lunes, 20 de marzo de 2017

EL CASO ODEBRECHT COLOCA EN LA PICOTA EL “JUEGO ELECTORAL” COLOMBIANO




20-03-2017

El escándalo político que sacude en los últimos meses la tierra de Macondo no para de tener pistas e historias distintas que contar en cada grupo político de la sociedad colombiana. Ahora el salpicado es el presidente Juan Manuel Santos, que aplica la vieja lógica política “lo hicieron a mis espaldas sin darme cuenta” hasta qué punto debemos llegar para comenzar a comprender lo elemental que significa la corrupción en nuestra época. 

Un punto necesario para comprender este momento coyuntural consiste en las prácticas políticas que han realizado históricamente las elites en distintas regiones. No es nuevo que las campañas políticas reciban recursos económicos para su financiamiento, y al momento de demostrar las transacciones, movimientos y giros que se utilizaron en el periodo electoral no salgan las cuentas claras. Bien lo podemos recordar en el famosos proceso 8000 donde se pudo comprobar la entrada de dinero del narcotráfico a la campaña del expresidente Ernesto Samper, un caso bochornoso que nos puso en el escenario internacional como un país narcopolítico. 

En efecto, es necesario pensar ¿Cómo esta multinacional logró pasar por encima los mecanismos, restricciones y normas sobre el financiamiento de las campañas políticas? Aquí nos queda claro el poder que tienen las multinacionales en los asuntos políticos internos del territorio colombiano. Y aunque pareciera poco el silencio cómplice que se ha generado entre distinto miembros, organizaciones y grupos que no se han pronunciado sobre este percance que sacude la cultura política colombiana. 

Es necesario recordar algunos nombres que deberían pronunciarse sobre la relación Odebrecht–corrupción–elecciones. Donde encontramos lo siguiente:

1.     La Misión Electoral con tantas reglas, propaganda, restricciones, mecanismo, prácticas y apoyo institucional e internacional, les hicieron corrupción de frente con la publicidad de la campaña presidencial de Juan Manuel Santos, un hecho político que deja con muy poca credibilidad el papel que juega esta entidad al momento de las elecciones en el país.
2.     El Acuerdo de Paz con las Farc vuelve a tambalear ¿cómo se pueden exigir garantías políticas al momento de las elecciones públicas? Si los de “arriba” hacen de las suyas y de todas formas nadie va a responder, pero eso si las curules, alcaldías, concejos, gobernaciones y presidencial parecieran que tuvieran dueño antes que iniciará el ruedo político. Entonces, con un tipo de democracia así mejor apague y vámonos – ya sabremos el inicio de la historia.
3.     Las multinacionales son las favorecidas con la debilidad de nuestra justicia y la poca eficiencia de sancionar estas prácticas de corrupción, es de recordar que las empresas mineras ven con ojo positivo el apoyo de campañas políticas a los grupos regionales y locales. Un claro ejemplo es Cajamarca donde existe una disputa entre el oficialismo apoyado por Anglo Gold Ashanti o el otro candidato de la coalición (Polo, Verde, Liberales y Mira) que propone la consulta previa en contra del proyecto la Colosa. Tal como está el asunto político en términos de financiamiento de elecciones no es raro que pueda ganar el candidato pro- minero.
4.     Sale a relucir los testimonios del expresidente de Interbolsa Rodrigo Jaramillo y la negligencia judicial del Fiscal Néstor Humberto, al momento de conocer la polémica suma de 150 mil dólares que dio esta firma ya siendo elegido el presidente Santos. Esto quiero decir que con el dinero recibido de Odebrecht les hizo falta pagar la publicidad y los 150 mil dólares era una pequeña bonificación para saldar las deudas de la campaña presidencial.
5.     Ni el expresidente César Gaviria, el vicepresidente German Vargas que no sabe para dónde va, pero si quiere la presidencia, ni los comandantes de las FARC, ni los líderes de partidos como el Liberal, La U y Cambio Radical. Todos cómplices con un silencio parecido a la cobardía por revelar qué se esconde en las redes de Odebrecht y cuántos recibieron mermelada por la campaña presidencial. Es decir, “los mismos de siempre pero con peores mañas”. 

En conclusión, ¡Odebrecht, vuelve y juega! es necesario pensar sistémicamente el problema de la corrupción y construir herramientas jurídicas, políticas y sociales que ponga en jaque estas prácticas políticas que han heredado nuestras generaciones. Es justo pensar el porqué del asunto y cuáles serían las alternativas de estos casos grandes sin desconocer los pequeños. Un tema que merece mucho más debate, y por ende alternativas concretas que pueda fortalecer nuestra cultura política y sentido por lo público, más en estos momentos que estamos llamados a construir la paz desde las regiones o los sectores más vulnerados por la violencia y el conflicto en sus múltiples dimensiones. 

Post-scriptum: la Universidad del Tolima aunque reciba el dinero necesario para sanar su vacío fiscal y problemas de financiamiento. Es como echarle pañitos de agua tibia al incendio, sería justo que salieran a relucir los actos de corrupción, la falta de compromiso por la investigación al servicio de la sociedad tolimenses y Colombiana, sin dejar a un lado las redes politiqueras que existen al interior y exterior del Alma Mater, eso si el tinte policiaco del rector de la mano de Aspu (sindicato) una relación amorosa parecida a la de nuestros tiempos “no nos queremos pero nos necesitamos” sino lo creen miren para dónde va la universidad.

José Javier Capera Figueroa es politólogo de la Universidad del Tolima (Colombia), analista político y columnista del Periódico El Nuevo Día (Colombia) y del portal de ciencias sociales rebelión.org (España).

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