jueves, 24 de noviembre de 2016

COLOMBIA: AL RESPALDO IMPERIALISTA A LA FARSA DE PAZ ¡UNIR Y GENERALIZAR LA LUCHA, PREPARAR LA GUERRA POPULAR!




Colombia: Al respaldo imperialista a la farsa de paz ¡Unir y generalizar la lucha, preparar la Guerra Popular! – Editorial de “Revolución Obrera”, órgano de la Unión Obrera Comunista (mlm)

Nota –Reproducimos a continuación el Editorial “Al Respaldo Imperialista a la Farsa de la Paz: ¡Unir y Generalizar la Lucha, Preparar la Guerra Popular!” publicado en el órgano de los camaradas de la Unión Obrera Comunista (MLM) de Colombia Revolución Obrera nº 424, de 15 de Marzo de 2015:

EDITORIAL

AL RESPALDO IMPERIALISTA A LA FARSA DE PAZ:
¡UNIR Y GENERALIZAR LA LUCHA, PREPARAR LA GUERRA POPULAR!

En las últimas semanas el Gobierno y los imperialistas desplegaron una nueva ofensiva alrededor de las negociaciones de La Habana y la farsa de la paz: la delegación de las FARC se entrevistó con Kofi Annan, exsecretario general de la ONU; hizo lo propio con Bernard Aronson enviado especial del gobierno de Estados Unidos, para “acompañar” las negociaciones; fue enviada a Cuba una delegación de militares —compuesta de altos mandos de todas las fuerzas del Estado— que estudiará el cese al fuego y la dejación de las armas en una comisión conjunta con la guerrilla; en su visita a España el presidente Santos anunció estar dispuesto a no extraditar a los miembros de las FARC solicitados por Estados Unidos y, de remate, el domingo 8 de marzo se llevaron a cabo manifestaciones en las principales ciudades del país, utilizando el pretexto de una supuesta defensa de la vida, en la brega del Gobierno por comprometer al pueblo con la falsa paz y distraerlo de sus graves problemas.

Esta nueva ofensiva se presenta en momentos en que las clases dominantes y la guerrilla, discuten cómo evadir sus responsabilidades en los crímenes que han cometido contra el pueblo, en una ley de impunidad; un paso que necesita la aprobación de los imperialistas, también patrocinadores, promotores, financiadores, beneficiarios y ejecutores de la guerra reaccionaria. Una muestra de la injerencia directa de los imperialistas en el país, de la dependencia semicolonial consentida y aplaudida por la cúpula de las FARC.

No es extraño que los jefes de la guerrilla, considerados hasta hace poco como furibundos antiimperialistas, ahora saluden efusivamente “el anuncio oficial del secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, sobre la determinación de designar al señor Bernard Aronson como enviado especial de su país, para atender el proceso de paz que se adelanta entre el Gobierno colombiano y nuestra organización insurgente”. Así como no es gratuita tampoco su reverencia al representante del mayor Estado terrorista y asesino: “Agradecemos la confianza del Gobierno del presidente Barack Obama y su secretario Kerry en las posibilidades que, en medio de los obstáculos, tiene la búsqueda de la paz negociada en Colombia.”

Tales fueron las frases zalameras del comunicado de los negociadores de las FARC en La Habana, mientras en Colombia el Gobierno adoptaba las nuevas medidas de ajuste para congraciarse con los imperialistas y seguir garantizando las ganancias de los grandes capitalistas a cuenta del hambre y la miseria del pueblo, sobre quien descarga todo el peso de la crisis.

Frases y mensajes hipócritas de paz y de justicia social por parte de todos los responsables de la guerra contra el pueblo, mientras se aprueban y llevan a cabo los más macabros planes para esquilmar a los trabajadores, recortar aún más el presupuesto en el terreno social y aplastar la justa rebeldía de las masas. Todo ello con la complicidad de quienes se dicen amigos del pueblo, que tímidamente denuncian algunos hechos, pero frenan la lucha porque están comprometidos con la falsa paz del Gobierno que ayudaron a reelegir.

Frases de paz y hechos de guerra como los vividos en estas semanas por los corteros del Ingenio Risaralda en la Virginia, donde varios obreros resultaron heridos por la brutalidad del ESMAD, cuando ejercían el derecho a la huelga por aumento de salario, cese a la persecución y por contratación directa; o como atestiguan los indígenas en el Cauca, nuevamente perseguidos, criminalizados, capturados y judicializados, cuando hastiados del engaño gubernamental tomaron en sus manos la restitución de las tierras que les fueron usurpadas; o como quedó evidenciado en Canta Gallo, sur del Cesar, donde la asonada de los pobladores hizo sentir su rechazo al pésimo servicio de salud y la criminal actuación de la policía contra los manifestantes.
Una cosa dicen los discursos de los explotadores y sus encuestas pagadas, y otra distinta dicen los hechos de la guerra, donde los de arriba arremeten sin piedad contra el pueblo, pero éste a su vez se lanza a la lucha ante la insoportable situación. Nuevamente, por encima de la mentira refinada se impone la verdad de los burdos hechos: no puede haber paz entre ricos y pobres, entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos.

En los hechos, y contra las camarillas patronales de las centrales sindicales, los obreros se ven lanzados a la huelga y al combate por salarios, contratación directa y contra los despidos; en los hechos, las masas populares se ven obligadas a la toma de tierras, al bloqueo, a la asonada para frenar los abusos de los explotadores y mandatarios, pasando por encima de los dirigentes reformistas comprometidos con el gobierno dictatorial y terrorista.

Se pueden echar atrás las medidas de los explotadores porque se encuentran divididos y esa división aumentará como consecuencia de la agudización de la crisis económica; pero los trabajadores deben ir más allá de la lucha aislada y particular: se necesita generalizar los combates; se requieren nuevas formas de organización para unir y coordinar los nuevos enfrentamientos; la situación exige preparar y organizar una gran huelga política de masas, un paro nacional que conquiste las reivindicaciones inmediatas más sentidas del pueblo colombiano.

Un camino que exige separarse de los falsos amigos del pueblo, de los promotores de la conciliación, de los politiqueros y reformistas que sólo pretenden utilizar la lucha de los pobres para el trapicheo politiquero en el establo parlamentario y para las elecciones de octubre próximo. Un camino que exige luchar por conquistar la independencia de clase de las organizaciones sindicales respecto a las camarillas patronales de las centrales sindicales, marchando a la organización de nuevas federaciones sindicales como parte de una nueva Central Sindical Revolucionaria.

Un camino que los obreros y campesinos ya vienen recorriendo pero deben hacerlo consciente para frenar la arremetida de los explotadores y para acumular a su vez las fuerzas para nuevos y más grandes combates, por abolir las causas de sus padecimientos y miserias, para alcanzar la verdadera paz.

Los obreros y los campesinos que de verdad quieren la paz, los activistas y dirigentes honrados que desean la verdadera justicia social, deben prepararse para la guerra. Sí, la única paz posible para el pueblo es la que vendrá después del triunfo de la revolución socialista; con el éxito de la Guerra Popular, con la victoria de la insurrección armada que destruirá el viejo poder de los capitalistas, echará del país a los imperialistas saqueadores, acabará con los privilegios de los ricos holgazanes y abolirá su derecho de explotar a los trabajadores. La paz para el pueblo solo será posible cuando no exista la explotación del hombre por el hombre y la fuente más profunda de todas las guerras: la propiedad privada sobre los grandes medios de producción.

Comit
é Ejecutivo – Unión Obrera Comunista (mlm)


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