más enérgica y de manera ascendente a partir del efecto de su “golpe made in usa” y del desplazamiento del actual gobierno, posiblemente con más vigor, violencia y masividad que en otros casos y desde una oposición/insubordinación popular, chavista, antiimperialista, socialista…

Una eventual desmovilización de las FARC-EP como ejército popular vecino, no ayudaría a la resistencia masiva venezolana que habrá de enfrentar la violencia imperial y el plan de reconquista estadounidense contra su soberanía, por la reapropiación de sus valiosos recursos naturales; pero tampoco bloquea totalmente esa posibilidad. Lo óptimo es que el proceso del desarme fariano en Colombia se detenga o lentifique.

  • Una reflexión crítica imprescindible

No está en cuestión para mí la perversidad de los opositores de derecha y ultraderecha en Venezuela y en todos esos casos, como tampoco la necesidad de rechazar y enfrentar con el mayor nivel de energía el accionar de esas fuerzas y sus padrinos imperialistas.

Esos virajes, como lo muestran su impacto en Honduras, Paraguay, Argentina, Brasil…son nefasto. Su producto es contrario a todo lo positivo del progresismo y de los demás procesos de cambio, y mil veces peor que las cargas negativas de sus lamentables degradaciones e inconsecuencias. Es peor que una simple restauración neoliberal por tratarse de la entronización de sus peores engendros: usureros encopetados, saqueadores, mafias, neofascismo, racismo, narco-poderes, paramilitarismo…

Pero no es sabio ignorar las causas de la declinación y la vulnerabilidad de esos procesos que implicaron reformas, mejorías de condiciones de vida e independencia política, generando esperanzas que ahora tienden a desvanecerse.

De ninguna manera ayuda ocultar los motivos de su creciente deslegitimación por pérdida de popularidad, desconocer su auto limitaciones en el marco de un capitalismo neoliberal global y local en decadencia, incapaz de auto-reformarse, de re-constituir a su interior una clase dominante y un cuadro mundial parecido a aquel hegemonizado por el keynesianismo y las corrientes social-demócratas o reformadoras.

Los hechos demuestran que las izquierdas que en este periodo de la humanidad y de crisis mayor del sistema capitalista, desde los espacios de gobierno y de poder alcanzados, no asumen el anti-imperialismo en estrecha relación con el anti-capitalismo y con una actitud consecuentemente internacionalista, y no opten por rupturas sistémicas que posibiliten una transición revolucionaria con precia e incontestable orientación socialista, evolucionan tornándose funcionales al capitalismo y a su dinámica actual, y dejan de ser fuerzas transformadoras al resignar la radicalidad requerida, exponiéndose a desplazamientos y a serias represalia.

En verdad sus iniciativas reformadoras y reivindicaciones alcanzadas durante sus respectivas gestiones, terminan entrampadas dentro de las redes del sistema capitalista y de la multi-crisis crónica que lo estremece; convirtiéndose en presa y en víctima de las fuerzas que actualmente auspician un retroceso neoliberal con características peores a los ya conocidas. Los golpes reaccionarios facilitados por su social-democratización, su empecinamiento y su negativa a impulsar la ruptura, tienen funestas consecuencias. En realidad no tienen nada de “blandos” como se pregona.

  • Aprender de los reveses

Las izquierdas que temen asumir la perspectiva de nuevas revoluciones anticapitalistas,claros y precisos programas de transición al socialismo para ser firmemente ejecutados y líneas de internacionalización de la insurgencia global contra la globalización del capitalismo neoliberal -no importa su grado de progresismo o vocación reformadora- se desgastan en el ejercicio de gobierno, reproducen prácticas de las derechas y se quedan sin alternativa; abriéndole cauces a la recomposición de las derechas astutamente alimentadas por el capital local y transnacional. Los hechos así lo confirman.

A las revoluciones y los socialismos del presente y del futuro hay que liberarlos de las trabas del pasado, aprendiendo de sus experiencias y, sobre todo, de sus reveses y errores. Por eso entiendo imperioso no repetir las fallas e insuficiencias, ni del pasado remoto ni del pasado reciente.

Y algo cada vez más crucial es la superación de los déficits en pensamiento subversivo, propuestas convincentes, conciencia, mística, organización y acción de las fuerzas conductoras de los procesos de cambios que de todas maneras siguen tocando las puertas de nuestras sociedades, de nuestra región y del mundo, cruelmente sometidas al caos y a la degradación capitalista-imperialista, al conservadurismo religioso, a la violencia patriarcal, a la reproducción de falsos valores y nuevas banalidades y alienaciones

Procesos que pueden accidentarse, complicarse, entorpecerse, pero no detenerse, con estos brutales retrocesos políticos, con estos reveses drásticos, pero evidentemente pasajeros y fofos, en medio de mayores niveles de conciencia y experiencias acumuladas, de tendencias a nuevas confrontaciones por el derecho colectivo a sobrevivir, de frustraciones hirientes por las opciones insuficientes temporalmente fallidas, pero frente a deterioros crecientes a ser generados por la nuevas derechas que habrán de resultar realmente insoportables e inaceptables y que nos imponen nuevos retos.

Nuevos cambios exigen nuevas fuerzas conductoras, nuevos cauces, nuevos métodos, nuevos aportes a las concepciones revolucionarias. Los ensayos históricos posibilitan rescatar los aciertos y descartar los errores. Estas pruebas merecen reflexiones crítica profundas sin abrirles brechas a nuevas renegaciones.

11-09-2016, Santo Domingo, RD.

En homenaje al gesto heroico de Salvador Allende, 43 años después.


http://www.alainet.org/es/articulo/180311

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