martes, 27 de junio de 2017

VENEZUELA RESISTE Y LA CONSTITUYENTE COMUNAL SERÁ UN HECHO CONTUNDENTE




27/06/2017

Para entender lo que se cocina en Venezuela en la actual andanada violenta y terrorista de la ultraderecha y de ciertos grupos seudoizquierdistas, todos patrocinados y financiados por el imperio y las multinacionales empeñadas en recuperar el control de una de las más importantes riquezas petroleras del planeta, basta con saber quiénes son los que desde Colombia y Bogotá también participan de la conspiración contrarrevolucionaria: Uribe, Santos, Pastrana, las bandas paramilitares y toda la camarilla oligárquica que controla y domina el Estado colombiano. La camarilla causante de más de 8 millones de desplazados; de miles de desaparecidos; de cientos de masacres; de la aberrante miseria de millones de colombianos.

La elite oligárquica colombiana, artífice de una seudo democracia que excluye y niega derechos políticos democráticos mínimos, con un  aberrante sistema de comunicaciones enfocado en la mentira y la manipulación social y cultural, es parte del Estado mayor que pedalea el golpe y la desestabilización del gobierno bolivariano que lidera Nicolás Maduro.

Curiosa esa omisión en quienes desde la derecha, el centro y la izquierda se rasgan las vestiduras con argumentos bastante frágiles sobre la democracia para justificar la actual andanada terrorista de la MUD.

Es la realidad con la que debemos lidiar los revolucionarios colombianos, la misma que nos permite entender con claridad cuáles son los orígenes y fines de los actos violentos promovidos por los integrantes de las bandas fascistas que asedian al Estado y el gobierno venezolano.

Es también lo que sirve de soporte a nuestro apoyo y solidaridad con la Patria de Bolívar en los actuales momentos. Bien procede el Presidente Nicolás Maduro con las enérgicas medidas y las decisiones adoptadas recientemente para aplastar la conspiración y el asedio infernal de la potencia imperial y sus marionetas internas.

Es increíble la ceguera de ciertas luminarias, que perdidas en los laberintos de la representación liberal, ignoran la dimensión y el alcance de los graves acontecimientos en curso.

Traer a colación las tesis de la democracia burguesa para descalificar las acciones políticas del Presidente Maduro en defensa de las conquistas populares alcanzadas en los últimos 17 años no es ciertamente un componente ético de la izquierda revolucionaria y socialista.

Impugnar la convocatoria y los preparativos de la Constituyente comunal por acudir y aplicar los procedimientos de la democracia cubana es simplemente acogerse a y asumir los planteamientos de la sediciente retórica de la democracia, que por siglos ha sido la infraestructura de la explotación y el despojo capitalista.

Si alguien ha dado ejemplo de democracia mediante el voto directo ha sido la revolución bolivariana, con más de 19 votaciones populares. Pero está visto que los viejos sistemas electorales organizados por el capital son un verdadero caldo de cultivo del engaño y la manipulación clientelar para que los pobres terminen apuntalando los poderes locales, regionales y nacionales de las aristocracias plutocráticas.

Para el efecto basta con retomar la experiencia del famoso plebiscito por la paz organizado el pasado 2 de octubre en Colombia por Santos, en el que se impuso la maquinaria del paramilitarismo uribista para debilitar los acuerdos de paz de La Habana. Y al paso que vamos, será con el voto directo de millones de colombianos engañados, que Uribe y sus compinches, se impondrán en las elecciones presidenciales del 2018 para enterrar así, de manera definitiva, la paz construida con las Farc.

A esos ingenuos o contrarrevolucionarios disfrazados de izquierdistas hay que desenmascararlos con estos hechos concretos.

Lo más sensato en el caso de la Constituyente comunal bolivariana es escoger, tal como está establecido en las bases comiciales adoptadas, parte de los constituyentes mediante la representación sectorial. Es una acción afirmativa adecuada para compensar la debilidad de los sectores populares sometidos a la manipulación de los caciques de la Mud.

Es exactamente lo que estamos demandando en Colombia para el caso de necesitarse, tal como están las cosas, una Constituyente de la paz que proteja los acuerdos alcanzados por las Farc para poner fin al prolongado conflicto social y armado.

Lo que ha hecho el Presidente Nicolás Maduro es lo correcto. Responder con timideces es un suicidio. Es la autodestrucción del poder popular. Es la renuncia a la lucha revolucionaria.

Por los grados de violencia utilizados en el actual ciclo de conspiración en que han muerto varias personas, muchas de las cuales víctimas de la arremetida sangrienta de los guarimberos, casi 50, se puede inferir cómo será el comportamiento de tales núcleos en el caso remoto de alcanzar sus objetivos estratégicos. La ultraderecha en el poder no se pone con timideces ni babosadas: el cuchillo, la bala, la masacre y el exterminio son sus claves de dominio. Quien lo dude que venga a Colombia y compruebe como es que actúan en las regiones los ejércitos privados del paramilitarismo. En plena paz ya han sido asesinados cerca de 200 líderes populares e integrantes de las Farc en camino a la dejación de las armas.

Así como Uribe, Santos Pastrana, el paramilitarismo, los grandes empresarios, los generales y las redes mediáticas tienen claro que su apoyo es para la ultraderecha de la Mud; los revolucionarios, la izquierda y el movimiento social estamos claros de qué lado estamos. Estamos en el campo de la defensa de la revolución bolivariana.

Adelante, pues, con la Constituyente popular, comunal, bolivariana y socialista.

Acá no somos pajes del imperialismo. Somos soldados de la revolución cubana y de la revolución popular que lidera el Presidente Maduro.

Acá en Colombia tenemos claro que un triunfo de la ultraderecha fascista significa un retroceso para la paz y su construcción plena mediante la implementación de los Acuerdos alcanzados por las Farc.



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