lunes, 3 de abril de 2017

ECONOMÍA CAPITALISTA Y DESASTRES NATURALES


 
César Risso
 
EN EL CAPITALISMO LA PLANIFICACIÓN es un contrasentido. Tarde o temprano la anarquía se impone. Temporalmente, alguien puede dirigir de forma organizada los negocios de la burguesía a nivel nacional, sobre todo la pequeña burguesía embriagada de nacionalismo, pero la competencia está siempre presente, aunque aparentemente subordinada. El reconocimiento del mercado es precisamente la expresión de que la anarquía es la regla de conducta, y que en este marco se da la ley del valor.
 
        Pero este libre mercado, está subordinado en la actualidad al dominio del monopolio, y en consecuencia a la competencia monopolista. Es lo que los teóricos llaman posición de dominio, situación en la cual los monopolios dominan el mercado, controlando el precio y la cantidad.
 
        La burguesía necesita de los medios de transporte, de una red vial, y de los medios que permitan reponer la salud de los trabajadores, para poder explotarlos, etc. Sin trabajadores en condiciones de laborar y de reproducir su clase, la burguesía no tendría a quien explotar. Pero esto no le interesa a la burguesía como burgués individual. Por ello el Estado como representante de la clase burguesa en su conjunto, vela por sus intereses y, en consecuencia, trata de generar a través de la inversión pública los medios que permitan, y faciliten, la explotación del trabajador asalariado.
 
        Mientras los pobladores afectados por los fenómenos naturales tratan de salvar sus vidas, y de recuperar en la medida de lo posible lo que han perdido, la burguesía calcula el valor de lo perdido para ver cuánto van a recibir de beneficios por realizar las obras. Así se transforma el desastre de cientos y miles de familias en el bienestar de determinados sectores de la burguesía.
 
        Aunque envuelto en gestos de solidaridad y apoyo a los damnificados, la burguesía está calculando el daño y por lo tanto cuánto debe invertir el Estado para restaurar la infraestructura afectada. Así, Macroconsult ha calculado en 3124 millones de dólares los daños. Esta es la cifra que como mínimo debe recibir la empresa privada que se agencie de las obras.
 
        En el mismo sentido, Julio Velarde, Presidente del BCR, calcula en 12400 millones de soles el costo de la reconstrucción de los puentes y carreteras afectados por el fenómeno del Niño.
 
        La tasa promedio de plusvalía entre los años 2007 y 2015 fue de 125%. Esto quiere decir que por cada sol que la burguesía invierta en trabajadores asalariados, la burguesía recibirá como utilidad un sol con veinticinco céntimos. Es decir, que si se requieren 20 mil trabajadores, con un sueldo promedio de 850 soles al mes, la burguesía obtendrá 21 millones 250 mil soles al mes, lo que al año da como resultado utilidades de 255 millones de soles. Esta es la plusvalía que va a extraer la burguesía en estos negocios que los desastres naturales y, sobre todo, el sistema capitalista con sus políticos a la cabeza, han provocado.
 
        Si calculamos la plusvalía total por la reconstrucción según los datos del BCR (12400 millones de soles), entonces la burguesía obtendrá cerca de 7 mil millones de soles.
 
        La desgracia de unos es la ganancia de otros, pues nada se puede hacer en el sistema capitalista, sin que genere ganancias para los burgueses.
 
        Los mismos gestos de solidaridad de la población generan el aumento de las compras, y estas significan el aumento de las ventas de las mercancías que son propiedad de las empresas capitalistas; mercancías que contienen tanto el trabajo remunerado como el trabajo no remunerado, es decir, la plusvalía, que en lenguaje burgués se expresa como ganancia. Es decir, además de las ganancias que la burguesía va a recibir por la reconstrucción de las zonas afectadas por los desastres naturales, están las ganancias que obtienen por los gestos de solidaridad para con los damnificados.
 
        Esto es inevitable. En una sociedad donde los propietarios de los medios de producción someten al trabajo asalariado, la producción es producción de mercancías, y la ganancia es trabajo no remunerado.
 
        Esto no nos debe sorprender, puesto que las armas que se producen por el complejo industrial militar mundial, tienen por finalidad generar plusvalía para los propietarios de estas empresas, para lo cual necesitan de las guerras, en las cuales mueren millones de seres humanos, para mantener repletas las arcas de la burguesía. De modo que aquello de la solidaridad, puede eventualmente calmar por un instante el alma del burgués, pero no hará que deje de explotar a los trabajadores, y provocar todos los males que genera su dominación económica y política como clase.
 
        La solidaridad, no puede venir de la burguesía, puesto que lo que realmente sucede es que temporalmente, y a su antojo, se desprende de una ínfima parte de la plusvalía que les ha extraído a sus trabajadores, para aparecer ante el público con un halo de bondad.
 
        La explotación de los trabajadores al extraerles plusvalía, el hacerlos trabajar más de las horas establecidas legalmente, la remuneración que les pagan que como se sabe es inferior a la canasta básica familiar, las condiciones en los que los hacen trabajar, la subordinación a los que los tienen sometidos, haciéndolos sentirse como seres inferiores que dependen del propietario de los medios de producción; todo esto es parte del sistema de explotación capitalista.
 
        La prevención, al igual que la producción de mercancías en general, está sometida a la ley del valor. Lo que genera más ganancia atrae el interés de la burguesía, y lo que no, genera su desinterés.
 
        Aparte, los políticos burgueses tienen sus mecanismos de decisión. Todos sabemos que cuando están próximas las elecciones, los gobiernos locales comienzan a invertir en obras. En su mente este es un mensaje para sus electores de que están trabajando. Así puede llegar a la reelección (Nos referimos a años anteriores cuando había reelección inmediata). Además de esta demostración, difícilmente pueda haber obra pública sin coima.
 
        La “planificación” burguesa es la anarquía de la producción. Es decir, que esta es la forma que tiene la burguesía de asignar los recursos de la sociedad. Forma que consiste en la ley del valor. En la medida que hay actividades (negocios) que no son rentables, o que son menos rentables que otros, entonces se dejan temporalmente de lado; en tanto que otras actividades (negocios) que son rentables, o más rentables que otros, se realizan.
 
        Como se puede ver, esta forma de ordenar las actividades de la sociedad pasa por el interés privado del burgués. Pero resulta que este interés privado está cada vez más lejos y hasta en contra del interés social. Así pues, el progreso de la burguesía no equivale al progreso de la sociedad, pues su forma particular de resolver los problemas sociales ha demostrado que la explotación, la pobreza, la desigualdad, la destrucción masiva de seres humanos por medio de las guerras y de las crisis, son consustanciales al sistema capitalista.
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Enviado por: Cesar Risso <crissohx@yahoo.es

Fuente: Blog CREACIÓN HEROICA
 

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